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El misterio de la desaparición de los “niños de las cajas de leche” que llevan 20 años sin resolver en Reino Unido

Era el día después de Navidad de 1996. Patrick Warren y su amigo David Spencer habían pasado el día juntos jugando cerca de sus hogares en Chelmsley Wood, un área extensa de viviendas subsidiadas por el estado en las afueras de Birmingham, en el oeste de Reino Unido.

David Spencer y Paddy Warren desaparecieron hace 20 años y nunca más se supo de ellos. WEST MIDLANDS POLICE

David Spencer y Paddy Warren desaparecieron hace 20 años y nunca más se supo de ellos. WEST MIDLANDS POLICE

A pesar de su corta edad –11 y 13 respectivamente– vagaron por la zona hasta cerca de la medianoche, cuando David volvió a su casa.

Le dijo a su madre que iba a pasar la noche en la casa del hermano de Patrick, a una corta distancia.

Pero en vez de dirigirse directamente hacia allá, los muchachos decidieron permanecer en la calle.

Patrick montaba su nueva bicicleta roja -un regalo que le habían dado el día anterior- y David iba a pie.

Se dirigieron a una gasolinera, a pocos minutos de sus casas. Allí compraron un paquete de galletas. Después, el encargado de la tienda los vio caminar hacia el centro comercial de Chelmsley.

La hora era 00:45 GMT. Fue la última vez que fueron vistos vivos.

Callejeros

Patrick -conocido como Paddy- era uno de siete hermanos de una familia irlandesa. Jugaba fútbol, ??le gustaban los fideos y solía burlarse de su madre por su acento irlandés cuando esta se impacientaba.

“Vivía un poco en el lado salvaje”, dijo Bridget Warren, la madre, en 1997. “No tiene sentido decir que era un ángel, porque no lo era. Yo diría que era atrevido, pero las madres de otros niños solían decir: 'Paddy es un chico fantástico', incluso sus maestros decían que era un buen muchacho”.

David, aficionado al box, era recordado por su madre Christine O'Toole como “adorable, encantador”, pero también tenía un lado problemático.

Delitos menores lo habían llevado a la corte juvenil y finalmente había sido expulsado de su escuela, a los 12 años.

“No le gustaba la disciplina, no podía decirle qué hacer”, dijo su madre un año después de su desaparición. “Era agresivo, si alguien le hacía daño, tomaba la justicia por sus propias manos y usaba la fuerza para protegerse, lo cual era inaceptable”.

Un exprofesor de Coleshill Heath School, de donde David fue expulsado, lo recuerda como un muchacho brillante que “tenía presencia”.

“Había un número significativo de chicos que tenían problemas, pero David era diferente”, dijo. “Era su imprevisibilidad. No se podía decir cuando algo iba a salir mal con él”.

“Cuando no lo encontraron, nos sorprendimos. Él era uno de los alumnos que mejor conocía la calle en ese momento”.

¿Fugitivos?

En los días posteriores, la policía trató el caso como una investigación normal de personas desaparecidas.

Tocaron puertas y hablaron con vecinos, revisaron edificios y los lugares en los que se sabía que jugaban.

Los oficiales decían estar preocupados por su bienestar, pero al mismo tiempo enfatizaban que eran “streetwise” (personas con conocimiento de la calle).

Decían a los medios de comunicación que no había razón para creer que los muchachos hubieran sufrido algún daño.

Especulaban que podrían estar jugando o que se estaban quedando con amigos. Se ofreció una recompensa de 500 libras por información sobre su paradero.

A finales de enero, la policía dio una conferencia de prensa en la que las madres de los niños les pedían que regresaran a casa.

En abril de 1997, Paddy y David se convirtieron en los primeros niños en aparecer en cajas de leche de cuatro litros en 770 tiendas de la cadena Iceland, como parte de una campaña de la Línea de Ayuda Nacional de Personas Desaparecidas.

Los medios de comunicación locales apodaron a los chicos “Niños de las cajas de leche”, pero después de cuatro semanas no hubo grandes pistas y la historia no obtuvo atención de la prensa nacional.


Los reporteros locales aseguraban que la policía consideraba a los muchachos como fugitivos. Pero había indicios de lo contrario.

La nueva bicicleta de Paddy había sido encontrada, aparentemente abandonada, detrás de la gasolinera donde fueron vistos por última vez.

Mark Cowan, un exreportero de temas policiales del periódico Birmingham Mail que cubrió el caso durante 15 años, cree que debería haber indicado que los chicos no eran fugitivos.

“Si te vas a escapar, ¿por qué te deshaces de tu bicicleta en una gasolinera?”, dice. “Fue su regalo de Navidad, fue un gran regalo para él, probablemente era su posesión más preciada. Dejarla dentro de las 24 horas de recibirlo… si uno va a huir, lleva su bicicleta, aunque sea para cubrir mucho más terreno”.

Una cuestión de clase

Cowan se reunió por primera vez con las familias de los niños en 1997. Sospechaba que la policía consideraba que era una cuestión de “dos chicos callejeros que huían de casa” y dijo que no cambió esa mentalidad a tiempo.

Siempre me he preguntado si fue tratado como [un caso de personas desaparecidas] durante mucho tiempo porque eran dos chicos de una parte pobre de la ciudad, que no le importaban a nadie más que a sus familias y amigos. Me gustaría pensar que eso no es cierto y que sea sólo mi opinión, pero siempre fue una de las cosas que estaba en mi mente”.


Quienes creen que los antecedentes de los chicos influyeron en cómo la policía trató el caso son el profesor David Wilson, un criminólogo de la Birmingham City University, y su colega, la profesora Elizabeth Yardley, quienes han estudiado la historia en profundidad.

“Se les trataba como adultos“, dice Wilson . “Hubo mucha atención en que no eran buenos en la escuela y en que uno de ellos fumaba cigarrillos”.

“Había una sensación de que no eran realmente niños, cuando en realidad lo eran”.

El profesor agrega: “Si hubieran sido dos chicos de [clase media], ese caso habría sido tratado inicialmente de manera muy diferente. Había un juicio de clase que hacía verlos como fugitivos, en vez de vulnerables”.

Algo siniestro

En 2006, diez años después de que Paddy y David desaparecieran, el caso fue revisado por la policía de West Midlands, región a la que pertenece Birmingham.

Uno de los oficiales principales en la revisión, el inspector Mick Treble, está ahora jubilado.

“Cuando miré el caso, no podía creer que dos niños de esas edades desaparecieran y no se generara un gran clamor”, dice. “Pero no creo que eso haya afectado nada de la investigación”.

El inspector Treble cree firmemente que la policía hizo las investigaciones rutinarias requeridas en los casos de personas desaparecidas al entrevistar a las últimas personas que los vieron, familiares, amigos, y al revisar los lugares que frecuentaban.

“La cosa que pareció no haberse hecho fue que con esas edades, se debió levantar una bandera roja para ver si había ocurrido algo siniestro”, opina Treble.“No tengo ninguna duda de que algo siniestro sucedió”.

Un pedófilo sospechoso

En 2006 el caso fue revisado y la atención se dirigió hacia el pedófilo Brian Field.

Cuando Paddy y David se perdieron, Field vivía en Solihull, a ocho kilómetros de Chelmsley Wood, el barrio de los niños.

En 1999, tres años después de la desaparición de estos amigos, el hombre fue arrestado por manejar bajo los efectos del alcohol.

Una prueba de ADN permitió identificarlo como autor de la violación y el asesinato de Roy Tutill, un escolar de 14 años de Surrey, en el sur de Inglaterra, ocurridos en 1968, y condenarlo a cadena perpetua.

El ex trabajador agrícola ya había cumplido una sentencia de prisión por secuestro de dos niños en los años 80.

¿Podría haber matado a Paddy ya David?

“Tenía un modus operandi específico [de secuestrar a chicos] y ese modus operandi coincidía con el caso de Paddy y David”, dice el Prof. Wilson.

El profesor Wilson cree que se podría haber hecho más en las primeras etapas de la investigación.

“Si la policía hubiese investigado adecuadamente, habrían ido a la casa de Field, habrían ido a su lugar de trabajo, habrían hablado con la persona en la gasolinera y le habrían preguntado si había visto a Field hablar con esos muchachos”, dice.

En 2006, Field fue señalado como sospechoso. Fue interrogado por detectives y excavaron en un terreno que usaba como botadero en Solihull.

Pero no hallaron ninguna prueba y no pudieron obtener una confesión.


“No tenía nada que perder”, recuerda Treble. “Pero su negación fue vehemente, dijo que no había nada con lo que pudiera ayudar”.

La BBC le escribió a Field, que se encuentra en prisión, pidiéndole una declaración sobre la desaparición de los niños, pero no respondió.

La policía de West Midlands dice que sigue siendo una persona de interés “debido a su historia de abuso”.

Un caso extraño

La desaparición de Paddy y David es realmente excepcional.

Según el Centro de Estudios de Personas Desaparecidas de Reino Unido, la mayoría de los casos de niños desaparecidos se resuelven en 48 horas y sólo el 1% de los casos siguen abiertos por más de un año.

Caroline Marsh es ahora la detective a cargo del caso. Explica que el retraso en las pesquisas se debió en parte al hecho de que ambos niños habían contado a sus familias la misma historia: que cada uno iba a la casa del otro por la noche.

“El punto de vista era que solo eran muchachos divirtiéndose. Tardaron varios días y semanas en llegar a la conclusión de que algo estaba realmente mal y que por eso no regresaban“, comenta.

La Policía de West Midlands dice que su equipo de homicidios continúa investigando el caso, aunque no ha habido nada significativo hasta la fecha.

En una conferencia de prensa el miércoles 21 de diciembre, el hermano menor de David, Lee O'Toole, dijo que lo más difícil para las familias es no saber dónde están los restos de los niños.

“Estoy convencido de que hay alguien ahí fuera que sabe lo que le pasó a mi hermano”, dijo. “Les ruego que se presenten”.

“Necesitamos saber dónde están para ponerlos a descansar, esa información podría permitir a mi familia seguir adelante”.

Una burla

En la casa de la infancia de David en Circus Avenue, en Chelmsley Wood, su madre Christine se pregunta cuál es el punto de hablar con la prensa. “Nada bueno ha salido de eso”.

A pocos minutos, en la casa de Paddy en Chelmsley Road, la recepción es similar.

Su hermano mayor, Derek, abre la puerta y grita por encima de su hombro: “Están aquí por los muchachos”.
Bridget, la madre, grita desde una habitación: ¡No, no hables con ellos!

Derek se dirige hacia otro hombre que se encuentra en la cocina: “Quieren hablar de Paddy”.

“No me interesa”, responde, sin levantar la vista.

Derek está de acuerdo con que el caso de los chicos no obtuvo la cobertura de prensa que merecían y que la policía no hizo lo suficiente para encontrarlos.

“Fue una burla”, añade, antes de cerrar la puerta.

Investigación adicional: Danielle Dwyer

Fotos: Stephanie Barnard & Bethan Bell

Editor: Dave Green

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