Economía

Estanco del tabaco

El proyecto de Ley de Competencia que se encuentra en estudio en el Congreso de la República tiene antecedentes coloniales en el Estanco del Tabaco.

La investigación, titulada El Establecimiento del Estanco del Tabaco en el Reino de Guatemala, fue hecha por el historiador Jorge Luján Muñoz y publicada en la Revista Mesoamérica de Cirma y Plumsock Mesoamerican Studies, junio de 2001, año XXII, número 41, páginas 97 a 136. A continuación, un extracto de las conclusiones de la misma.

Existen pocas y fragmentarias informaciones sobre el cultivo y elaboración del tabaco en el Reino de Guatemala antes del establecimiento del monopolio. Sin embargo, no hay duda que ya a principios del siglo XVII se sembraba —y sin duda consumía— en todas las regiones del Reino. La puesta en funcionamiento en el Reino de Guatemala del Estanco del Tabaco fue un aspecto importante de las reformas borbónicas en el ramo de real hacienda, que aspiraban a incrementar los ingresos, a fin de enfrentar los crecientes gastos burocráticos y de defensa de la costa atlántica.

Se deseaba mejorar la administración —no solo aumentando la burocracia, sino haciéndola más eficiente— y defender mejor la costa atlántica del Reino. En este último aspecto se consideró que se requería, a la vez, construir nuevas fortificaciones en lugares estratégicos y mejorar las existentes, y mantener fuerzas suficientes en ellas que impidieran el ingreso de los enemigos de España. Los gastos fueron muy elevados y ante la realidad de que no alcanzaban los ingresos “normales”, el recurso era, por un lado, aumentar la recaudación con sistemas más eficientes, por otro, establecer nuevas fuentes. Ahí fue donde se escogió, en la península, la posibilidad del tabaco. Se trataba de un producto no esencial y que provenía de un vicio “voluntario”.

La forma como se aplicó la reforma de la real hacienda rompió los esquemas establecidos. Había un sentido de urgencia, al mismo tiempo que se desconfiaba de la eficiencia del sistema. De ahí que se tomaran las decisiones en la península y que se recurriera al inusitado sistema de los “visitadores generales”…

Se cambia el modelo de negocios

El establecimiento del monopolio transformó profundamente todo el sistema de producción, elaboración y comercialización del tabaco. Se pasó súbitamente de formas fluidas y espontáneas, que lentamente habían ido conformando el consumo y la producción, a formas rígidas y autoritarias. La actitud de los burócratas encargados de la puesta en marcha muestra la prepotencia y el autoritarismo de los funcionarios responsables, incapaces de apreciar los efectos negativos de la reforma para amplios sectores de la población.

Los más afectados fueron los cultivadores, todos de recursos modestos, pequeños o medianos productores, y los artesanos que elaboraban los cigarros y puros. Eran gentes sin organización y sin poder, pero que dejaron sentir su desacuerdo ante las medidas adoptadas. El Ayuntamiento de Santiago, que se había visto afectado por las reformas ya que se le despojó de la administración de la alcabala y del aguardiente, asumió, veladamente, la defensa de los tabaqueros.

La “plebe” se rebela

A lo largo de 1766 creció el clima de oposición y rechazo, especialmente en Santiago. Los grupos más bajos —“la plebe”, como se dice en los documentos— manifestaron su desesperación y desagrado por los medios solapados y casi anónimos que caracterizan a los “sin poder”. Solo cuando su audacia fue en aumento y las autoridades temieron un estallido, dieron parcialmente marcha atrás. Fue la típica estrategia administrativa: “ceder para mantener”.

Era la mentalidad de la época, el fin de aumentar los ingresos reales lo justificaba todo, aunque fuera a costa de los intereses de muchos súbditos. El sistema se mantuvo. Hubo dificultades para la puesta en marcha y que tuviera buenos rendimientos. Solo a partir de más de una década de funcionamiento mejoró su rendimiento, y hasta los primeros años del siglo XIX —después de 1805—, que se convirtió en uno de los ramos más productivos…

Sin embargo, no se aprecia que a pesar del aumento de precios disminuyera el consumo de tabaco, sino más bien que aumentó.

ESCRITO POR:

José Molina Calderón

Economista. Consultor en gobierno corporativo de empresas familiares. Director externo en juntas directivas. Miembro de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Autor de libros de historia económica de Guatemala.