Escenario

Mística tentativa de independencia

La Conjuración de Belén podría considerarse como un episodio envuelto en un halo de conjeturas que, aunque fue una conspiración proindependentista fallida, encendió los ánimos para propiciar la liberación de casi 300 años de dominación española.

Imbuidas en las ideas dominantes del siglo XVIII, proclamada la independencia de Estados Unidos en 1776, consumada en Francia la revolución de 1789, en la que se proclamaron los derechos del hombre, y alcanzada en ese entonces la independencia de México y de otras provincias de América del Sur, las del reino de Guatemala pensaron en seguir ese ejemplo.

La llamada Conjuración de Belén en 1813, proceso sedicioso que se cree que se efectuó entre 1811 y 1812, fueron juntas secretas alentadas por criollos que deseaban hegemonizar el poder político y económico. Tuvieron lugar en el convento de ese nombre y en la casa de Cayetano Bedoya, presididas por el subprior fray Juan Nepomuceno de la Concepción.

En estas participaban religiosos, militares, que se comprometían a entregar a la tropa, y seglares, que hicieron el juramento —incluso, según se dice, masónico— sobre los santos evangelios de mantener en secreto los propósitos de las reuniones. Es evidente que los asistentes sabían del riesgo de sus pláticas. En estas se habló de la posibilidad de un levantamiento que incluía el encarcelamiento y sustitución del presidente José de Bustamante y Guerra. Los sediciosos tenían planeado rebelarse el 24 de diciembre de 1813 a medianoche, apoderarse de las armas, del dinero de las cajas reales y liberar a los presos del levantamiento de Granada (Nicaragua) que cumplían condenas en Guatemala, con el objeto de proclamar la Independencia.

Algunos de los implicados negaron las acusaciones, como Venancio López, quien aseguró que la única vez que él asistió se habló de fundir una campana. La defensa arguyó que solo reclamaban alguna rebaja de impuestos o en el precio de comestibles y que nunca trascendieron en planes de rebelión.

Descubierta la trama, se iniciaron las pesquisas el 21 de diciembre, pero no está claro si existió un verdadero plan revolucionario por escrito. El teniente José de la Llana, uno de los implicados y denunciantes, con Juan Solís y los tenientes Rafael Ariza y Macario Rodríguez, afirmó haberlo visto, pero este no fue encontrado y solo aparecen en el proceso ideas sueltas y atropelladas. Pese a ello, el 21 de diciembre de 1813 se mandó a capturar a los conjurados.

Consecuencias

El hecho dio paso a un voluminoso proceso, y en septiembre de 1814 se emitieron las sentencias en las que el fiscal Antonio del Villar mostró lujo de crueldad. De los acusados, cuatro serían ejecutados por garrote, los oficiales de dragones José Francisco Barrundia y Joaquín Yúdice; el presbítero y doctor Tomás Ruiz y fray Víctor Castillo; y 11 fueron sentenciados a la horca, los belemitas fray Juan de la Concepción y fray Manuel de San José; los sargentos León Díaz, Felipe Castro, Andrés Dardón y Juan José Alvarado; Juan Fernández; Cayetano Bedoya; Manuel Ibarra, Mariano Cárdenas y el indígena Manuel Tot. El mercedario fray Benito Miquelena fue condenado a 10 años de prisión en África.

Las sentencias quedaron sin efecto, ya que personas respetables se interesaron por los procesados, quienes recobraron su libertad en 1819. Este fue el resultado de los primeros pasos que se dieron en favor de la Independencia, que se cristalizó ocho años después.

CIFRA

24 de diciembre de 1813 era la fecha en que ocurriría la rebelión.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.