Deporte Nacional

Mayra Herrera y su cómplice de una linda aventura

José Ángel y Mayra son los protagonistas de la relación más pura y sincera entre madre e hijo. Un amor que no tiene barreras y dispuesto a superar cualquier obstáculo que se interponga.

La marchistas guatemalteca Mayra Herrera junto a su hijo José, de 4 años. (Foto Prensa Libre: Fernando López R.)

La marchistas guatemalteca Mayra Herrera junto a su hijo José, de 4 años. (Foto Prensa Libre: Fernando López R.)

El pequeño, de 4 años, es el primogénito de la marchista olímpica Mayra Herrera. Es su mayor bendición y su razón de ser, después del deporte.

“Ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida. La llegada de José Ángel cambió mi manera de ver la vida”, afirma Herrera, quien próximamente estará representando a Guatemala en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.

La atleta nacional inició a sus 21 años con la experiencia más retadora que la vida le ha presentado, a pesar de enfrentarse eventualmente a pruebas sobre el asfalto a escala internacional, que exigen su máximo potencial.

“Yo soy una persona de carácter fuerte, pero cuando nació mi hijo cambié bastante. Él vino a suavizar mi manera de ser y me ayuda a ser una mejor persona”, asegura Mayra.

José y Mayra disfrutan de pasar tiempo juntos y compartir actividades como ver las caricaturas de Bob Esponja y Mickey Mouse.

También invierten su tiempo en ir a comer juntos. “Especialmente pizza y papas fritas, porque es su comida favorita”, afirma Herrera.

Sacrificios

“Es la mejor relación que puedo tener, me gusta consentirlo mucho. Nos llevamos muy bien, a pesar de que él heredó de mí lo del carácter, pero sabemos complementarnos”, cuenta la marchista.

El hecho de ser madre y deportista de alto rendimiento requiere de mucha paciencia, tanto para Herrera como para su pequeño, pues los entrenamientos, competencias y fogueos absorben su tiempo y limitan el mismo para compartir con José Ángel.

“Es uno de los más grandes sacrificios para mí, desde que nació mi bebé. No puedo compartir el tiempo suficiente con él, por los viajes y entrenamientos; sin embargo, hemos aprendido a convivir con ello, tanto él como yo”, relata la marchista.

Gracias a la avanzada tecnología, la atleta puede comunicarse con José Ángel, cada vez que sale del país y pasa hasta dos meses lejos.

“Él está un poco acostumbrado a que yo salga eventualmente; al principio, cuando todavía era un bebé, sí se enojaba conmigo. Ahora ya entiende y para los dos es un sacrificio”, cuenta la marchista olímpica.

Su sueño

Para Herrera sería una verdadera satisfacción poder ver a su hijo incursionar en el deporte, aunque preferiría que su elección fuera el futbol antes que el atletismo.

“Me gustaría que hiciera deporte, ahora cuando vengo a entrenar y él está conmigo, se pone a marchar a la par de todos. Yo preferiría que jugará futbol y no que se decidiera por la marcha, porque es un deporte muy duro y no me gustaría verlo sufrir”, resalta.

Herrera cuenta que todas las noches ora junto a José Ángel, para que él sea una mejor persona y nunca se aparte del camino correcto.

“Los deportistas sufrimos mucho, pero al mismo tiempo es una satisfacción enorme el poder ver a nuestros hijos crecer y poder guiarlos para que sean buenos ciudadanos. A todas las deportistas que quieran ser madres, les aconsejo que se atrevan porque es parte de ser mujer y es lo mejor que le puede pasar a uno en la vida”, comenta la atleta.

La marchista, quien forma parte del equipo nacional élite, competirá en julio próximo en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y ya tiene la marca para representar a Guatemala en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

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