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Qué es la Orden de Malta, la organización de la época de las Cruzadas que se volvió el último quebradero de cabeza del Papa

Al último quebradero de cabeza del papa Francisco se le ha llamado "el escándalo de los condones". Y tras un duro pulso de varias semanas, Jorge Mario Bergoglio lo ha saldado este martes pidiendo la renuncia del británico Matthew Festing, el gran maestro de la Orden de Malta.

En las últimas semanas el británico Matthew Festing, el gran maestro de la Orden de Malta (izquierda), ha mantenido con el papa Francisco una dura pugna. GETTY IMAGES

En las últimas semanas el británico Matthew Festing, el gran maestro de la Orden de Malta (izquierda), ha mantenido con el papa Francisco una dura pugna. GETTY IMAGES

¿Pero qué es esta orden, cuyo origen ha de buscarse en la época de las cruzadas?

¿Y por qué ha pedido el sumo pontífice la renuncia a su cargo más alto tras una dura pugna entre dos de las instituciones más antiguas del mundo?

Jerusalén, siglo XI

La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta, es una orden religiosa católica fundada en Jerusalén en el siglo XI por unos comerciantes amalfitanos.

En un principio los mercaderes abrieron en 1048, con la autorización del entonces gobernador de la ciudad, el califa de Egipto Bomesor Monstensaf, una iglesia y un hospital para atender a los peregrinos que llegaban a visitar el Santo Sepulcro.

Eran tiempos anteriores a la Primera Cruzada (1099), con la que iniciaría el fenómeno histórico de campañas militares, peregrinaciones armadas y la expansión colonial en Medio Oriente que convulsionó la región entre los siglos XI y XIII.

Así, desde un principio, junto a su actividad hospitalaria, la Orden de Malta desarrolló acciones militares contra los ejércitos musulmanes, en principio árabes y más tarde también turcos.

En 1291, con la caída del reino cristiano de Jerusalén, la organización se estableció en Chipre, de donde se mudó a Rodas y después a Malta.

De hecho, se la conoce con ese nombre porque fue en Malta donde tenía la sede cuando se hizo conocida por frenar el avance turco en 1565. Aunque tuvo que abandonar la isla cuando en 1798 Napoleón Bonaparte ocupó la isla.

Y después de haber tenido sedes provisionales en Mesina, Catania y Ferrara (hoy ciudades italianas), la orden se estableció finalmente en Roma en 1834, donde sigue hoy.

Entidad soberana

Desde entonces, la Orden volvió a centrarse en su misión de asistencia hospitalaria, llevando a cabo misiones humanitarias en la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

Para ello, hoy cuenta con 13.500 miembros (denominados caballeros y damas), 25.000 empleados y 80.000 voluntarios en todo el mundo.

Y el dinero para sus proyectos proviene principalmente de donaciones y de acuerdos con países.

Como ejemplo, el 20 de mayo de 2005 el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia firmó un acuerdo de cooperación con la orden que posibilitaba hacer donaciones libres de impuestos. Y el año siguiente se registraron importes por valor de 4.700 millones de pesos (US$1,6 millones) para 35 centros de salud de todo el país.

Sus líderes son todos hombres laicos, aunque toman los votos de pobreza, castidad y obediencia ante el papa.

La institución tiene las características de una entidad soberana, mantiene relaciones diplomáticas con más de 100 estados y la Unión Europea y mantiene un observador permanente en Naciones Unidas.

Tiene su propio ordenamiento jurídico y emite, además, sus propios sellos, pasaportes y matrículas. Y su insignia es una cruz de ocho puntas u octogonal, llamada Cruz de Malta.

Se trata, pues, una de las instituciones más viejas del mundo y ha mantenido en las últimas semanas un pulso con otra no menos antigua: el Vaticano.

Preservativos y primera dimisión

Todo comenzó el 6 diciembre, cuando el alemán Albrecht Freiherr von Boeselager, el gran canciller de la Orden de Malta, uno de los altos cargos de la organización, fue obligado a dimitir por lo que describieron como una “situación extremadamente grave e insostenible“.

Su superior y quien preside la orden, el gran maestre Matthew Festing, lo señaló por haber permitido la distribución gratuita de preservativos en los países en los que la orden tiene infraestructuras cuando dirigía Maltese International, su agencia humanitaria.

La Iglesia católica se opone al uso del condón como método anticonceptivo y asegura que la abstinencia y la monogamia en las relaciones heterosexuales son la mejor manera de terminar con el VIH/sida.

En eso último se reafirmó Benedicto XVI en 2009 en Camerún, durante su su primer viaje apostólico a África.

La “única vía eficaz para luchar contra la epidemia es una renovación espiritual y humana de la sexualidad”, unida a un “comportamiento humano moral y correcto, destinada a “sufrir con los sufrientes”, dijo entonces.

Aunque el papa Francisco, en febrero del año pasado y ante el riesgo que implica para las embarazadas el virus del zika, aludió a la posibilidad de usar métodos anticonceptivos “como mal menor”.

Francisco dejó abierta la posibilidad de usar esos métodos al recordar que el papa “Pablo VI en una situación difícil en África (la guerra en el Congo Belga) permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron violadas”, explicó.

Aunque pidió “no confundir el mal de evitar el embarazo, por sí solo, con el aborto”.

Sea como fuere, Von Boeselager dijo haber cerrado dos proyectos en países en desarrollo al saber que se estaban distribuyendo preservativos.

Y explicó que había decidido mantener un tercero, porque de haberlo clausurado la gente sin recursos del lugar se habría quedado sin los servicios sanitarios básicos.

“Excusa”

Aun así, Von Boeselager y sus seguidores aseguran que la decisión de retirarlo del cargo no tiene nada que ver con la postura de la Iglesia católica sobre el preservativo.

Según ellos, fue “una excusa” para ganar poder de Festing y el cardenal Raymond Leo Burke, un arzobispo untraconservador, patrón de la Orden de Malta, que ha acusado al papa de ser “demasiado liberal”.

Así, tras ser despedido, en lugar de quedarse con brazos cruzados, Von Boeselager apeló la decisión ante el papa.

Y el pontífice nombró una comisión de cinco miembros para que investigase las “inusuales circunstancias” del despido del alemán.

A su vez, Festing, un británico de 67 años, se negó a colaborar con la comisión y la denominó ilegítima.

Denunció que el trabajo de la comisión papal era una intervención en los asuntos soberanos de la orden, acusó a sus miembros de tener un conflicto de intereses y, desafiante, estableció su propio comité.

“No es sólo que están desafiado la autoridad del papa, sino que lo están haciendo con un lenguaje irrespetuoso y que busca confrontación”, dijo al respecto Austen Ivereigh, fundador de Catholic Voices y autor de una biografía sobre Bergoglio titulada”El gran reformador”.

“Es tan terrible como parece”.

Última dimisión

Así que en respuesta a Festing, el 17 de diciembre el Vaticano rechazó lo que denominó “su intento de desacreditar a los miembros de la comisión” papal y ordenó a los líderes de la Orden de Malta cooperar con la investigación.

Las conclusiones eran de conocerse a finales de este mes, pero este martes el papa pidió durante una audiencia privada la dimisión de Festing.

El cargo de gran maestro suele ser vitalicio.

“El papa se lo pidió y él se mostró de acuerdo”, informó ese mismo día un portavoz del Vaticano.

Y añadió que el siguiente paso será la reunión del Consejo Soberano de la Orden de Malta, ante la cual el hasta ahora gran maestro presentará su renuncia y momentáneamente la institución pasará a ser regida por el gran comandante.

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