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Sin iglesias, ni sacerdotes, ni textos sagrados: así son los “bautismos republicanos” en Francia

El 9 de octubre, Tessa Bensaci fue bautizada. Pero no en una iglesia y ningún sacerdote ofició la ceremonia. Tampoco se leyeron textos sagrados. Fue un bautismo republicano.

Los bautismos republicanos o civiles son un rito laico con más de 200 años de historia para quienes prefieren un bautizo no religioso. LILA MESS

Los bautismos republicanos o civiles son un rito laico con más de 200 años de historia para quienes prefieren un bautizo no religioso. LILA MESS

El acto solemne tuvo lugar en el ayuntamiento de Cormot-le-Grand, cerca de Dijon, en el centro de Francia.

El alcalde, Marc Denizot, ataviado con la banda con los tres colores de la república francesa, presidió la ceremonia mediante la cual Tessa, acompañada de sus padres, Rachid y Emmanuelle, fue apadrinada por Julie y Valérie.

De forma simbólica, la bebé de apenas un mes de vida fue recibida en la comunidad republicana.

Un acto común en Francia, donde el bautismo o apadrinamiento civil o republicano se celebra en numerosas alcaldías.

“Para nosotros, el bautismo civil o republicano se corresponde con nuestras convicciones y compromiso como ciudadanos franceses y del mundo. Creemos en los valores universales de la República Francesa. En relación con la religión, yo personalmente soy agnóstico y mi mujer también. Y este bautismo se ajusta a nuestros valores humanistas y republicanos”, le cuenta Rachid a BBC Mundo.

“Es muy oficial, pero no tiene un carácter jurídico. Es por amor, fraternidad y amistad que confiamos nuestro hijo a nuestros amigos”, apunta Rachid.

“Para mí es una forma de tener las mismas ventajas que el padrinazgo religioso, es decir, que el niño sea protegido por otras personas además de sus padres, pero de una manera laica. Es importante que nuestro hijo tenga dos personas como referencia además de sus padres”, agrega Enmanuelle.

El rito mediante el cual se celebran este tipo de bautismos laicos no tiene normas de obligado cumplimiento.

Normalmente, es el alcalde quien oficia la ceremonia, a la que suelen acudir familiares y amigos cercanos de los padres del niño. Así fue en el caso de Tessa Bensaci.

“Se puede decir que es una especie de fiesta. El alcalde prepara una sala que, como sucede por ejemplo en los casamientos, debe tener la imagen de la Marianne, el símbolo de la república. Y te entregan unos documentos para firmar, incluso si no tienen un valor jurídico”, señala Rachid.

“El alcalde dice por qué estamos allí y después cede la palabra a los padrinos o madrinas, que pronuncian un discurso con mucho amor y amistad, sentimientos profundos sobre cómo van a acompañar a nuestro hijo: es un compromiso moral. Después, el alcalde dice unas palabras y al final, con el consentimiento de los padres, declara a los padrinos o madrinas y se firman los documentos”, agrega.

El origen de este rito -cuya fórmula ha ido evolucionando- hay que buscarlo en los momentos posteriores a la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII.

Según la versión más extendida, la Asamblea Nacional, presidida por Maximilien Robespierre, adoptó una ley el 8 de junio de 1794 que instituyó la práctica del padrinazgo civil.

Y, de acuerdo con este mismo relato, fue el propio Robespierre quien celebró los primeros bautismos de este tipo en París.

“No siempre se ha tenido el mismo discurso sobre este bautismo. La terminología y el discurso de sus orígenes varían (…). Y, hasta donde yo sé, no existe en otros países”, asegura la etnóloga Rachel Guidoni, quien destaca el carácter casi mítico del origen del bautismo civil.

“La significación original es que después de la Revolución Francesa se quisieron reintroducir ritos, sobre todo de iniciación, pero sin el contenido religioso que tenían antes. Se quisieron crear ritos republicanos laicos. Y dentro de los de iniciación, en la tradición católica, está el bautismo”, agrega en diálogo con BBC Mundo.

Además de este carácter de “rito de paso”, el bautismo civil es utilizado también por grupos de apoyo a los inmigrantes sin papeles como una herramienta para hacer visible la condición de estas personas.

“Es una forma de presionar para que el prefecto regularice la situación de la persona que es apadrinada”, sugiere Enmanuelle.

“No es automático para el solicitante de papeles. Pero puede tener un impacto cuando revisen su dossier, aunque no siempre sucede”, apunta Rachid.

Más de 200 años después de aquel fervor revolucionario, y después de haber sido prácticamente olvidado durante décadas, el bautismo civil gana adeptos en Francia.

En estos momentos se está sometiendo a examen un proyecto de ley que prevé la introducción de un artículo que regula este rito.

No existe un recuento oficial de cuántos bautismos republicanos se celebran anualmente en el país europeo pero un artículo reciente publicado por el diario francés Le Monde aporta algunas pistas.

En Lyon se celebraron 181 ceremonias en 2015. En Nantes, 135, un 15% más que en 2014. Y en la capital, donde 13 de los 20 ayuntamientos de distrito ofrecen estos servicios, en 2015, se celebraron 325 bautismos civiles.

Para Rachid, el bautismo republicano es un acto de reivindicación de la igualdad frente a los conflictos identitarios que a su juicio vive Francia.

“Para nosotros esa es una repuesta posible frente a las discriminaciones a causa del origen cultural, religioso o de otro tipo. En mi caso soy de origen magrebí, de cultura árabe, musulmana y bereber. Mi mujer es de cultura cristiana. Pero hemos decidido que nuestro hijo tenga los valores laicos de la república y eso responde totalmente a la problemática actual”, señala.

“El bautismo republicano nace en la Revolución Francesa para confirmar que más allá de la Iglesia y dentro del marco de la separación entre la Iglesia y el Estado, la república puede tener valores morales. Que la moral no es únicamente patrimonio de la religión“, añade.

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