Escenario

Teatro para todos los gustos

Con dos excelentes obras estrenadas recientemente en el Teatro Abril se inició la actividad escénica del año 2013 en esta gran metrópoli del Valle de la Ermita.

Cenicienta canta con los ratoncitos, sus amigos. (Foto Prensa Libre: Armando Bendaña )

Cenicienta canta con los ratoncitos, sus amigos. (Foto Prensa Libre: Armando Bendaña )

La Cenicienta, versión musical del clásico cuento de hadas de Charles Perrault (París 1628-1703) y Despertar de primavera, polémico drama del alemán Franklin Wedekin (Hanofer 1864 – Munich 1918) que trata, con sorprendente franqueza, los graves conflictos de la adolescencia, son las obras que se presentaron en estos días.

Ambos trabajos fueron puestos en escena, adaptados y dirigidos por Luis Pedro Abril A., director teatral y empresario graduado de la Universidad de Yale, New Haven, Connecticut, y que por más de dos años trabajó en Broadway. Luis Pedro, cuarta generación de la familia involucrada en teatro, es un joven emprendedor, de trato cortés y amable que hace honor a sus visionarios antepasados.

LA CENICIENTA

Esta es una historia de la cual, incluyendo algunas versiones de las culturas nativas americanas, se conocen más de 450 variaciones. La más antigua es la china, Ye Xian, que data del 800 d. C.

Perrault, erudito francés, la convirtió en cuento infantil al escribirlo en forma literaria sencilla, limar algunas de sus ásperas espinas e introducir una hada madrina. En esta versión se basó Walt Disney para hacer la película animada (1950) que universalizó la historia.

La lección todos los cuentos la tienen: que la bondad triunfa sobre la vileza y que todos necesitamos una hada madrina, un poco de suerte, para triunfar en la vida.

Puesta en escena

El escenario tuvo un efectivo trabajo de luces. Bellos telones, de ágil recambio. Vestuario vistoso, sin ser fastuoso. Actuación, bastante buena, en general. Admirable la de los 15 niños ratoncitos.

Cenicienta se proyecta como una joven especialmente dulce. El Chamberlain tiene una agradable personalidad. La madrastra, festinadamente cruel. Las hermanastras, como siempre, antipáticas, chillonas y feas.

El hada, con un agradable acento caribeño. El príncipe, enamorado. El rey, feliz por su hijo. Las zapatillas, de cristal, y la carroza, una calabaza.

Durante la presentación hubo aplausos espontáneos. El público infantil se involucró en la acción y se mostró contento con el resultado de la historia. Los adultos revivivieron su niñez.

Obra recomendable. Domingos, 11 horas. Teatro abril: 9 av. y 14 calle esquina. Admisión, Q25, parqueo propio, gratis.

DESPERTAR DE PRIMAVERA

El drama Despertar de primavera es fundamental en el amanecer del teatro moderno. Fue estrenado en 1891 en Alemania, y produjo uno de los mayores escándalos que se hayan visto en esa regimentalizada sociedad.

La obra trata, en forma abierta y natural, los terribles problemas que los adolescentes afrontan cuando tienen padres, maestros y/o guías religiosos ignorantes y deshumanizados.

“¿Cómo vienen los bebés al mundo?”, pregunta una jovencita. “Mañana te cuento”, le responde. “No mamá, dímelo ahora”. “Mañana te digo”. “Dímelo hoy”. “Mirá, primero te casás, luego amás —mucho, mucho— a tu marido y entonces tenés un bebé, y así es. ¿Nada más?… Nada más”.

Siguiendo el despertar de los adolescentes de un pequeño pueblo alemán, Frank Wedekin perfila su tragedia: explosión de hormonas, borrascoso mar de preguntas e inseguridades.

Melchior le pregunta a su compañero: “Moritz ¿qué te pasa?, te veo cansado”. No puedo dormir. Toda la noche paso pensando en muslos de mujer, rodeados de encajes blancos; no me dejan en paz”, contesta.

“Fácil de arreglar, eso nos pasa a todos, te frotás y te aliviás”. ¡Ah! Al rato no puede abandonar la constante práctica, de su nueva libertad. Su padre lo encuentra en ello. “¡Patojo degenerado!” Lo cinchacea y no explica nada. Desconcertado, Moritz no encuentra salida a la vida y se suicida.

El escándalo en el estreno fue de proporciones hecatómbicas, pero permitió a padres, maestros y adolescentes empezar a hablar. En el siglo XX, pasada la primera mitad, convirtieron la obra en un poderoso musical. Gran éxito, que aún brilla en los principales escenarios del mundo.

Luis Pedro Abril —el director— redujo la historia. La enfocó para atemperar los puntos de escándalo y se respaldó con voces frescas y vibrantes coros y enérgicas coreografías.

La escenografía, sorprendentemente sencilla, muy creativa. Las actuaciones, vívidas, inocentes, creíbles. La música, poderosa, nos recuerda que la adolescencia es tan corta, como la primavera.

Obra muy recomendable para adultos y adolescentes. Teatro Abril, domingos a las 14 horas. Admisión, Q25. Parqueo cuidado, gratis.

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