Escenario

Palabras a la amada

Solo por hoy me gastaré cinco minutos, pagados a crédito y a cuenta de los tiempos en que para mí se hayan terminado las vueltas del reloj, las lágrimas del calendario y las alertas de correo electrónico nuevo, para decir cómo te miro, te admiro, te escucho y me impresionas. Ya me gasté uno y debo apresurarme a decirte que me encantan tus curvas mojadas al amanecer.

Te miro sonrojarte cuando la tarde es calurosa, interminable. Me sonríes con el brillo que anhelaré más tarde, cuando ya la oscuridad ha caído sobre este espacio inmenso, insondable, pero no solitario gracias a tu compañía.

Te escucho respirar con rumor de bosque y callar con desolación de planicie árida donde alguna vez hubo árboles, flores, bejucos.

Me quedan dos minutos y aún tengo tantas impresiones por comprimir en una cápsula que lanzaré al espacio, como si no fuera a recordar tales palabras nunca más, como si no volviera a verte mañana.

Me encanta la expresión boquiabierta de tus contradicciones y el colchón de nubes donde descansan tus cordilleras desnudas. Me fascina cómo resbalan por tu cuerpo las gotas del rocío que me reviven la esperanza de hacerte feliz.

Quedan unos segundos apenas para decirte adiós y cerrar los ojos, Guatemala. Estoy enamorado de ti y quisiera que al volver a abrirlos sufrieras menos, que ya no lloraras por las tropelías de los corruptos y los prepotentes, ni por las muertes de tantos hijos tuyos, por hambre, por violencia o por indiferencia.

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