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Cómo los fines de semana de tres días puede ayudar a salvar el mundo

¿Quién no disfruta un día feriado? Es un día más para pasar tiempo con la familia, un día más para viajar a otro lugar, un día más para desconectar del trabajo.

Ahora bien. Imagina si en vez de tener unos cuantos días feriados regados en el año, tuviéramos  tres días de fin de semana todas las semanas.

No sólo se trata de una idea bonita, más allá de las posibilidades de diversión que brindaría un día extra: también podría ser una medida fácil para  mejorar radicalmente el medioambiente y nuestra economía.

Efectivamente, según los economistas David Rosnik y Mark Weisbrot, por lo general una reducción de horas de trabajo está relacionada con una  reducción del consumo de energía.

De hecho, si los estadounidenses siguieran los patrones de horas de trabajo que los europeos, de sólo 40 horas al mes, en Estados Unidos verían una reducción del 20% del uso de energía, y por consiguiente de emisiones de carbono.

Y con sólo cuatro días de trabajo laboral a la semana también se reducirían grandes cantidades de emisiones de carbono producidas por los traslados del hogar al trabajo.

En un momento en que debemos cortar masivamente la emisión de los gases que contribuyen al calentamiento global, institucionalizar fines de semana de tres días podría ser  la forma más sencilla y elegante de hacer que nuestra economía sea más amigable con el medioambiente.

El caso Utah

Esta es una idea que ya se ha puesto en práctica.

En 2007, el estado de Utah, en Estados Unidos, redefinió las semanas laborales de sus empleados públicos  extendiendo las horas de lunes a jueves para elimina rlas  los viernes.

En sus primeros diez meses de puesta en práctica, el estado  ahorró al menos US$1,8 millones en gastos de energía.

Menos días de trabajo significó menos gastos de luz en las oficinas, menos consumo en aires acondicionados, así como menos tiempo utilizando computadores y otros equipos.

Por un día a la semana, miles de personas -trabajadores públicos- pudieron quedarse en sus casas.
Así que si se incluye la reducción de gases efecto invernadero de los viajes ahorrados, el estado estimó  un ahorro de más de 12 mil toneladas de CO2 al año.

A pesar de estos beneficios, sin embargo, en 2011 el gobierno de Utah se vio obligado a abandonar esta medida tras quejas de residentes por no tener acceso a los servicios los viernes.

Pareciera que este tipo de medidas debe estar acompañado de un  cambio en nuestras expectativas para los viernes y empezar en ese día como el primero del fin de semana, y no un día de la semana sin trabajo.

No obstante, la experiencia de Utah muestra que, si se replica en todo el país, una semana de cuatro días podría significar grandes progresos hacia una economía que haga menos daño al medioambiente.

Y todavía puede haber más beneficios, pues  trabajar menos días podría mejorar el “balance trabajo-vida” y ayudar a restaurar nuestra salud mental y bienestar físico.

El caso de Suecia

“Cuando vemos la forma en que llevamos nuestras vidas, el estrés que están sufriendo las personas, la presión sobre el tiempo y las ausencias por enfermedad y salud mental relacionadas al trabajo, vemos claramente que es  un problema importante”, dijo al diario The Guardian el profesor John Ashton, expresidente de la Facultad de Salud Pública del Reino Unido.

Así que tres días de fin de semana nos daría más tiempo para actividades sociales, cuidar a los niños y personas mayores, así como comprometernos más con la comunidad.

En 2015, en Suecia se hicieron varios experimentos en el que redujeron las horas de trabajo y el resultado fue  menos bajas por enfermedad y un aumento de la productividad.

Así que dirigir el aumento en la eficiencia económica hacia el aumento de tiempo libre y reducción de energía de consumo, en vez de producir más cosas,  podría crear un mundo mejor y más medioambientalmente seguro.

Aunque, ante esta premisa, puede haber una objeción obvia:  ¿nos lo podemos permitir?

Existen serias razones económicas y tecnológicas para que los gobiernos, partidos políticos, consultoras y movimientos sociales empiecen a pensar en promover un fin de semana de tres días.

Recientemente, el antropólogo de la London School of Economics David Graeber expuso su teoría sobre cómo  mucho s  de los trabajos que existen actualmente son innecesarios.

Para Graeber,  la predicción en 1930 hiciera el economista John Maynard Keynes, sobre un fin del siglo XX en el que los humanos solo estén trabajando 15 horas a la semana gracias a los avances tecnológicos debió haberse hecho realidad.

Pero no fue así.

Presencia vs productividad

De hecho, economistas han sido conscientes de las horas redundantes en muchos días laborables con empleados infrautilizados en sus lugares de trabajo, pero incapaces de salir debida una cuestión de “presencia” en la oficina.

En vez de trabajar más horas por poco beneficio productivo, deberíamos acogernos a una semana más corta y ayudar a salvar tanto el planeta como nuestro propio bienestar.

Y mirando más a largo plazo, se prevé que una nueva ola de automatización en el lugar de trabajo, con sistemas avanzados de  robótica e inteligencia artificial reemplazará en las próximas décadas el 47% de los empleos actuales en Estados Unidos y el 54% en Europa.

En estas circunstancias, donde habrá mucho menos trabajo disponible, instaurar políticas como fines de semana de tres días será esencial para que la vida bajo estas cambiantes condiciones económicas se pueda vivir.

Tal y como Nick Srnicek y yo hemos expuesto en nuestro libro Inventing the Future: Postcapitalism and a World Without Work (“Inventando el futuro: poscapitalismo y un mundo sin trabajo”),  la automatización nos ofrecerá el prospecto de un muy distinto mundo laboral.

Más automatización hará que los procesos de producción sean más eficientes, se utilice menos energía y menos mano de obra humana hasta que, eventualmente,  estemos liberados del trabajo.

La clave para obtener los beneficios de la automatización sin que haya una dislocación social drástica depende en parte del desarrollo de políticas que funcionen para compartir esos beneficios.

Esto significa una semana de trabajo reducida gracias a un fin de semana más largo, junto con un salario básico universal.

 Nada de esto sucederá de la noche a la mañana.

Pero si este 2 de enero tocó feriado en tu país, y estás leyendo este artículo desde casa, piensa que no sólo estás disfrutando de un día más de diversión, sino que estás ayudando a combatir el cambio climático.

*Alex William es profesor de sociología. Escribió este artículo para el sitio académico The Conversation.

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