Economía

Emprendedor destaca talento con color y cera

Daniel Toledo y su socia tenían 19 años de edad cuando decidieron emprender el negocio de elaboración de candelas.

El trabajo es hecho a mano, no hay moldes para realizar el diseño, actualmente la empresa está participando en la exposición de “100 pesebres”, en Roma. (Foto Prensa Libre: Sandra Vi)

El trabajo es hecho a mano, no hay moldes para realizar el diseño, actualmente la empresa está participando en la exposición de “100 pesebres”, en Roma. (Foto Prensa Libre: Sandra Vi)

“Ella era quien tenía el arte para hacer las velas y un día me enseñó el trabajo que hacía. Cuando vi sus diseños, estaba seguro que podíamos hacer algo más grande con el trabajo”, expresa Toledo.

El proyecto empieza con una inversión de Q50 y con ese dinero compraron una maqueta de cera, mecha y color. Los emprendedores empezaron a vender sus creaciones en época navideña, pero no tenían un lugar para fabricar el producto: “En nuestras cocinas hacíamos las figuritas navideñas”, comenta el emprendedor. Familiares y amigos fueron los primeros clientes del emprendimiento.

La primera venta por mayoreo fue a una cadena de tiendas que se dedica al negocio de artículos para el hogar. “Ellos nos compraron unas velitas de Santa Claus y arbolitos navideños para adornar las oficinas, vendimos más de 50 velitas y nos dio la pauta de pensar que sí podíamos ser una empresa formal”, asegura Toledo.

Tras finalizar la época navideña, los emprendedores continuaron su proyecto. En la Semana Santa siguiente venden las primeras candelas de cucuruchos, entregan un pedido pequeño a una hermandad de Antigua Guatemala y sin imaginárselo, una hora después de haberlas entregado les solicitaron más, pero no había en inventario, así que las tuvieron que entregar días después.

“Nuestros cucuruchos tuvieron buena aceptación, entonces decidimos salir a las procesiones para vender el producto”, rememoran, y agregan: “Nos unimos a otros vendedores informales, estábamos como pollitos comprados, no teníamos experiencia, pero los otros comerciantes nos daban consejos para vender, nos decían: “griten, ofrezcan, digan que venden”, pero estábamos muy tímidos, fue una experiencia que nunca voy a olvidar y de hecho sigo saliendo con mis bandejas de cucuruchos a vender en las procesiones”, afirma Toledo. “Tengo que confesar que al día de hoy no he podido gritar”, reconoce.

Con el tiempo, decidieron alquilar un lugar para seguir emprendiendo: “La casa estaba llena de ilusión, pero no de clientes”, comenta el emprendedor. Por ello, “ nos pusimos a buscar clientes, las redes no estaban en su apogeo y pagar para anunciarse en un medio de comunicación era muy caro, entonces utilizamos la mejor publicidad, la de boca en boca, hicimos un buen trabajo, cumplíamos con lo que los clientes querían para que hablaran bien de nuestro trabajo”, apunta Toledo.

Para ser emprendedor hay que tener paciencia, hay que ser paciente y tenaz, afirman.

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