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Abuelitas: tesoro de familia

Las abuelas se han convertido en las segundas mamás de sus nietos, una faena que las llena de orgullo, pero que requiere tener reglas en casa.

09/05/2008. Los nietos dan vitalidad a los abuelos. (Foto: Hemeroteca PL)

09/05/2008. Los nietos dan vitalidad a los abuelos. (Foto: Hemeroteca PL)

Doña Sarita tiene ocho nietos. El mayor tiene 16 años y el más pequeño, uno. Su amor hacia ellos es incondicional y sus cuidados —que a veces parecieran extremos— también son producto de ese sentimiento que la llena de satisfacción y orgullo. Su rostro se ilumina cada vez que habla de ellos.

Sus hijos e hijas la quisieran fotocopiar, clonar o teletransportar; y ella también desearía hacerlo, pues aunque los ocho nietos juntos son dinamita, nada le encantaría más que tenerlos siempre a todos y gozar de sus ocurrencias; pero claro, sólo un rato, ya que todo el tiempo la agotaría.

Ella se suma a la enorme lista de abuelas que dedican gran parte de su tiempo a cuidar a sus nietos, constituyendo así un pilar fundamental en el desarrollo de ellos y valiosas integrantes de los hogares guatemaltecos. Su función las hace fundamentales en el desarrollo integral de los niños, especialmente en el área afectiva. “¿Qué chico no va a mantener una buena autoestima ante los abrazos, caricias, atenciones y frases llenas de sentimientos agradables?” se pregunta la terapeuta Ana Lucía Rosel de Padilla.

En una época en que padres y madres deben salir a laborar, los abuelos han retomado un papel esencial como colaboradores en la educación de los nietos y los padres están concientes de que no hay personas más indicadas para realizar esta tarea, pues además de darles cuidados básicos, les proveen de consejos y mimos mientras los padres están ausentes, comenta la terapeuta Luisa de Calderón, de Alianza Terapeútica.

Está comprobado además, que una relación positiva entre abuelos y nietos, contribuye a que se comuniquen con los padres y como consecuencia, mejores relaciones familiares.

¿Consentidores?

A menudo se critica de consentir demasiado a los nietos y se les atribuye el mal comportamiento que a veces tienen, así como de que “por culpa de ellos”, los infantes infringen las reglas que los progenitores han puesto.

Sucede que los abuelos saben que quienes tienen la verdadera responsabilidad de educar a los hijos son los padres. Con esa responsabilidad compartida, durante el tiempo que conviven con los nietos tratan de pasarla bien y las travesuras o malas conductas que para los padres son “malcriadeces”, ellos las ven como “gracias”, aunque también los corrigen cuando es necesario. De hecho, cuando se da la ausencia temporal o definitiva de uno o ambos padres (por separación, fallecimiento, trabajo en el exterior), les toca aplicar reglas; sin embargo, De Calderón subraya que a menudo existe un ambiente de complicidad entre abuelos y nietos y por eso aquellos son más tolerantes con sus travesuras.

Las profesionales coinciden en remarcar que lo importante es que las abuelas, quienes pasan mayor tiempo con los nietos, se den a respetar y establezcan los límites. Además, deben tratar de que los niños cumplan al pie de la letra las reglas que los padres les brindan, de lo contrario los pueden dejar de ver como autoridad y eso no es recomendable en ningún hogar. En otras palabras, de Calderón sugiere que se unifiquen los criterios sobre todo en casos especiales; que los abuelos refuercen las normas establecidas por los padres sin ser rígidos.

Los padres por su parte, deben expresarles —con respeto que merece su edad— las discrepancias que existen en cuanto a la educación de los pequeños.

Preservan la cultura

Los abuelos y abuelas se encargan de darle continuidad a los valores morales y religiosos, y promover las tradiciones.

De hecho, en nuestro medio suele ser así, pues es la abuela, la responsable de hacer el fiambre o comprarlo para que la familia se reúna cada 1 de noviembre. En diciembre, también promueve las posadas o que el ponche de Navidad y los tamales nunca falten. Ese rol, a criterio de Rosel, debería mantenerse por muy modernas que sean las abuelas, porque ese tipo de actividades los une y esta integración es entre generaciones, el gran tesoro de cada núcleo.

También maestros

Aunque las abuelas no tienen la responsabilidad de educar a los nietos, lo hacen de hecho y por lo tanto deben conocer algo de lo que rodea a sus nietos, como un DVD, un reproductor MP3, la Internet o un Nintendo, para buscar puntos de identificación.

No abusar

Los hijos deben comprender que sus padres aunque adoren a los nietos, también se cansan, por lo que no deben sobrecargarlos con el cuidado de ellos.

Lo ideal es delegar la tarea de los cuidados de los pequeños a las niñeras, y que las abuelitas estén únicamente de apoyo. Existen jardines infantiles que atienden a niños desde meses. Ésta es una buena opción para que los cuiden por lo menos, medio día. Como gratitud a su esfuerzo, hay que tratar de motivarlas llevándolas a pasear u obsequiándoles artículos que les gusten o necesiten.

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