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“El país dejará de ser excedentario en agua”

Expertos coinciden en la  necesidad de crear legislación de aguas para reducir el índice de contaminación.

Gabriel Valle, de Fundaeco, y Raúl Maas, de Iarna, conversan con el periodista Carlos Álvarez sobre la proyección de la contaminación de los ríos en el país.

Gabriel Valle, de Fundaeco, y Raúl Maas, de Iarna, conversan con el periodista Carlos Álvarez sobre la proyección de la contaminación de los ríos en el país.

En el marco de la amenaza de demanda internacional por la contaminación del río Motagua, expertos ven una oportunidad para el país. La Cancillería guatemalteca, sugieren, debe tomar la batuta de atender no solo la demanda sino también de hacer una propuesta a escala nacional en la que intervengan el Ejecutivo y el Congreso de la República para retomar el tema e impulsar una normativa que propicie la regulación del manejo de los desechos sólidos y de las aguas residuales. Solo así disminuirá el problema que afecta a los seres humanos y a la biosfera, consideran.

Al programa Diálogo Libre fueron invitados Gabriel Valle, de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco), y Raúl Maas, investigador del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (Iarna).

El 99% de los ríos está contaminado. ¿Qué podemos esperar en los próximos años?

Valle: Más contaminación, más crisis y más situaciones de conflictos intermunicipales o, en este caso, regional, con otro país. El problema radica precisamente en nuestros malos hábitos, actitudes y comportamiento respecto de nuestro consumo diario como ciudadanos.

Por el lado del Gobierno y gobiernos locales, tampoco han tenido la previsión de atender el tema seriamente, como sería establecer políticas claras para el manejo de desechos y de aguas residuales, que radica finalmente en la contaminación de los ríos.


En el sector privado también hay una incidencia importante, porque el tema de gestión ambiental no lo incluyen en su matriz de negocios y deberían; ellos tienen que cumplir con los parámetros vigentes en la ley.

¿Cómo Guatemala llegó a este extremo y cuál sería la perspectiva de todo esto que está pasando?

Maas: Esto es una evidencia de la ineficiencia con la que funciona el sistema del país en su conjunto. Difícilmente hay un componente al cual atribuirle la responsabilidad plena de lo que está pasando. Es decir, que es reflejo de dinámicas sociales, económicas, político-institucionales, e incluso las mismas dinámicas ambientales.

¿Cuáles son los principales contaminantes que pueden tener los ríos del país?

Maas: Prácticamente son todos los desechos que movilizamos; los visibles, como el duroport, el plástico. Los invisibles son las bacterias, los virus; como la bacteria de las heces que salen de las casas a los drenajes y luego a los ríos.


Los más peligrosos son los desechos hospitalarios, los productos químicos de la agroindustria, metales pesados, mercurio, plomo, arsénicos, cianuro… Son invisibles, pero tienen consecuencias violentas sobre la vida de los seres humanos y de la biosfera.

¿Cuál es la perspectiva?

Valle: El sector ambiental y Fundaeco estamos tratando de dar pasos de apoyo a la gestión municipal ambiental, pero tenemos que hacer acciones de largo plazo y con visión, que son precisamente normar y reglamentar el consumo.

La Cancillería ahorita puede promover una iniciativa para poder hacer una normativa a nivel nacional como política de Estado, respondiendo a la normativa vigente actual que está bajo la rectoría del Ministerio de Ambiente, para poder apoyar a las municipalidades en esa gestión.

La visión es un cambio de actitud del comportamiento de vida.

¿Cómo podría contribuir el ciudadano para empezar a contrarrestar el problema?

Maas: Primero, sensibilizarse en torno a la calidad del recurso que estamos consumiendo. El problema es que el agua es un recurso que no está uniformemente distribuido en el país; hay espacios que tienen mucha agua y hay otros que no tienen.

Todos tenemos culpas, pero las culpas son muy asimétricas. Es decir, el ciudadano que menos consume de pronto es el que menos contamina, y viceversa.

¿Qué tanto afecta el hecho de que Guatemala no tenga una ley de aguas?

Valle: Esto es prácticamente un llamado al diálogo nacional en este tema que nos hace converger con esta demanda internacional. Va a haber más conflictos en el tema del agua que lamentablemente la gente no va a querer aceptar si no se le sensibiliza y no se le hace conciencia. El cambio empieza en uno mismo.


Creo que no solo se debe atender una demanda, sino aprovechar un diálogo para hacer una normativa que puede ser una ley de aguas, la ley del reglamento de desechos sólidos y la ley de tratamientos residuales para poder enfrentar este tema.

Maas: Desde 1950 a la fecha más de 30 iniciativas de ley de aguas han ingresado al Congreso y ninguna ha pasado.

Hay que tener claridad de que solo la ley no resuelve la problemática. Hay que tener una política pública nacional para el agua; es decir, cómo vamos a decidir la gestión del agua en un país como el nuestro, que tiene muchos países dentro. Luego, cuáles son los arreglos institucionales, quién va ser el administrador de esos recursos que son fundamentales.

¿Cuál es el impacto que podría tener el país a futuro si no se cuidan los recursos?

Valle: La vida es el principal factor de la protección y de mantener el único planeta en el que podemos vivir, y debemos ser inteligentes en el manejo de los recursos y ecosistemas. Una ley no lo es todo, pero sí nos da un marco de referencia.

¿Cuál es la perspectiva a mediano y largo plazos sobre el agua de consumo humano?

Maas: Las investigaciones que hemos hecho señalan un escenario bastante crítico para el país, se prevé una reducción muy significativa en los bosques que regulan el ciclo hidrológico, los bosque nubosos tienden a desaparecer producto del calentamiento global.

Lo que se prevé es un sustancial incremento de las áreas secas o muy secas, eso implica que el país dejará de ser excedentario en agua. Los escenarios más conservadores señalan que el 70% del país para el año 2080 va a ser seco.

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