Unas 24 horas antes del encuentro en el Rose Bowl de Pasadena, Quinteros había reconocido que debutar con un empate ante el pentacampeón mundial no sería un mal resultado, tomando en cuenta que Ecuador nunca ha podido ganarle a Brasil en Copa América.

Cuando en el minuto 66, Miller Bolaños se fue hasta el fondo por el carril izquierdo, disparó a puerta y Allison metió el balón en su propio arco, un rugido de alegría estremeció de punta a punta al cinturón del mundo.

Empero, segundos después del festejo llegó el silencio, cuando el juez de línea chileno Carlos Astroza marcó saque de meta, señalando que el delantero ecuatoriano remató cuando el balón ya había traspasado la línea de fondo.

La decisión arbitral privó a la Tricolor de su primer triunfo histórico ante su gran némesis, e hizo que su DT saliera del estadio “con bronca”, y la amargura de tener que comerse sus propias reflexiones. En este caso, el empate supo a derrota.

“Es la segunda vez en la historia de Copa América que Ecuador le puede empatar a Brasil, pero a veces el resultado te deja medio desconforme”, aseguró Quinteros.

De tener la victoria en las manos, Ecuador se fue con un punto, que obliga a su selección a “jugar muy bien el siguiente partido y extraordinariamente bien el último de la primera fase”, aseguró Quinteros.

Lo cierto es que ante Perú -un renovado equipo sin nada que perder-, Quinteros y su cuerpo técnico tendrán que trabajar mucho para elevar a un nivel de decencia ese 77% de efectividad en los pases y el 35% de posesión del balón en su partido debut.

Ecuador se mide el miércoles en Glendale (Arizona) a Perú, líder del Grupo B al vencer a Haití 1-0 este sábado en Seattle.

Dunga satisfecho y optimista

La otra cara de esta moneda del empate la puso Dunga, el seleccionador de Brasil, quien se fue “satisfecho y optimista” del desempeño de sus muchachos, palabras con las que quiso quitar fuelle a las críticas que le llueven desde que asumió el mando de la 'canarinha'.

“Me voy bastante contento, satisfecho y optimista, de un partido contra un rival tan difícil, ordenado, de mucha velocidad y gran contraataque”, reconoció Dunga.

Brasil no acaba de ser Brasil, por mucho empeño que ponga su DT. La espada de Damocles caerá sobre su cabeza si Brasil sale trasquilado de esta Copa América. Por más buena cara que ponga al mal tiempo, su equipo necesita jugar más y mejor de como lo hizo el sábado.

Más allá de las bajas de último momento debido a las lesiones, y las ausencias de estrellas como Neymar, Brasil nunca se acaba de graduar, y difícilmente lo pueda hacer con tantas fluctuaciones.

A este Brasil de Dunga no le sobra talento pero sobre todo le faltan convicciones. Y lo evidenció en el terreno con su falta de contundencia e imaginación.

Cierto, controló el partido casi las dos terceras parte del tiempo reglado, tuvo un 91% de efectividad en sus pases y 65% de posesión del balón, pero sus artilleros, Jonas sobre todo, fueron fantasmas de pólvora mojada.

Brasil saldrá también a la cancha el miércoles para medirse a Haití en Orlando en la segunda fecha del Grupo B. Otro empate ante tan débil rival no haría tan feliz a Dunga, ni a las exigentes afición y prensa brasileñas.