PLUMA INVITADA

El equilibrio cíclico de los presupuestos

Roberto Chávez Zepeda

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Entre los postulados del pensamiento clásico financiero está el equilibrio presupuestario. Se suponía que uno de los principios sanos en la confección de los presupuestos estatales era el del equilibrio anual, entre los dos grandes rubros del presupuesto público: entradas y gastos.

Fue tanta la fuerza que logró adquirir este postulado que la mayoría de las legislaciones presupuestarias, elaboradas en el período en que los principios clásicos imperaban en forma absoluta, lo incorporaron a las leyes orgánicas de presupuestos; incluso, los textos constitucionales estaban influenciados por esta exigencia del equilibrio anual.

Las nuevas finanzas se rebelan contra esta exigencia, que si bien plenamente aconsejable en períodos de equilibrio o estabilidad económica puede significar, en cambio, un marco de hierro en períodos de desequilibrio económico o durante las épocas de inflación o de depresión.

Es así como se produce el primer ataque a la vieja concepción, en torno al postulado del equilibrio anual del presupuesto; y destruida esa exigencia, las finanzas pasan a adquirir una gran movilidad que les permite ser adaptadas a los períodos cíclicos de la economía particular de los distintos países. La trascendencia de dicha concepción se puede apreciar si nos formulamos algunas de las siguientes preguntas: ¿Qué significa financieramente equilibrar un presupuesto en un período de deflación? Que como consecuencia de la caída de los ingresos privados, el Estado ve también reducidos sus ingresos y por ello debe reducir sus gastos. Económicamente, esto significa que se restringe la demanda que en una economía significa el poder de compra del Estado, lo que viene a agravar la falta del poder de compra del sector privado. Significa menos oportunidad de empleo y, seguramente, sumar un nuevo factor de desocupación a la desocupación ya producida por la falta de demanda que afecta al sector privado. Esto significa impulsar aún más la curva descendente del ingreso nacional y agravar la crisis.

¿Qué significa el presupuesto equilibrado en tiempo de inflación? Que el Estado ve aumentados sus ingresos y le es difícil resistir la tentación de emprender una política de gastos, de los que siempre hay necesidad. Con sus ingresos aumentados, el Estado emprenderá nuevas obras, creará nuevas oportunidades de trabajo, aumentará la demanda del sector privado, y todo ello constituirá otro nuevo estímulo para la inflación.

De esta observación que hoy parece simple, pero que escapó al análisis económico por mucho tiempo, las nuevas finanzas prescinden del principio del equilibrio anual del presupuesto y lo buscan en períodos más prolongados de tiempo, de modo que coincidan con las faces cíclicas de la economía. La política fiscal ha de acomodarse así, no al rigor del ejercicio anual, sino a los períodos cíclicos, a fin de que actúe precisamente como factor anticíclico.

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