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¿Se está rompiendo la burbuja del fútbol chino?

El músculo financiero que exhibió China para presentar su ambicioso plan de convertirse en una de las potencias del fútbol incomodó a los tradicionales bastiones del balón en el mundo: Europa y Sudamérica.

China quiere que haya 50 millones de personas jugando al fútbol para 2020. (Foto Prensa Libre: BBC Mundo)

China quiere que haya 50 millones de personas jugando al fútbol para 2020. (Foto Prensa Libre: BBC Mundo)

Los clubes de la Superliga china sacudieron las reglas del mercado de transferencias y se convirtió en su principal protagonista.

De ser el destino de los futbolistas en edad de retiro, o de jugadores que nunca pudieron alcanzar la élite, comenzaron a atraer a jóvenes estrellas que se encontraban en el mejor momento de sus carreras.

Oscar salió del Chelsea y se unió a una larga lista de jugadores consagrados que tentados por la aventura, y mucho dinero, abandonaron el fútbol europeo para ser los pilares del nuevo proyecto en China.


El argentino Carlos Tévez, los brasileños Hulk y Alex Teixeira, el belga Axel Witsel y el colombiano Jackson Martínez potenciaron un campeonato que para el técnico italiano, Antonio Conte, llegó a ser “un peligro para todos”.

Pero esa explosiva irrupción terminó siendo también efímera debido a la intervención del gobierno para limitar el gasto descontrolado que estaban haciendo los clubes.

El efecto de las nuevas reglas se está percibiendo en este inicio de 2018, a semanas del cierre del mercado de transferencias en China, que a diferencia de Europa, concluye en febrero.

La imposición de un impuesto del 100% del valor para los jugadores extranjeros, que la Asociación China de Fútbol propone para desarrollar a las categorías juveniles, ha tenido un fuerte impacto en los clubes.

De allí que no se haya materializado el anunciado traspaso de Diego Costa al Tianjin Quanjian cuando el precio acordado de unos US$90 millones se duplicó.

¿Fuera de juego?

Esa imposibilidad de ser competitivo molestó a los clubes, que se han visto obligados a buscar lagunas legales para poder seguir atrayendo a futbolistas.

Eso ha generado dudas sobre la viabilidad del proyecto que presentó hace dos años el presidente chino, Xi Jinping, cuando delineó un plan para ganar el Mundial en 2050.

Para ello quiere que se abran unas 20.000 academias de fútbol y 70.000 campos para 2020, con 50 millones de niños y adultos jugando.

Objetivo que no se presenta nada fácil teniendo en cuenta que China volvió a fracasar en su intento de clasificar para el Mundial de Rusia de este año.

Pero con el poder que tienen los clubes, con sus ambiciosos dueños y vínculos con el Estado, es posible que el bajo perfil actual forme parte del plan para obtener el beneficio a largo plazo.

En principio porque ya no se trata de fichar a cualquier jugador a cualquier precio, sino que tomando en cuenta el desembolso financiero que están obligados a hacer, los clubes deberán meditar en qué lugar tiene sentido realizar dicha inversión.

A esto se suma la norma que obliga a los equipos a tener en el campo el mismo números de jugadores menores de 23 años que de jugadores extranjeros, cuota que se redujo de cuatro a tres.

Bajo control

A pesar de las nueva normativas, los clubes de la Superliga china confían en seguir siendo un destino atractivo.

El promedio de asistencia en los estadios en 2017 estuvo levemente por debajo de los 24.000 espectadores, lo que la ubica entre las diez primeras del mundo.

“La presencia de estos hinchas no se pude dar por sentado, porque cuando surgieron los escándalos de amaño de partidos y casos de corrupción las gradas se vaciaron”, le dijo a la BBC el especialista de fútbol chino Wang Zijiang, de la agencia de noticias Xinhua.

“Ellos quieren que las autoridades sigan limpiando el juego para garantizar que lo que están viendo en el campo no está arreglado”, comentó.

Para el exfutbolista Fabrice Kanoute, quien jugó para el Beijing Guoan en 2012-2013, anotando 12 goles, el fútbol chino se encuentra en el camino correcto.

“Los jugadores chinos no están al nivel de las principales ligas europeas, tal vez vienen a ser el equivalente de una tercera división, pero hay excepciones que pueden tranquilamente estar en la máxima categoría”.

“En el futuro, si las autoridades toman las decisiones correctas, seguramente veremos más jugadores chinos llegando a Europa y más futbolistas internacionales aterrizando en el fútbol chino”.

Kanoute restó valor a las declaraciones del argentino Carlos Tévez que aseguró haber estado un año de vacaciones en China tras jugar una temporada en la que ganó unos US$700.000 a la semana.

“Nadie puede pensar que es fácil jugar en China”, aseguró Kanoute, quien trabaja en su propia firma de consultoría para facilitar la llegada de jugadores al fútbol chino.

“Es competitivo y encima de eso te tienes que adaptar al equipo, a la cultura, al idioma. No puedes marcar una diferencia tu solo”.

La llegada del argentino Javier Mascherano, por US$12 millones, parece mostrar el camino a seguir, aunque todavía haya cosas que seguir puliendo en el camino.

Puede que la pausa que están experimentando se trate nada más que un respiro para tomar impulso, no del final de una burbuja.

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