Revista D

De tunos y estudiantinas

La tradición  de las rondallas se mantiene vigente  entre los  universitarios, quienes esta semana celebrarán cuatro décadas.

Estudiantina de la Usac durante una presentación en el Teatro Nacional.

Estudiantina de la Usac durante una presentación en el Teatro Nacional.

Desde hace 35 años, Héctor Leal se dedica a diseñar trajes para grupos de teatro, pero hace unos meses recibió un pedido un tanto extraño: una docena de vestimentas a la usanza del siglo XVI.
Los clientes eran estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de San Carlos (Usac) que integran la única tuna tradicional del país, la cual la próxima semana participará en el Festival de Estudiantinas que este año cumplirá cuatro décadas.

Unas semanas después recibieron los pantaloncillos cortos, jubones —camisas— de terciopelo negro con mangas bombachas y capas con detalles de satín amarillo.

En el país los más insignes integrantes de estudiantinas fueron Rafael Álvarez Ovalle, Germán Alcántara y Mariano Valverde.

A cambio de sopa

Los primeros antecedentes de las tunas y las estudiantinas se remontan a los siglos XI y XII, cuando algunos religiosos y estudiantes que se dedicaban a transcribir poemas del latín se les llamaba goliardos. Como recompensa a esta labor obtenían comida o algún dinero de los conventos.

En los siglos XII y XIII, con la aparición de las primeras universidades en España, surgieron los tunos. La mayoría eran estudiantes, y se caracterizaban por su capa y un bicornio —sombrero de alas recogidas con dos picos— sobre la cual colocaban una cuchara de madera que les servía para saborear la sopa que recibían a cambio de una canción, refiere Jorge Javier Locón González, en su Monografía histórica y diseño de la página web de la Estudiantina de la Universidad de San Carlos.

Tuna tradicional

Guitarras, mandolinas, bandurrias y contrabajos, así como la letra de la música llena de picardía y sátira, caracterizan a las estudiantinas.

La concertina de la Facultad de Veterinaria tiene todo el estilo de las tradicionales europeas. Sus participantes cumplen con el requisito de “pasar el parche” —el reto de cantar en un lugar público— y circular un pandero para recoger dinero.

Ana Girón, estudiante del cuarto año de Veterinaria e integrante de la estudiantina de esa facultad, explica que esta agrupación conserva la estructura antigua.

En la cúpula están los tunos —maestros—, los pardillos —integrantes con cierto tiempo en la agrupación y que aprenden a interpretar dos instrumentos— y los aspirantes.

En diciembre del 2014, como lo exige la tradición, fueron apadrinados por otra tuna, la de la Facultad de Veterinaria, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Renovado gusto

Contrario a lo que se cree, entre la nueva generación existe interés por formar parte de estos grupos musicales. Prueba de ello es la Estudiantina de la Facultad de Medicina de la Usac que fue fundada hace 40 años, y desapareció hace dos, pero una docena de jóvenes la revivió este año.

“Algunos teníamos conocimientos de música, otros no, pero decidieron aprender aquí y ahora nos hemos acoplado muy bien”, cuenta Deniss Orantes, estudiante del segundo año.

En la actualidad, los listones que adornan los panderos se intercambian entre los integrantes como símbolos de amistad. Hace mucho tiempo eran señales de damas agradecidas por una copla.

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