Paladión
El paladión o paladio era un xoanon o escultura votiva griega de madera, de estilo arcaico, muy venerada. Según la leyenda, cuando Ilo, el mítico fundador de Ilión —Troya— construía la ciudad, el xoanon de Atenea, diosa griega de la sabiduría, cayó milagrosamente del cielo, lo que fue interpretado como buen presagio. Se le construyó un templo y se rindió culto con la creencia de que mientras la estatua permaneciera en la ciudad, esta sería inexpugnable. La efigie medía tres codos de altura, con los pies juntos, una lanza en la mano derecha y un escudo en la izquierda.
De acuerdo con la célebre Ilíada, de Homero, siglos después, los griegos aqueos llegaron a conquistar Troya a causa del rapto de Helena. Al enterarse de que el paladión era protector de la ciudad, comisionaron a Diomedes y a Ulises para robarlo y así lo hicieron. Durante el saqueo de Troya, la princesa Casandra se refugió en el templo de Atenea y se abrazó al paladión, que le proporcionaba clarividencia. Áyax la robó violentamente.
Trascendencia
Después de la guerra de Troya, los aqueos se llevaron el paladión a Grecia continental. Se cree que Diomedes lo llevó hasta Falero, donde fue robado por Demofonte y llevado a Atenas, en donde se veneraba también a la diosa Minerva.
Cuando los romanos conquistaron Grecia, se llevaron consigo el valioso trofeo, que se convertiría en reliquia protectora de Roma.
La colocaron en el templo de Vesta en Roma, el cual se incendió en el año 241 a. C. El pontífice Máximo Lucio Cecilio Metelo logró salvar el paladión, pero quedó ciego a consecuencia de este acto heroico.
Según varias fuentes bibliográficas del siglo IV al II a. C., se le construyó un templo especial en Lavinium, donde se le escondió confundida entre seis copias idénticas, para evitar que el original fuera robado, pues era el talismán que mantenía a Roma inexpugnable.
El rastro de tan venerada imagen de la diosa griega de la sabiduría se perdió después del saqueo de Roma por el rey visigodo Alarico en el año 410 d. C. San Agustín de Hipona, al enterarse del saqueo, se lamentó en La Ciudad de Dios por el robo del sagrado paladión.
Actualmente no existe ningún paladión, solo copias en piedra o mármol. Gracias al eminente viajero-historiador Pausanias del siglo II d. C. sabemos que no existían este tipo de esculturas de hombres mortales, solo de deidades.
Después de conocer tan singular relato es lógico deducir lo que motivó a Palma a denominar al quetzal, símbolo de libertad, ave sagrada de los mayas, como el “paladión que protege” el suelo de Guatemala.