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El fagot de la señora Pott

La primer fagot de la Orquesta Sinfónica Nacional es profesora de arte y  una experta cuentacuentos; comenzó su carrera cuando su padre la llevó a clases de música, desesperado por los alaridos de aquella niña que aspiraba a ser una cantante de ópera.  

Thelma desde los 11 años toca el fagot y ha contagiado a su hija de la pasión por el arte. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Thelma desde los 11 años toca el fagot y ha contagiado a su hija de la pasión por el arte. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Telma Díaz Donis tenía 11 años cuando su padre tomó una tarde el abrigo y la llevó del brazo al Conservatorio Nacional de Música. A diferencia de otras niñas, imitaba a cantantes de ópera  y dirigía orquestas imaginarias de muñecos. “¡Era muy desafinada!”, recuerda entre risas.

Es alta, morena, de talla grande, de brazos y dedos largos. Pocos meses después de haber llegado al Conservatorio Nacional seleccionaron a un grupo de niños para enseñarles un instrumento. “Me asignaron el fagot”, cuenta.

Al principio se sentía extraña con aquel  tubo de madera de dos metros y medio de largo, que está doblado sobre sí mismo para hacerlo un poco cómodo. Todos los martes y jueves por la tarde, en el tercer piso del Conservatorio, la esperaba un hombre alto, delgado, de manos delgadas y dedos largos como los suyos: Fernando Sosa.  

Era la única alumna de la sección de ocho niños que le asignaron a  aquel hombre que hablaba pausado y la abarcaba con sus ojos hondos y negros. Después de dos años, solamente quedaba ella del grupo. 

Cuando ingresó a la Orquesta Juvenil no pudo disfrutar de la camaradería de ensayar juntos o tener la oportunidad de disimular un error,  como suelen hacerlo los chicos que pertenecen a secciones más numerosas como los violines, las flautas o las trompetas. Además “era muy tímida, muy tímida”, recuerda.  Ser la única ejecutante se convirtió en un reto que demandó cada vez más esfuerzo y perfección. Se graduó de bachiller en arte con especialidad en fagot.  

Cuando cumplió la mayoría de edad ingresó a la Orquesta Sinfónica Nacional, como segunda fagot. Era oficialmente la nueva integrante de la familia de las maderas junto a los oboes y los clarinetes. Desde hace dos años, ocupa la posición que dejó su maestro.

Es profesora de arte de 33 años; comenta  que “ser maestra es un reto” y su mayor alegría es ver satisfechos a sus alumnos después de haber hecho su mejor esfuerzo”. 
     

Puros cuentos   

Díaz es madre de dos niños y cuando los libros de las tareas se guardan y llega la hora dormir, ella se convierte en una experta cuentacuentos.

Combina su pasión por la música con el teatro, junto con seis músicos y  Allison, su hija mayor, de siete años, formaron la agrupación Puros Cuentos, que se dedica a musicalizar obras clásicas para niños.

Sobre el escenario se transforma en la bruja de El mago de hoz  o la señora Pott, el personaje de La bella y la bestia, convertida en una tetera por una hechicera, que con habilidad toca el fagot.

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