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Boda propia de un cuento de hadas

Un día como hoy 29 de julio de 1981 se produce el matrimonio entre el príncipe heredero del Reino Unido, Carlos y Diana Spencer. Este evento es considerado como la Boda del Siglo XX. 

Los príncipes Diana y Carlos se besan en la Catedral de San Pablo el 29 de julio de 1981. (Foto: AP)

Los príncipes Diana y Carlos se besan en la Catedral de San Pablo el 29 de julio de 1981. (Foto: AP)

El Pri?ncipe Carlos llevo? a una final feliz una de las ma?s roma?nticas historias de amor en la realeza, al casarse en medio de gran ceremonia y del regocijo nacional, con una bella joven que queri?a ser maestra de kindergarten y ahora es la Princesa de Gales y futura Reina de Inglaterra.

El heredero al trono, de 32 an?os y Lady Diana Spencer, de 20, intercambiaron sus juramentos en la Catedral de San Pablo, ante una selecta concurrencia de 2,500 personas, entre las que habi?a varios miembros de la realeza y estadistas de renombre mundial y, despue?s, como si las ca?lidas miradas que se dieron mutuamente en la ceremonia no fueran bastante, se besaron amorosamente en el balco?n del Palacio de Buckingham, en medio de los gritos de alegri?a de miles de personas reunidas en la plaza bajo el balco?n.

Esta franca demostracio?n no es corriente en la realeza, pero la nueva princesa, que acaba de salir de la adolescencia y que hace so?lo unos meses era maestra de pa?rvulos, tiene el corazo?n en la mano, y no dejo? de sonrei?r desde el momento en que llego? a la iglesia y vei?a convertirse en realidad que iba a ser suyo el hombre que ama.

El Arzobispo de Canterbury, que los caso?, dijo con roma?ntica frase: “Aqui? esta? el material del que se hacen los cuentos de hadas: el pri?ncipe y la princesa en su di?a de bodas”.

El Primado de la Iglesia Anglicana recordo? a la pareja que “la verdadera aventura es la real tarea de crearse mutuamente y de crear un mundo con ma?s amor… es especialmente cierta en este matrimonio, en el cual se depositan tantas esperanzas”.

Despue?s del desayuno de boda en el palacio, el pri?ncipe y su alta rubia princesa de ojos azules, salieron en coche con escolta de caballeri?a hacia la estacio?n de Waterloo, donde abordaron un tren especial que los llevo? a Broadlands, la sen?orial mansio?n del ti?o abuelo de Carlos, Lord Mountbatten, donde empezaron su Luna de Miel.

Se trata de un viaje con ribetes sentimentales para el heredero del trono, porque en la misma habitacio?n de la misma casa empezaron su vida de casados su padre, el Pri?ncipe Felipe y su madre, la reina Isabel.

La pareja, con la nueva princesa llevando un atrevido sombrero de color salmo?n, en forma de corazo?n y con plumas de avestruz, que provoco? suspiros de admiracio?n, recorrieron las calles londinenses donde todavi?a estaban los restos de las ma?s de 900,000 personas que se alinearon en la ruta de cuatro kilo?metros del Palacio de Buckingham a la Catedral de San Pablo, para presenciar la pompa y elegancia en la que Gran Bretan?a reina suprema.

Se calcula que unos 1,000 millones de personas vieron la ceremonia en la televisio?n o la escucharon en la radio en 61 pai?ses. Los brita?nicos olvidaron sus monumentales problemas por un momento, y la nacio?n se vio envuelta en una ola de felicidad, fiestas, y fuegos artificiales.

Tal vez para recordar los problemas, siempre podi?an verse protegiendo a la reina contra posible ataque, un guarda a caballo.

Aunque los perio?dicos publicaron el di?a anterior que habi?an arrestado a dos empleados del Palacio de Buckingham por robo de explosivos, y que dos huelguistas de hambre esta?n cerca de la muerte en Irlanda del Norte, el pu?blico se alejo? de la realidad por un di?a.

Carlos, quien iba vestido con uniforme de capita?n de navi?o, parecia nervioso cuando llego a la iglesia. Diana teni?a un vestido de seda color marfil con antiguos encajes con bordados y perlas, con un escote que se abri?a sutilmente, rematado por un amplio vuelo.

El traje teni?a una espectacular cola de 7.6 metros, y la novia llevaba la tiara de la familia Spencer sobre un voluminoso velo que le cubri?a la cara: pero que no ocultaba la deliciosa sonrisa que mostro? cuando Carlos le prometio? amarla y honrarla, elimina?ndose con un tacto la palabra “obedecer”.

Ella estaba todavi?a echando ojeadas de reojo al novio cuando el Arzobispo le pidio? que prestara el mismo juramento. En la confusio?n equivoco? el orden de los nombres del pri?ncipe, y dijo: “Yo, Diana Frances, te acepto, Felipe Carlos Arturo Jorge como mi legi?timo esposo”. Los nombres en realidad son Carlos Felipe Arturo Jorge.

Carlos tambie?n dejo? fuera una palabra cuando presto? su juramento. El pri?ncipe no pudo reprimir una la?grima cuando arranco? el coro con la orquesta y la soprano opera?tica Kirte Knawa, con la mu?sica que e?l mismo habi?a escogido.

Aún la Reina Isabel, generalmente solemne en las situaciones oficiales, estudio? con detencio?n a su hijo ya su nueva esposa cuando recorri?an el pasillo, y finalmente dio una sonrisa de aprobacio?n.

Habi?a un tiempo esplendoroso. La caravana real, que salio? del Palacio de Buckingham, hizo el doble recorrido en los tradicionales coches acompan?ados por la Polici?a montada y por la Caballeri?a de Pa- lacio, con sus brillantes petos y sus cascos de plumas.

Lady Diana paso? la noche anterior en la residencia real de Clarence House y fue a la iglesia en el famoso “coche de cristal”, para que la vieran mejor. La acompan?aba su padre, el Marque?s de Spencer.

Matrimonio tortuoso

El inicio de su crisis matrimonial se produjo, según algunos biógrafos, luego del nacimiento de su segundo hijo, mientras que para otros tuvo lugar en 1986 o 1987, a raíz de su estancia en Mallorca.

En noviembre de 1989, cuando la pareja parecía haber superado una importante crisis matrimonial, aparecieron publicadas unas fotografías de la Princesa con un antiguo amigo, lo que marcó un nueov distanciamiento.

En junio de 1992, el periódico Daily Mail publicó que Lady Di había intentado suicidarse, en 1987, al ingerir una sobredosis de paracetamol. Luego se conocería que el número de tentativas se elevó a cinco. Años después en 1997, Diana moría trágicamente en un accidente de tránsito en París. 

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