Escenario

Del antejuicio

De un estimado lector, don David Beltrán, he recibido un correo en el que me envía el titular de un periódico que reza: "se antejuicia…".

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

Estaba buscando el origen del antejuicio, cuando sorpresivamente se presentó en mi estudio Titivillus, el diablillo medieval con el que acostumbro colaborar cuando de faltas de ortografía, morfología, sintaxis y léxico se trata y me dijo: “Te estás complicando la vida. Los orígenes de ese procedimiento, con otros nombres y  variantes, datan del Medievo.

Busca en las leyes europeas de esa época y encontrarás que los señores feudales todopoderosos estaban protegidos y nada valía contra ellos. Eran disposiciones muy parecidas al derecho de antejuicio del que aquí gozan no solo jueces y magistrados, sino una cantidad de funcionarios públicos (Decreto 85-2002 del Congreso de la República), mientras los ciudadanos de a pie, en ocasiones inocentes, guardan prisión  esperando  inútilmente que los juzguen. Eso en un Estado democrático no debería valerse”.

—¿Y sabes — me dijo— que en el DRAE, la acepción de la dicha palabra ya desde el 2001 ha cambiado del presente al pasado? En la vigésima primera edición de 1992 literalmente dice: “Trámite previo establecido como garantía en favor de los jueces y magistrados y en el que se decide si ha lugar o no a proceder criminalmente contra ellos por razón de su cargo”. En la vigésima segunda edición, del 2001, cambia del presente al pretérito imperfecto (o copretérito) y así se repite en la nueva, la vigesimotercera, recién salida: “Trámite previo que se ‘establecía’ (…) en el que se ‘decidía’…”. El copretérito, o pretérito imperfecto, se refiere a algo que tenía duración en el pasado. No es lo mismo decir: “se solicitaron antejuicios”, pretérito concluido, que  “se solicitaban antejuicios”, repetidas veces, siempre en el pasado. No dejo de preguntarme por qué en los mencionados diccionarios incluyen el término como una figura legal extinguida, si sigue existiendo en Guatemala y  en otros países de Hispanoamérica. Precisamente en nuestra nación hemos tenido casos recientes y no han sido pocos.

De vuelta a “antejuiciar”, tal verbo no existe y tiene razón el señor Beltrán cuando lo critica y me pide que escriba algo a ese respecto. Ignoro si en algún otro lugar se usa, pero de cualquier forma está mal utilizado. Para documentarme he buscado en el ya mencionado nuevo diccionario de la RAE y la ASALE, recién salido, y el término no figura. Titivillus al enterarse de que no tiene artículo saltó de alegría y exclamó: “Ya tengo más errores para cargar con quienes los dicen al infierno”.  —No te regocijes tanto —le respondí— No sabemos si en el próximo diccionario acepten la palabreja. Titivillus frunció el ceño y me respondió: “Lo están dejando a uno sin trabajo. Aceptan todo”. —Es para conservar la unión idiomática— le dije— pero ya no me escuchó.

Había desaparecido.

selene1955@yahoo.com  

ESCRITO POR: