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Fundación acompaña a pacientes hasta el último momento

Darle calidad de vida al enfermo para que ese momento sea en paz, sin dolor ni sufrimiento y que no se sienta triste es la misión de la Fundación Ammar Ayudando, que desde hace 17 años brinda cuidados paliativos a personas con enfermedades crónicas.

La fundación Ammar Ayudando, en el km 14.5 carretera a El Salvador, brinda cuidados paliativos a personas con enfermedades terminales. (Foto Prensa Libre: Eduardo González)

La fundación Ammar Ayudando, en el km 14.5 carretera a El Salvador, brinda cuidados paliativos a personas con enfermedades terminales. (Foto Prensa Libre: Eduardo González)

La angustia y tristeza de escuchar un diagnóstico en fase terminal se incrementa cuando no se tienen los recursos necesarios para que el paciente pueda vivir sus últimos días con atención personalizada.


La Fundación sostiene al hospicio Villa de La Esperanza, en el kilómetro 14.5 de la carretera a El Salvador, que ofrece, sin ningún costo, atención integral de pacientes, con un equipo multidisciplinario. En el tiempo que lleva funcionando ha atendido a unos 300 pacientes.

“Le damos cuidado físico, se le brinda medicamentos y servicio de enfermería las 24 horas. En lo emocional, se tiene el programa cerrando círculos, en el que tratamos de averiguar si el paciente tiene situaciones pendientes que le gustaría hacer”, comentó Myriam Ríos, directora de la Fundación.

“En lo espiritual, sin importar la religión, hay asesores que brindan consejos, y en lo social, queremos que recupere su vida, no sintiéndose frustrado. Queremos que esté en paz”, añadió.

La condición de la fundación para dar el soporte completo a un paciente es que un familiar siempre lo acompañe.

“La persona normalmente se mantiene sola cuando recibe esa noticia, ya que el familiar debe trabajar.  Cuando el final se acerca, le decimos a la persona que lo acompaña que llame a sus demás parientes, para que esa persona trascienda acompañado de la gente que ama”, dijo Ríos.

Como en casa

Según la directora, Guatemala es el único país que tiene este tipo de hospicio en el Istmo, y para atender a los pacientes cuentan con el equipo necesario para ayudar a las personas.

“Queremos que el círculo vicioso se convierta en virtuoso. Cualquier enfermo crónico con pronóstico de menos de seis meses de vida es recibido. El paciente que más tiempo ha pasado en el hospicio fue de cinco meses y medio; el de menos, cuatro días”, explicó Ríos.

La fundación brinda una habitación privada a cada paciente, que tiene una cama de hospital, que se ajusta y se mueve con facilidad. El espacio es decorado de manera que la persona se sienta como en casa. Además, se brinda un sofá cama al acompañante, que puede hacer uso de televisión con cable y lavamanos en el interior.

“Aquí llamamos a los pacientes por su nombre, ya que cuando ellos están internados en los centros asistenciales se les dice el paciente de la cama y dicen el número. La idea es que se sientan como en casa”, manifestó  

El médico, la cocinera, la enfermera y el resto del personal brindan el cuidado que se merece cada paciente y coinciden en que son pocas las cosas que se les prohíbe, ya que por su diagnóstico delicado hay ciertos alimentos que aceleran su enfermedad.

Para brindar mejor atención en el futuro, el hospicio ampliará a seis sus habitaciones —en la actualidad cuenta con cuatro—.

El número de pacientes atendidos varía. Por ejemplo, en casos críticos, los enfermos renales pueden tener un diagnóstico de ocho días de vida.  

Milagros que llegan

Ríos destacó que para algunas personas un milagro significa la sanación del paciente en fase terminal, pero en la fundación lo ven desde otro punto de vista.

“Quién no va a querer que su familiar sane y viva más. Para nosotros el milagro conlleva cumplir la última voluntad de la persona”, refirió la directora.

Kevin, un niño de 10 años, quería conocer el mar, pero por su diagnóstico de plaquetas bajas, afectado por leucemia, era imposible trasladarlo en vehículo, la única forma era en un helicóptero.

“Nosotros oramos y queríamos cumplir el sueño de Kevin. Dos días después recibí una llamada y una persona nos prestaba el helicóptero para llevarlo a conocer el mar. De esa forma se hizo el milagro y le cumplimos su sueño. Una semana después trascendió”, relató Ríos.

Ríos comentó que han celebrado bodas, como último deseo de algunos pacientes.

Además de brindarles abrigo, alimentación y cuidados paliativos, la fundación absorbe los gastos de trámites del acta de defunción, féretro y traslado, debido a que la mayoría de familiares son de escasos recursos.

“La mayoría que vienen son de comunidades muy lejanas, y así le quitamos ese gran peso a los familiares.  No nos preocupamos por el ayer ni por el mañana, lo hacemos por el hoy. Que esas personas se alimenten, sonrían y que disfruten el día”, expresó.

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