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“Tengo 20 años y nunca tuve la regla”: Bobby Clay, la atleta que autodestruyó su cuerpo en su adolescencia

No había señales de lo que estaba ocurriendo debajo de su piel. Así que Bobby Clay no pudo sospechar que aquello que la hacía sentir invencible también la estaba destruyendo.

“Solo quería ser la mejor”, dijo con resignación la joven que pasó de ser una de las grandes promesas del atletismo británico de medio fondo a ser “esa chica”.

“La chica que sobreentrenó, la chica que no se alimentó. La chica de la que nos hablan todos, pero que todos creemos ‘no me pasará a mí'”, contó en un desgarrador relato publicado en la revista británica Athletics Weekly.
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“Siempre tuve la confianza que podía ser alguien, en verdad creí que correr y competir era lo mío, pero eso tomó el control de mi vida y lo único que pensaba era en correr, entrenar”.

La obsesión llegó a tal punto que desde los 15 años comenzó a someterse a un régimen de entrenamiento tan exigente que sobrepasó los límites de resistencia de su propio cuerpo.

“Tengo 20 años y nunca he tenido la regla. Tengo 20 años y tengo osteoporosis. Tengo 20 años y me convertí en ‘esa chica'”, admitió.

Punto de no retorno

Clay se destacó como una prominente corredora desde muy temprana edad y a los 15 años ya había logrado dar el salto para formar parte del equipo británico que participó en los campeonatos mundiales de campo traviesa.

Fue cuarta en los 1.500 metros planos de lo campeonatos mundiales juveniles en 2013 y llegó a las finales de los mundiales sub20 en 2014 y 2016.

Con 19 años se convirtió en la campeona europea y había bajado su mejor marca en los 1.500 metros a 4:10.61, uno de los mejores registros en el mundo para su edad.

Todo parecía encarrilado, pero su cuerpo dijo basta: “Estaba nadando y cuando di el giro al final de la piscina y me empujé contra la pared sentí como mi pie se rompió. Me dolió muchísimo”, recordó en una entrevista con la BBC.
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“No es normal romperse un pie nadando, de hecho es muy extraño, por lo que me hicieron un examen”, contó sin sospechar entonces el duro golpe que recibiría.

“Llegó el resultado, abrí el sobre y decía osteoporosis. Solo podía ver esa palabra y la leía una y otra vez, como si la pudiera borrar”.

“Entré en un estado de negación, que iba a estar todo bien, pero después sufrí otra fractura y a partir de ahí fue apareciendo otra, y después otra”.

“Nunca me sentí tan sola en mi vida”, describió por lo que pasó hasta el punto que llegó a pensar “que no merecía ayuda porque había sido yo la culpable de lo que me estaba pasando”.

“Para qué les voy a hacer seguir perdiendo el tiempo a la gente”.

Consecuencias

Paradójicamente, el cuerpo de Clay dijo basta cuando la atleta había encontrado el ambiente ideal para su carrera.

Había llegado a la universidad y con un nuevo entrenador su volumen de trabajo disminuyó, siendo más controlado y dirigido.

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“Logré importantes avances en mi desarrolló físico y mental, hasta el punto que estaba aprendiendo a entrenar inteligentemente”, aseguró, “no tenía idea que mi destino ya estaba sellado”.

Clay es consciente que padece osteoporosis debido a tres factores: sobreentrenamiento, déficit alimenticio y a la ausencia de períodos menstruales, hecho que en su momento pensó le daba cierta ventaja competitiva sobre sus rivales.

“Sabía que un cuerpo bajo en grasas significaba que no tendría períodos, pero yo veía eso como una ventaja para mi rendimiento“, que a fin de cuentas resultaba lo más importante en su vida.

“Tenía 15 años y hacía lo mismo que los hombres adultos. No era que estaba bien, pero yo me exigía y siempre forzaba un poco más entre sesiones”, reconoció.

Fue en este período cuando también comenzó a sufrir problemas con la alimentación y aparecieron los primeras síntomas del RED-S (Relative Energy Deficency in Sport, en inglés), o Deficiencia Energética Relativa en el Deporte, un síndrome producido por el desequilibrio entre lo que se come y el gasto energético.

“Muchas de las chicas con las que estaba seguían un camino muy oscuro con respecto a su dieta. La relación que tenía con la comida era aterradora por lo que mi concepto general sobre comer simplemente se trastornó”, explicó.

“En verdad estaba comiendo más que ellas, lo sabía, pero también sabía que no estaba yendo bien, porque comer más que nada tampoco era suficiente”.

Hacia adelante

Tras haber sido diagnosticada y de pasar un año en el que “solo he estado cuatro o cinco semanas sin una fractura”, Clay está siendo sometida a un tratamiento hormonal con el que esperan estimular al cuerpo a producir las hormonas necesarias para aumentar la densidad de sus huesos y establecer un ciclo menstrual natural.

Ya ha tenido cuatro períodos y en su mente lo que único que piensa es crear conciencia para que ella sea la última en ser conocida como “esa chica”.

“Escribí esta nota como esa niña de 12 años que tiene un sueño, una niña con una pasión abrumadora por correr, una niña que no quiere que ninguna otra atleta sufra esta tortura física y emocional”, finalizó.

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