Guatemala

Guatemalteca se convierte en símbolo de lucha contra deportaciones

Una trabajadora doméstica guatemalteca, madre de cuatro niños, que se refugió en una iglesia, dice que no le molesta ser símbolo de la lucha para modificar las leyes inmigratorias.

Nury Chavarría se niega a ser deportada de Estados Unidos y se refugió en una iglesia de Connecticut. (Foto Prensa Libre: AP)

Nury Chavarría se niega a ser deportada de Estados Unidos y se refugió en una iglesia de Connecticut. (Foto Prensa Libre: AP)

Nury Chavarría afirma que no sabe cuánto tiempo permanecerá en la Iglesia de Dios Pentecostal en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, en la que se refugió la semana pasada tras decidir no acatar una orden de deportación a Guatemala, donde no vive desde hace 24 años.


Muchos hispanos viven situaciones similares, expresó. “Estoy aquí para decir que no somos delincuentes, somos gente trabajadora, que vino a este país en busca de una vida mejor”, declaró Chavarría.

La guatemalteca es una de al menos 13 personas que refugiadas en iglesias de Estados Unidos para evitar ser deportadas, según el Servicio Mundial de Iglesias y el Immigrant Rights and Racial Justice Center for Community Change.

Las autoridades de inmigración generalmente no ingresan a templos religiosos a buscar extranjeros sin permiso de residencia.  La mujer centroamericana dijo que quiere quedarse en Estados Unidos por sus hijos, que son todos ciudadanos estadounidenses, con edades de nueve a 21 años.

El mayor tiene parálisis cerebral.  Chavarría vive con su hijo menor, Hayley, en lo que supo ser un salón de clases dominicales en un pequeño edificio junto a la iglesia.

Para ir al baño debe cruzar una sala común, próxima al santuario de la iglesia. No tiene ducha, pero un plomero de la zona se ofreció como voluntario para instalar una.   

Parientes cuidan a los otros tres hijos de Chavarría, incluido el mayor, Elvin. Un portavoz del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, Khallid Walls, dijo que esa dependencia considera a Chavarría una fugitiva, pero que se mantiene fiel a su política de no detener gente en sitios como iglesias. 

Unas 800 iglesias de Estados Unidos se han ofrecido como santuario de inmigrantes sin permiso de residencia, comparado con unas 400 hace un año, de acuerdo con el reverendo Noel Anderson, coordinador del movimiento santuario del Servicio Mundial de Iglesias.

Esa agrupación lleva a cabo una conferencia nacional en Austin, Texas, esta semana para analizar las estrategias a seguir en lo que se vislumbra como una creciente tendencia a buscar refugio en templos.       

La Iglesia de Dios es una de tres iglesias de Connecticut que dan refugio a personas con órdenes de deportación, según el reverendo Héctor Otero, pastor de la iglesia.   

La idea surgió durante un encuentro de líderes religiosos de la zona para analizar el impacto que la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales podría tener entre los inmigrantes sin papeles y entre los refugiados. 


En febrero hubo una conferencia nacional con la presencia de representantes de 40 iglesias y sinagogas de Connecticut. Todas las instituciones acordaron ofrecer ayuda a los inmigrantes, como acompañarlos a audiencias con el servicio de inmigración, señaló el rabino Herbert Brockman, de la Congregación Mishkan Israel de Hamden.   

Otero dijo que su iglesia se preparó durante meses para ser santuario, buscando asesoría legal y haciendo otros preparativos. Tiene protocolos muy específicos y no aceptará, por ejemplo, a nadie que tenga antecedentes delictivos.    

Reveló que algunas personas amenazaron con quemar la iglesia y con hacerlo detener por dar refugio a fugitivos. “No queremos hacer nada que vaya en contra de la ley, en este caso, estamos haciendo lo que corresponde”, dijo Otero.

Chavarría admite haber ignorado una orden de deportación de 1999, pero afirmó que se presenta al servicio de inmigración anualmente desde el 2009. Dijo que siempre se le dio una prórroga y un permiso de trabajo, pero que en junio se le puso una tobillera electrónica y se le ordenó que tomase un avión a más tardar el 20 de julio.   

No se le dio explicación alguna, indicó. “Estaba en shock, mi hija Hayley estaba conmigo en ese momento. Las dos lloramos mucho”, dijo la guatemalteca quien agregó que no se considera una fugitiva.

Sigue usando la tobillera y las autoridades saben dónde está, pero no se han puesto en contacto con ella. Anderson dijo que, tras la victoria de Trump, “no está muy claro cuándo el ICE (Servicio de Inmigración) usará su discreción para permitir que una persona permanezca en el país y cuándo no”. 

Chavarría señaló que está consciente de que pueden pasar meses antes de que pueda salir de la iglesia. Pero espera que el apoyo de gente como el gobernador demócrata Dannel P. Malloy y de los dos senadores de Connecticut haga que el ICE reconsidere su caso.

Malloy visitó a Chavarría en la iglesia el 21 de julio en una muestra de solidaridad.  Brockman sostuvo que Chavarría “es el ejemplo perfecto de por qué hay que acabar con esta política de deportaciones, no tiene mucho sentido. ¿Por qué habiendo tanto traficante de droga y pandillero, la eligen a ella?”, aseveró.     

Chavarría dijo que si pudiese hablar con Trump, le diría “no soy una delincuente, le pediría que se apiade de nosotros”, concluyó.

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