Un sacrificio de amor que vale la pena 

“Desde el momento en que la conocimos, Dios la engendró en nuestro corazón”, manifestó Angélica Henry, quien junto a su esposo Mario García adoptaron en el 2006 a Ángela Ana Victoria, una niña que padece hidrocefalia y que les ha enseñado lo que es el verdadero amor.   

Ángela Ana Victoria junto a su madre adoptiva Angélica Henry. (Foto Prensa Libre: María José Longo).
Ángela Ana Victoria junto a su madre adoptiva Angélica Henry. (Foto Prensa Libre: María José Longo).

Henry  junto a su esposo procrearon a tres hijos biológicos, una de ellas Andrea, quien ahora es profesional y al conocer la necesidad de los niños abandonados decidió junto a otros amigos fundar una casa hogar, donde fue recibida Ángela, quien tiene 9 años. 

“Cuando la niña tenía un mes de vida vino a nuestra casa para quedarse, porque le habían dado descanso al personal que ayudaba a cuidar a los niños; dos días después debía regresar a la casa hogar, pero no la entregamos porque estaba muy enferma y se quedó con nosotros a través de un permiso judicial”, recuerda Angélica.

En ese entonces, la pareja que reside en la ciudad de Quetzaltenango, no había decidido adoptarla, pero debido a su enfermedad la llevaron con un médico y después a un hospital, luego empezaron a cuidarla y entonces decidieron adoptarla.

“Ángela nos ha enseñado a amar en una dimensión que no conocíamos y que no se puede cuantificar”, expresó la madrea adoptiva. 

Desde que la pareja adoptó a la menor, han afrontado momentos difíciles, debido a que la niña también tiene parálisis cerebral, lo que implica  noches sin dormir y días de angustia; sin embargo, lo consideran un sacrificio de amor que vale la pena.

Monentos difíciles

“Mis hijos grandes fueron sanos, pero con Ángela los momentos más difíciles son cuando ella está enferma, porque nos duele verla en el intensivo de un hospital”, manifiesta Henry.

A pesar de los momentos difíciles, Ángela ha dado a la pareja una felicidad inexplicable que surge del amor que le tienen. “En mi vida significa lo que me faltaba por conocer como mamá, porque descubrí que mi corazón tiene capacidad para amar a muchos más niños y si no lo hago es por la condición de Ángela”, dice la madre.

Resalta que esta historia de amor no hubiera sucedido sin el apoyo de su esposo Mario. “El amor no es un sentimiento, es un ejercicio de nuestra voluntad. La niña es una persona que nos ha enseñado lo que es el amor”, dijo Mario. 

Los hermanos de Ángela también procuran cuidarla y protegerla; además tiene cuatro sobrinos que también juegan con ella.