Clayderman no solo hizo evocar recuerdos que se hicieron lúcidos en la sala Efraín Recinos con temas de su acostumbrado repertorio y que lo catapultaron a la fama como Ballade pour Adeline, dulce y suave melodía que desde 1976, cuando fue interpretado por primera vez, ha sido tocada unas 20 mil veces, según calcula el artista. Al escucharse las primeras notas arrancó un suspiro simultáneo a todo el recinto.
El músico además rindió tributo al cuarteto sueco Abba, con temas como The winner takes it all, Voulez vous y Super Trouper, así como al cantautor estadounidense Stevie Wonder, que hizo transportar a la era disco con You are the sunshine in my life, I just called to say I love you, Wild, wild west o Superstition.
Lea la nota: “Soy un modesto intérprete”
Sobresalió la interpretación de Adagio Spartacus, compuesto por el armenio Aram Jachaturián en 1956, y que forma parte de su reciente álbum Romantique, publicado en el 2013, un ballet suntuoso y que es uno de los preferidos de Clayderman. Los enérgicos arreglos hechos a la banda sonora de la oscarizada película Titanic, encabezada con el tema My heart will go on, creada por James Horner, hizo transportar al público por cada escena del filme.
Como última parte del espectáculo, incluyó temas populares latinoamericanos como El día que me quieras, Solamente una vez y Somos novios. “América Latina tiene un talento para crear música suave y bailable”, dijo el talentoso músico. Un concierto digno de ser recordado por siempre y que se ha repetido unas 600 veces en todo el mundo.
El Cuarteto Asturias no solo abrió el concierto del afamado pianista, sino también lo acompañó en el escenario. Clayderman destacó la brillante interpretación de los músicos guatemaltecos.