Escenario

Cocer y coser

Algunos personas conjugan ciertos verbos como regulares cuando son irregulares y viceversa.

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

Berta, mi amiga, y Titivillus, el diablillo medieval con quien colaboro en eso de encontrar errores idiomáticos ya sean estos escritos o hablados, se presentaron en mi casa inesperadamente, es decir, sin previa invitación y en el momento menos oportuno.

Estaba yo preguntándole a la nueva joven que se haría cargo de la cocina —y digo “se haría” y no “se hizo”, porque salió huyendo ante la embestida de mis poco caritativos amigos— cómo se preparan los espaguetis, los ñoquis, y otras pastas italianas, y no me quedó más remedio que entrar a los susodichos a la cocina. La joven, “amishada” (localismo por “avergonzada”) por tener que explicar ante esa pareja tan peculiar sus métodos de cocina, comenzó: “Pues pongo a ‘herver’ el agua y cuando ya está ‘hervendo’, echo la pasta y la ‘coso'”.

A mí poco me importaron sus faltas, lo que me interesaba no era una persona letrada, sino una que por lo menos supiera hacer sopa de letras, pero Berta, la muy canalla, soltó la carcajada. ¿Y con qué los vas a coser? —le preguntó—, no veo por aquí hilos ni agujas. Será bueno que en esta casa te “forzen” a hablar bien. La chica se le quedó viendo asustada y le respondió: “No, señora, yo solo los coso al fuego”.

Titivillus se le quedó viendo a mi amiga seriamente. Berta, —le dijo— no seas ingrata. Yo no me ensaño con las personas que por falta de oportunidad no han podido aprender a hablar bien, sino con las que habiendo estudiado, como tú, siguen cometiendo errores idiomáticos. No es obligación de la chica saber que el verbo “cocer” que se refiere a la cocción de los alimentos es irregular y que en los modos indicativo y subjuntivo, tiempo presente, diptonga en “ue” en las tres personas del singular y la 3a. del plural: Cuezo, cueces, cuece, cocemos, cocéis (aquí en América ‘cuecen’ por el tratamiento de usted), cuecen; cueza, cuezas, cueza, cozamos, cozáis, cuezan. Contigo —continuó— sí cargaré a la gehena, infierno, averno, báratro, tártaro, orco, erebo, huerco (arcaísmo) o como quieras llamarlo, pues aunque eres egresada de la universidad conjugas el verbo “forzar” como regular y cometes el mismo delito. Tú sí que no tienes perdón de ningún diablo que se respete, sea este Satanás, Luzbel, Belial, Hades, Seth, Belcebú, Moloch, Mefistófeles, Lilith (diablesa), el Cachudo, Candanga o Chamuca (localismos centroamericanos estos últimos).

Titivillus se alargaba en su perorata, y la pobre chica optó por poner pies en polvorosa santiguándose e invocando a todos los santos de la corte celestial. Berta también hizo mutis… y yo me quedé sin cocinera. Ante tal contingencia, mi colaborador preparó el almuerzo, muy sabroso, aunque algo abusó de las especias (que no especies). Lo vi cansado y le prometí que pronto publicaría una lista de verbos irregulares, para que no trabaje tanto.

selene1955@yahoo.com

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