Relato en primera persona: Bendito Dios salí librado del asalto

Reproducimos un testimonio de un lector que en Facebook denunció un asalto a microbús en el área urbana de la ciudad de Quetzaltenango.

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Vista de Xelajú, desde La Pedrera. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Vista de Xelajú, desde La Pedrera. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Este noche tuve la suerte (bendito Dios) de salir librado de un asalto al transporte urbano, lamentablemente los demás pasajeros no tuvieron la misma suerte.

Eran la 7 de la noche cuando iba a bordo de un microbús que cubre la ruta Jardines de Xelajú-Democracia, y llegando a la 5ta calle, entre la 15 y 14 avenida de la zona 3 de Quetzaltenango. Frente a la bodega de Decorabaños, un joven subió rápidamente al microbús aprovechando la lentitud y apuntando con un arma exigió dinero y los celulares. Al ver esto el chofer detuvo el bus.


Tristemente los primeros en ser asaltados fueron los que venían en los primeros asientos. Una señorita que venía a la par del piloto y dos jóvenes que venían en el primer asiento, luego una señora que iba en el segundo asiento. Para mi fortuna iba solo en el último asiento, el cuarto, ya que una cuadra atrás habían descendido pasajeros en la parada del Zeppelin, que iban en el tercer y cuarto  asiento, respectivamente. 

Creo pensar que el delincuente al verme hasta la parte de atrás no quiso arriesgarse en ir hasta mi asiento a quitarme el celular por temor a que uno de los pasajeros de adelante lo atacara por la espalda. Todo esto ocurrió en lapso de 30 segundos, fue rapidísimo, pero deja una sensación difícil de explicar.

Después de este momento insólito, el bus siguió su trayecto hasta la esquina de la 14 avenida para luego girar a la derecha buscando la parada de buses que se encuentra a un costado del Instituto Nacional Experimental Gabriel Arriola Porres (INEGAP).

Todos los pasajeros nos quedamos en la esquina en la que giró el bus, había llanto por parte de una señorita que no llevaba celular, pero el malnacido delincuente se lo exigió. A Dios gracias, el delincuente se conformó con el dinero que le dio. Después cada quien tomó su ruta.


En mi caso empecé a caminar molesto por lo ocurrido a pesar de no ser asaltado, caminé buscando el semáforo de la 4ta calle (por Albamar) y luego ir rumbo al parque Benito Juárez (una cuadra abajo del asalto) con la idea de ver una patrulla, pero no apareció, así que decidí ir a la esquina del parque donde normalmente están algunos policías. Y así fue. Le conté lo sucedido y amablemente me escucharon. No pude proporcionar datos exactos del delincuente, solo que cuatro minutos antes habían asaltado un bus a una cuadra de allí.

Hay un dicho que dice “Piensa mal y acertarás”

Cuando hablé con los policías me di cuenta que no pude proporcionar datos exactos del delincuente, ni siquiera el tipo o color de ropa. Pero ¿por qué no pude?. Minutos después, pensando en lo ocurrido, ya más relajado, llegué a la conclusión de que “posiblemente” todo esto estaba planificado (posiblemente). Resulta que durante el hecho, el chofer y el ayudante no fueron asaltados, y asociado a esto, el microbús se presta mucho para un asalto en horas de la noche por la siguiente razón. El bus tiene los vidrios polarizados y, además, en su interior cuenta con iluminación led color azul, algo que evidentemente bloquea los ojos para distinguir los colores y que en su momento cuesta más reconocer el rostro de las personas.