Guatemala

Carrera de las Ánimas es orgullo y tradición

Como una ofrenda para los difuntos, cada 1 de noviembre se efectúa la Carrera de las Ánimas en Todos Santos Cuchumatán, la cual atrae a turistas nacionales y extranjeros.

Jinetes participan en la Carrera de las Ánimas, en Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Jinetes participan en la Carrera de las Ánimas, en Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Los jinetes, en estado de ebriedad, desafían a la muerte para el Día de Todos los Santos, al montar caballos al azar luego de haber participado en una ceremonia maya.

Quienes asisten a la actividad disfrutan del colorido de los trajes ceremoniales de los jinetes, los cuales son elaborados con plumas de diferentes aves.

Desde la noche del 31 de octubre, los participantes consumen bebidas embriagantes, según relató el cronista local Fortunato Pablo, quien explicó que no se trata de una competencia, sino de un ritual maya.

Pablo añadió que esta actividad, conocida como corrida de cinta o juego de gallos, tiene sus raíces en el desafío que los residentes de ese lugar hicieron a los españoles, para demostrar que también podían montar a caballo.

La pista donde se efectúa la carrera es de unos 800 metros de largo, en la cual se coloca un cerco de madera para evitar accidentes.

Residentes y turistas esperan a que el reloj marque las 7 horas para que empiece la actividad, la cual termina a las 18 horas, luego de un periodo de descanso al mediodía.

Tradición

Pablo añadió que según la historia, el objetivo de la carrera fue oponerse a la colonización, y que en su comienzo los cofrades salían rumbo a Totonicapán, donde conseguían un cofre y se efectuaba una ceremonia el 31 de octubre.

En ella, se sacrificaba un gallo y se ofrece su sangre con el objetivo de pedir permiso a la madre tierra para participar en la corrida.

Carlos Morales, visitante, dijo que le gusta la actividad porque le permite compartir con su familia y disfrutar la belleza del traje ceremonial de los jinetes.

“Estoy sorprendido por la cultura de Huehuetenango y sobre todo  porque la gente aún conserva sus tradiciones y su traje”, aseguró Morales.

Orgullo

Marcos Pablo, jinete, explicó que cada año ahorra para estar en la fiesta del pueblo, donde aprovecha para montar un caballo y ser parte de la tradición que los distingue.

Añadió que tiene seis años de vivir en Estados Unidos, pero eso no ha sido obstáculo para que deje de participar en la carrera.

“Yo me siento orgulloso de mi cultura. A donde quiera que voy no olvido mis raíces”, aseguró el jinete.

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