Economía

La difícil situación de desempleo que obliga a vendedores informales a salir a la calle

A pesar del desalojo violento de la semana antepasada de trabajadores informales en la sexta avenida por parte de la Municipalidad, este sector de la población sigue buscando las calles con el objetivo de obtener ingresos.

La calle es su escenario de trabajo: vendedores de fruta, vestuario, juguetes, dulces y accesorios para celulares, lava carros, improvisadas cafeterías y hasta tramitadores.

Sus razones y motivos son variados. En su mayoría se debe a niveles de estudio mínimo, edad o a la cantidad de requisitos que solicitan algunas empresas.

Maribel García ha trabajado como impulsadora de productos en calle porque no consigue empleo. Ofrece perfumes y productos de la canasta básica.

Al consultar las razones que la llevaron a emplearse así, dice: “No tengo horario para trabajar, compro los artículos en varios almacenes y los revendo en comedores, mercados o con amigos”.

Se calcula que en el país siete de cada 10 guatemaltecos laboran en el sector informal, afirma Carlos Mancia Chua, encargado de la Dirección de Censos y Encuestas del Instituto Nacional de Estadísticas.

La encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (Enei) del 2016, refiere que la tasa de informalidad asciende a 69.80% y que la Población Económica Activa se conforma por 6.6 millones de personas de las cuales es 64.8% son hombres y 35.2% mujeres.

Por su condición, los informales están imposibilitados de recibir la prestación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

Fruta en mano

Son las 3 de la mañana y Alex Olmos de 18 años inicia su jornada laboral en el mercado La Terminal, para comprar fruta fresca. “Si llego más tarde los precios aumentan”.

Olmos, originario de Quiché, cuenta que para mejorar su condición de vida decidió migrar a la ciudad y por consejo de amigos y familiares decidió comenzar su negocio de venta de fruta.

Antes intentó hallar una plaza en empresas formales, pero debido a que únicamente cursó hasta sexto primaria sus intentos fueron fallidos.

Su inversión inicial para comprar fruta fue de Q200, pero gastó Q120 en sus herramientas entre las que incluye su cuchillo, una canasta, tenazas y la miel, entre otros.

El Banco Mundial define al trabajador informal en dos grupos: Independientes (trabajadores por cuenta propia y microempresarios) y los que no están buscando un empleo formal.

En este rubro, la ENEI identifica que en el país el desempleo abierto al primer semestre del 2016 fue de 3.1%. Por edad, esta condición impacta en 6.5% a jóvenes de entre 15 y 24 años.

Jornadas largas

Su jornada de 14 horas le permite ganar Q1 mil 400 al mes que lo ayudan a sufrar los gastos.

Esa es la situación de Ernesto López de 59 años, quien no consiguió trabajo debido a su edad y en abril pasado decidió emplearse como lava carros. 

Alquila un cuarto en Ciudad Quetzal, San Juan Sacatepéquez y de allí sale todos los días a las 4:30 horas; regresa a las 19 horas, y gana Q50 diarios.

“Lavo aproximadamente 10 carros al día, trabajo de domingo a domingo y cobro Q15 por vehículo, pero le tengo que pagar al señor que me da permiso de lavar los carros en este lugar Q10 por cada uno, con lo que gano pago el alquiler del cuarto, mi pasaje y mi comida, además ayudo a mi hermana”.

Después de haber trabajado para numerosos patronos, López no pierde la esperanza de poder jubilarse pero aún le faltan constancias laborales para concluir el proceso.

Los vendedores en la informalidad argumentan que en Navidad es la época de mejores ventas. 

Para el analista del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales una de las razones de la informalidad, es que no existe suficiente creación de puestos de trabajo y, las empresas no son capaces de generar ganancias para pagar lo que exige la ley.

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