¿Quién iba a pensar que Otto Pérez Molina, entonces jefe del extinto Estado Mayor Presidencial (EMP), iba a tener roces con Arzú por esa “insignificancia”?

Es que no era políticamente correcto contratar guardaespaldas extranjeros, como Arzú se acostumbró durante su campaña electoral.

Todo lo que deseara el recién electo presidente del Partido de Avanzada Nacional (PAN) en materia de seguridad iba a contravenir disposiciones legales del EMP, que ordena que solo se aceptarán nacionales para la seguridad presidencial.

Es decir, NUNCA se aceptarían extranjeros en el cuerpo de seguridad de mandatarios guatemaltecos.

Habla Pérez Molina

“Después de que el señor Arzú asuma el cargo de presidente, el EMP se hará cargo de su seguridad”, dijo el entonces “Comandante Tito”.

Según trascendió entonces, Arzú deseaba que su seguridad personal estuviera integrada por los mismos que lo cuidaron durante la campaña presidencial. Entre el grupo se incluían cuatro extranjeros.

La nota de Prensa Libre, publicada en Prensa Libre el el 10 de enero de 1996, también incluyó la opinión del ex ministro de la Defensa, Mario Enríquez, quien dijo que “a Guatemala le debería dar vergüenza que la seguridad del presidente esté en manos de extranjeros”.

Lo anterior, para devolverle un poco de credibilidad al entonces ya desgastado EMP.

Aunque también contradijo a Pérez Molina, porque dijo que el presidente electo podía contratar el cuerpo de seguridad que le viniera en gana.

Finalmente, Arzú tuvo que conformarse con lo que le ofrecieron, es decir, guardaespaldas chapines.