Deporte Internacional

Alan Pichot, un joven argentino que prefiere el ajedrez al futbol

A sus 16 años, Alan Pichot se siente diferente a sus congéneres argentinos porque en lugar de la pelota de fútbol prefiere los trebejos, pasión que lo llevó a consagrarse campeón Mundial Sub 16 de ajedrez y ahora sueña con derribar a los reyes del tablero.

El joven es hijo del primo segundo del exrugbier Agustín Pichot, uno de los grandes capitanes de la historia de la selección argentina Los Pumas, con quien no se ha cruzado ni tampoco se tentó por probar ese deporte rudo.

“Yo, de rugby, no tengo idea, nada. Ni rugby ni boxeo”, dijo a la AFP este adolescente con cara aniñada, antes de sentarse ante el tablero para enfrentar a un competidor.

Sin dudas afirma: “Hoy el ajedrez es todo para mí. Me fui enganchando de a poco, y no hay día que no tenga ganas de jugar”.

Sergio Slipak, uno de sus mentores, considera a Pichot “un jugador que está en la carrera para estar entre los mejores 20 del mundo”, indicó este ajedrecista argentino de 50 años, Gran Maestro según la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés).

Sorprendido con la repercusión por el título mundial que obtuvo en septiembre pasado, Pichot recibió a la AFP en un salón del club Ajedrez Martelli, al norte de Buenos Aires, donde esta semana se disputa el XXI Abierto Proam.

El joven nacido el 13 de agosto de 1998 en un hogar de clase media, sueña con estar “entre los mejores del continente o del mundo” en este deporte que descubrió a los 4 años, luego de ver jugar al padre de un amigo de preescolar.

Con empeño se consagró campeón mundial Sub-16 el 29 de septiembre en Durban, Sudáfrica.

Allí sumó 9 puntos y derrotó en la 11a ronda al ruso Maxim Litnitov, un título que Argentina no conseguía desde que lo ganó Pablo Zarnicki en 1992.

En América Latina, Argentina es el país con mayor número de grandes maestros activos (20), seguido por Cuba (19), Brasil (11), Perú (6) y México (5), en un juego del cual Rusia sigue siendo la potencia histórica (216).

Alan, la mayor promesa


En 2013 Pichot ya se había convertido en el Maestro Internacional más joven de Argentina, mientras que en octubre pasado empató en el primer puesto y quedó eliminado en el desempate en el torneo Continental de mayores en Brasil.

“Para mí fue un muy buen resultado, porque en la última ronda le gané al mejor jugador del torneo (Lázaro Bruzón, N.60) que es el tercero mejor de América y que está entre los mejores 100 del mundo”, explicó.

Pichot no sabe definir bien por qué el ajedrez le resulta “un juego muy atractivo”, pero cree que “debe ser la energía” lo que le da ganas de practicarlo a diario.

Como no se cansa en las partidas -la más larga que disputó duró unas cinco horas y media- no necesita una preparación física especial, aunque es consciente que en los torneos debe dormir bien.

“Trabajar mucho, eso es lo que se tiene que hacer para llegar”, aconseja Slipak, su entrenador desde hace casi cinco años, junto al maestro Sandro Mareco.

Slipak admite que su alumno ya lo superó en el ránking mundial: “Alan es un jugador especial. Desde el comienzo, era evidente”.

“No tengo dudas de que Alan es la mayor promesa que tiene Argentina en ajedrez en los últimos 40 años”, dijo al asegurar que su pupilo tiene las dotes para figurar en el Top-20 del mundo.

Pichot dedica al menos una hora y media por día a entrenar y lleva hechos más de 94.000 ejercicios de un programa especial de ajedrez on line.

 

 Inteligencia superior


El joven fue recientemente fue homenajeado por Boca Juniors, el club de fútbol del que es hincha por herencia familiar, y que le ofreció apoyo financiero.

Hasta ahora Pichot es respaldado por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), que hizo posible sus viajes tanto al Mundial Sub16 en Durban como al Sudamericano Sub 20 en Bolivia.

“Los costos son muy altos y no es fácil conseguir spónsors”, dijo y adelantó que en 2015 tiene pensado disputar varios torneos en Europa.

De pequeño descubrieron que su inteligencia era superior a la media y pronto dejará su colegio tradicional en Buenos Aires para terminar la secundaria en una escuela virtual de alto rendimiento que ofrece el Enard.

“Me siento un poco distinto a los otros chicos, porque no son muchos los que practican ajedrez, pero no le doy importancia al tema de la inteligencia”, dice con humildad.

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