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Luis Enrique pasa de la destitución a la consagración

En los últimos 12 meses, Luis Enrique ha vivido un cambio espectacular en su vida profesional, pasando de estar casi destituido hace un año tras la derrota del Barcelona en Anoeta a ser elegido el Mejor Entrenador del 2015.

En el primer partido tras las vacaciones navideñas de hace un año, el Barcelona perdió en su visita a San Sebastián y Luis Enrique tuvo la osadía de dejar en el banquillo a sus dos estrellas, el brasileño Neymar y, sobre todo, el argentino Lionel Messi.

Aquello le valió enfrentarse con el crack argentino, según informó la prensa española, que daba por hecho el cese inminente del entrenador.

El equipo, según los puristas, había perdido además la esencia del juego de toque que caracteriza al Barcelona y lograr títulos, ante un Real Madrid intratable, parecía una quimera.

La situación a nivel institucional tampoco era demasiado buena, con múltiples frentes judiciales, el secretario técnico Andoni Zubizarreta destituido y con el presidente Josep Maria Bartomeu convocando elecciones para el final de la pasada temporada.

 Pero de aquel momento complicado, en los que Luis Enrique ya se manejaba como pocos en su etapa de jugador  (como cuando renegó del Real Madrid para fichar por el eterno rival) , el técnico asturiano, de 43 años, salió reforzado.

El equipo comenzó a ganar, la famosa tripleta atacante MSN  (formada por el uruguayo Luis Suárez, además de Messi y Neymar) comenzó a marcar goles y, sobre todo, los títulos empezaron a caer.

Ahora, 12 meses después y con la Liga, la Copa del Rey, la Champions, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes como avales, el crédito de Luis Enrique al frente del Barcelona no parece tener límite.

Le costó mucho, pero Luis Enrique supo enderezar el rumbo de una entidad que había cerrado la temporada 2013-2014 en blanco, con el argentino Gerardo Tata Martino en el banquillo.

Vuelta a la esencia

El Barcelona recurrió a Luis Enrique para volver a la esencia barcelonista, la que había mamado como jugador, aunque el asturiano como futbolista se caracterizaba más por su lucha y su bravura, además de los goles, que por su virtuosismo con el balón.

El equipo catalán se puso en manos entonces de un técnico casi sin experiencia. Solo había entrenado al filial azulgrana, una temporada poco exitosa en la Roma y un buen año en el modesto Celta de Vigo.

La idea del Barcelona era repetir con Luis Enrique la experiencia con Pep Guardiola, que sin haber entrenado al máximo nivel, llevó al club azulgrana a la mejor época de su historia, entre 2008 y 2012.

De momento, a Luis Enrique sólo le faltó la Supercopa de España  (que perdió ante el Athletic Club de Bilbao) para hacer el pleno de seis títulos de seis posibles e igualar el mejor año de Guardiola y de la centenaria historia del equipo catalán  (2009) .

Con la pegada de la famosa MSN en ataque, al Barcelona de Luis Enrique no le hace falta masticar tanto las jugadas como hacía el Bara de Guardiola, y además ha sabido transmitir su exigencia y su fuerte carácter a un grupo plagado de estrellas.

Ahora, con el crédito obtenido y con unos jugadores que no sacian su hambre de éxito por muchos títulos que acumulen, el futuro de Luis Enrique parece encaminado a escribir otra era gloriosa para el Barcelona.

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