Escenario

García Márquez admiraba a Borges, dijo su amigo argentino Terragno

El Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez, quien falleció el jueves a los 87 años, admiraba a Jorge Luis Borges, a quien definió como "el escritor de los adjetivos definitivos", recordó el político y periodista argentino Rodolfo Terragno.

“Borges es el escritor de los adjetivos definitivos. En su poema Ajedrez, dice el rey postrero y oblicuo alfil. Tú no puedes decir más nada sobre el rey, Borges agota la posibilidad de adjetivar”, recordó Terragno las palabras de su amigo García Márquez.

En diciembre de 1982, Terragno había sido convocado por García Márquez para dirigir un diario que finalmente nunca salió, que se iba a llamar El Otro, recordó el exsenador argentino por la Unión Cívica Radical  (UCR) y autor de numerosos libros de historia y política.

Vea infografía sobre trayectoria del escritor colombiano.

“Cuando decidió ponerle El Otro, pensé que era porque sería un diario adicional, pero él me dijo que era en homenaje a Borges”, recordó Terragno.

“Yo pensaba que García Márquez no era partidario de esa literatura abstracta (de Borges) y sobre todo porque él se consideraba un revolucionario y capaz de ser amigo de Fidel Castro y creía que a Borges lo despreciaría como un hombre reaccionario, pero fue todo lo contrario, se admiraban mutuamente”, afirmó.

Terragno citó una entrevista televisiva que le realizaron en España a Borges, al que definió como “un avaro para los elogios”, en el que el escritor argentino admite haber leído Cien años de soledad y lo elogia como una “gran obra de este tiempo y de cualquier tiempo”.

Borges, quien murió en Ginebra a los 86 años en 1986, fue Premio Cervantes de Literatura en 1980. “En lo literario no tenía discriminación era un apasionado de las letras”, insistió Terragno sobre García Márquez, cuya admiración y amistad con el argentino Julio Cortázar sí fue pública.

Terragno también recordó el rigor de Gabo en el periodismo y reveló que “en el manual de estilo del frustrado periódico le imponía a los periodistas la prohibición de utilizar los adverbios terminados en mente” .

“Los periodistas decían que era imposible no usarlos y entonces él publicó su libro El amor en los tiempos del cólera, donde a lo largo de sus páginas no hay ningún adverbio terminado en mente”, recuerda Terragno.

El exsenador también recordó la “extrema superstición de García Márquez que no podía comenzar a escribir si no tenía una rosa amarilla en su escritorio”. “Por eso nunca quiso regresar a Buenos Aires -adonde había sido publicado por primera vez Cien años de soledad-, porque decía que aquí había nacido su éxito y no quería que aquí comenzaran sus fracasos”, dijo.

Pese a ello “conservaba un amor por la literatura argentina y era amigo fervoroso de Cortázar sobre quien escribió un artículo cuando murió en el que dice algo que ahora le cabe a él mismo: cometió la ridiculez de morir”.

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