Guatemala

Campesinos aprenden a cultivar sin dañar las zonas protegidas

El Proyecto Bosques de la Fundación Defensores de la Naturaleza ha reunido a 680 familias en tres departamentos y enseña a cultivar a los campesinos sin dañar las zonas en reserva. Su objetivo es sumar dos mil familias en el 2020.

El programa Bosques pretende que en el 2019 cada familia de 30 comunidades tenga su propia cosecha de miel, y es posible gracias a las bondades que puede ofrecer un bosque bien cuidado.

El programa Bosques pretende que en el 2019 cada familia de 30 comunidades tenga su propia cosecha de miel, y es posible gracias a las bondades que puede ofrecer un bosque bien cuidado.

La familia Jiménez, de Santa Rosa Balandra, El Estor, Izabal, vive en la zona núcleo del Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic. Es una de las 680 familias que abarca el proyecto Bosques, que trabaja en la recuperación de zonas protegidas y capacita a vecinos sobre cultivo de varios productos.

Héctor Jiménez, su esposa y seis hijos extraen agua de un río cercano a su vivienda para regar un vivero, y a través del proyecto producen una variedad de hortalizas. La vida de la familia fue divulgada por la periodista alemana Katja Losch, en su programa Sat.1 Nachrichten.

El programa Bosques surgió en el 2016 con la ayuda de la institucion alemana Oro Verde y Heifer Internacional en Guatemala. Se destinaron para su funcionamiento €4 millones para cuatro años —unos Q31.8 millones—. El programa forma parte de la Estrategia Nacional de Restauración del Paisaje Forestal de Guatemala y está alineado con el Desafío Bonn del 2011 —iniciativa global de reforestación—, en el que Guatemala se comprometió en el 2014 ante las Naciones Unidas a contribuir con la restauración de 1.2 millones de hectáreas en los próximos 30 años. Según Defensores de la Naturaleza, gracias a la cooperación de empresas, inversionistas privados y otros actores se elaboran modelos de negocios y estrategias comericiales para los productos que se cultivan. Rudy Bautista, coordinador del programa, expuso que el primer año de trabajo dejó buenos resultados y esperan comercializar los productos este año. En marzo próximo lanzarán en Antigua Guatemala, Sacatepéquez, el recetario de la semilla de ramón.


El proyecto forma parte del trabajo de la Fundación Defensores de la Naturaleza, que contribuye con el Estado en la recuperación de 1.2 millones de hectáreas de tierras degradadas por actividades humanas.

En la actualidad cubre 30 comunidades en tres departamentos: El Estor, Izabal, en zona núcleo del Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic; Las Cruces y La Libertad, Petén, en la Sierra del Lacandón; y en La Tinta y Panzós, Alta Verapaz, en la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas.

Cambio de vida

Rudy Bautista, coordinador del proyecto, informó que impulsan el cultivo de productos no tradicionales, como cacao, yuca, malanga, plátano, banano y otros.

Además, está en marcha la escuela de apicultura, que este año tiene previsto cosechar unos 40 toneles de miel —unas 24 mil libras—.

Bautista dijo que en las comunidades Poza Azul, Villa Hermosa, San Juan Villanueva, La Libertad y varias cooperativas de Las Cruces, Petén, se han enfocado en el cultivo de la semilla del árbol de ramón, un grano parecido al café que luego del proceso de secado se muele para hacer harina, la cual es utilizada para la elaboración de pan, galletas, postres y otros productos.

También cultivan especies de mayor valor comercial como el cedro, caoba y santa maría.

El proyecto tiene el objetivo de recuperar y conservar 180 mil hectáreas de bosque, pero también de impulsar criterios ecológicos y socialmente sostenibles para las familias.

Bautista informó que el proyecto está pactado, en la primera fase, al 2020, y para esa fecha pretenden llegar a dos mil familias.

“Hemos introducido nuevas especies que son mucho más nutritivas. La idea es que puedan tener en la parcela una variedad de especies comestibles”, dijo Heidy García, promotora del proyecto Bosques, en Alta Verapaz.

Un caso particular de desarrollo se refleja en la Sierra del Lacandón, donde 57 familias cultivan cacao a la sombra de árboles frutales, con lo que logran el sustento diario.

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