BBC NEWS MUNDO

Zidane renuncia al Real Madrid: por qué ni siquiera triunfar en la Champions garantiza seguir en el club blanco

Los pocos elegidos que han jugado alguna vez en el Real Madrid lo conocen bien y es su peor enemigo. La prensa local lo llama "el murmullo del Bernabéu".

Es el ruido de fondo de desaprobación que se extiende por el estadio madridista cuando a sus exigentes aficionados no les gusta lo que hacen sus jugadores.

Leyendas blancas retiradas como el argentino Jorge Valdano han relatado que ese rumor se les metía en la cabeza y ejercía una enorme presión sobre ellos.

El gran Zinedine Zidane, que este jueves anunció su inesperada renuncia como entrenador merengue a los pocos días de conquistar la Champions League en Kiev, sufrió en su época de jugador el severo juicio del Santiago Bernabéu.

En sus primeras apariciones con la elástica madridista, recién llegado a España y todavía sin aclimatar a su nueva ciudad, Zidane fue abucheado por muchos seguidores que esperaban más de él desde el primer día.

Ni siquiera Cristiano Ronaldo, pese a que se ha quejado públicamente por ello, se ha librado de los silbidos del público en las raras ocasiones en que el portugués ha encadenado partidos sin marcar.

Es la idiosincrasia del Real Madrid, un club donde solo juegan los mejores del mundo y donde ni siquiera ganar la Champions League u otros títulos le asegura la continuidad a jugadores, presidentes o directivos.

No es el primero

En la rueda de prensa en la que anunció su adiós, Zidane mencionó entre los motivos de su sorprendente decisión la “presión” y el “desgaste” que rodean al Real Madrid.

El francés no es el primero que sale del club español apenas días después de haber alcanzado éxitos con los que otros clubes solo se permiten soñar.

En 1998, el entrenador alemán Jupp Heynckes llevó al Madrid a conquistar su séptima corona europea frente a la Juventus de Turín en Ámsterdam.

El Real Madrid llevaba nada menos que 32 años sin ganar su trofeo predilecto y recuperar la copa perdida desde la era de los Di Stéfano, Puskas y compañía se había convertido en una obsesión para los hinchas y para el club.

Heynckes logró romper ese maleficio histórico y la fuente de la diosa Cibeles en Madrid, donde los seguidores madridistas celebran los triunfos del equipo, vivió verdaderas escenas de éxtasis.

Pero al terminar la temporada, Heynckes no fue renovado en el banquillo.

Sus malos resultados en la Liga española y su escasa autoridad en el vestuario supusieron la condena de uno de los técnicos más prestigiosos del fútbol europeo.

Dos años después, el Madrid volvió a levantar la Champions tras derrotar al Valencia en París.

El entonces presidente de la entidad, Lorenzo Sanz, decidió adelantar las elecciones a la presidencia del club convencido de que el reciente triunfo parisino le aseguraba el apoyo de los socios en las urnas.

Al contrario de lo que sucede con la mayoría de clubes europeos, en el Real Madrid y el F.C. Barcelona son los socios quienes eligen mediante votación al presidente.

Sanz perdió aquellas elecciones. Las dos Champions conquistadas en su mandato no fueron argumento suficiente para el madridismo.

El caso de Del Bosque

Vicente del Bosque logró al frente del Madrid dos Champions, dos Ligas, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental.

Tampoco bastó.

El día después de haberse proclamado campeón de Liga en 2003, el club anunció que prescindía de los servicios de Del Bosque porque su proyecto mostraba “síntomas de agotamiento”.

Con él salía también el defensa Fernando Hierro, histórico capitán de un plantel en el que militó durante 13 temporadas.

La directiva arguyó que Hierro tenía demasiados años para seguir compitiendo en el Madrid, aunque los medios especularon con posibles problemas de convivencia entre los jugadores como el verdadero motivo de su marcha.

Del Bosque sería después el seleccionador que condujo a España a ganar un Mundial y dos Eurocopas.

El presidente que decidió no renovarle como técnico, Florentino Pérez, sería también después víctima de la insaciable exigencia de la institución.

En febrero de 2006, dimitió como máximo dirigente, cuando el Madrid estaba a punto de terminar su tercera temporada consecutiva sin conquistar un título.

Tanto la prensa madrileña como el público del Bernabéu habían empezado a mostrar su malestar por una racha inaceptable en un club al que la FIFA reconoció como el mejor del siglo XX.

Pérez regresaría a la presidencia en 2009. Desde entonces el Real logró cuatro Champions, tres de ellas de manera consecutiva, una gesta que nadie antes logró con el actual formato de la competición.

Pero eso tampoco le garantiza la tranquilidad.

El propio Pérez lo expresó después de que los madridistas se hicieran también con la Copa de Europa de baloncesto.

“Somos el Real Madrid y estamos obligados a batir nuestro propio récord año tras año”.

Pocos días después de aquella declaración, el Madrid de fútbol tumbó al Liverpool en Kiev y se convertía en el primer club de la historia en quedar campeón europeo en ambos deportes en la misma temporada.

“Lo tritura todo”

Zidane se marcha, pues, en lo más alto y deja un equipo al que engrandeció como jugador y entrenador pero con una acreditada propensión a devorar a sus propios ídolos.

Otro francés, Arsène Wenger, se despidió del Arsenal inglés después de 22 temporadas en el banquillo.

Pero eso tampoco le garantiza la tranquilidad.

Hay casas de apuestas que lo sitúan entre los candidatos a ser el relevo de su compatriota en Chamartín.

Ganara lo que ganara, cuesta imaginar que en Madrid aguantara tanto tiempo.

El columnista español Manuel Jabois escribió en El País tras la reciente final de la Champions que el Madrid ganó “por la misma razón por la que ha triturado todo en su historia: porque no tiene sentimientos”.