Revista D

El hospital del Zoo

Las instalaciones del hospital del Zoológico Nacional La Aurora son similares a las de cualquier nosocomio del país. A los costados del pasillo central se observan varias puertas azules con ventanillas de vidrio que permiten curiosear lo que sucede adentro de las salas.

Radiografía a la dentadura de un  león.   Foto: cortesía Zoológico La Aurora

Radiografía a la dentadura de un  león.   Foto: cortesía Zoológico La Aurora

Sobre cada uno de estos ingresos cuelga un rótulo que identifica la función específica de los ocho ambientes del centro de salud. Cirugía, rayos X, patología, laboratorio clínico, recuperación y farmacia, son algunos de esos apartados.

Las habitaciones están equipadas con aparatos similares o que cumple con las mismas funciones que podría tener un hospital para seres humanos, por ejemplo, dispositivos para ultrasonido, endoscopía, anestesia y dental, todo meticulosamente ordenado y guardado.

Su cualidad es que a diferencia de la mayoría de centros hospitalarios guatemaltecos, la farmacia de este centro sí está surtida de medicamentos, según informan los trabajadores.

El centro es dirigido por el médico veterinario Kurt Duchez, quien cuenta con el apoyo de otros tres profesionales de la misma especialidad y una estudiante de la Universidad de San Carlos, de la misma carrera, que lleva a cabo su Ejercicio Profesional Supervisado (EPS).

Cero pacientes

Contrario a lo que sucede en los nosocomios del país, en este hospital es difícil encontrar enfermos, debido a que los más de dos mil habitantes del parque son examinados una o dos veces al año, de manera programada, es decir, tienen atención preventiva.

“En el 99.25 por ciento de los casos, los animales no llegan enfermos, sino por procedimientos programados como exámenes de la vista, dientes, casos de preñez, entre otros”, explica Duchez, quien ocupa el cargo de gerente del departamento técnico.

De acuerdo con el médico veterinario, los casos por heridas ocasionadas por picotazos, mordidas o cualquier otro tipo de lesión suceden de manera esporádica debido a la adecuada distribución de los ambientes en que viven los huéspedes del zoológico.

La escasa morbilidad llama la atención y para explicar este fenómeno Duchez afirma que básicamente se debe a que la alimentación de la fauna del parque se basa en una dieta especial balanceada.

Duros de tratar

Lo que tienen claro los trabajadores de esta área del zoológico es que cada especie tiene su propio protocolo para ser tratado, debido a su tamaño, su ferocidad, agilidad y comportamiento, entre otras características.

No es lo mismo extraerle una muestra de sangre a un loro que a un pizote o revisarle los dientes a un mapache que a un venado.

Para solventar este problema la regla general es anestesiar a los animales difíciles de tratar, para lo cual cuentan con diferentes clases de equipo, especialmente, cerbatanas y rifles.

Duchez explica que para sedar a animales veloces y grandes emplean rifles que tienen alcances de 25 metros y otros que tienen la potencia de un calibre 22, con un alcance de 50 metros.

Le exámenes físicos se los practican dormidos y si consideran necesario les extraen muestras, generalmente de sangre y heces, explica la estudiante universitaria Josselyn Esquité Montoya.

Los rifles y cerbatanas no solamente se emplean para lanzar dardos con anestesia, también son fundamentales para el tratamiento médico ambulatorio pues en la punta de los dardos colocan cápsulas con dosis de medicamentos.

El fármaco va en un minúsculo recipiente sellado con una aguja que al ingresar al cuerpo del animal, por medio de una explosión especial, el líquido se expande por todo el cuerpo.

Por supuesto, no todos los habitantes del zoológico reciben el tratamiento de esta manera, únicamente los que pueden ser peligrosos y se irritan fácilmente.

Una de las especies que no es sedada para ser examinada es el de las serpientes, ya que para examinarlas los trabajadores del herpentario las sostienen con equipo adecuado y con mucho cuidado, para no ser mordidos.

“En un año examinamos una o dos veces cada habitante del zoológico”, afirma Duchez.

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