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Campanas con voz propia

Cada uno de estos instrumentos de bronce tiene un nombre que le da, prácticamente, una personalidad propia.

Campanas del Templo de San Francisco ubicado en la zona 1 de la capital. (Foto: Hemeroteca PL)

Campanas del Templo de San Francisco ubicado en la zona 1 de la capital. (Foto: Hemeroteca PL)

Aunque son muchos los que escuchan sus voces, en domingos o días de fiesta religiosa, son pocos quienes conocen sus nombres o sus historias.

“Jesús” es el nombre que tiene inscrita la campana del templo La Merced en la Ciudad de Guatemala. En las cuaresmas de antaño era la única que sonaba, mientras las demás callaban, justo cuando salía o entraba la procesión del Nazareno. “También existía la leyenda de que el fuerte tañido de la campana de Jesús podía escucharlo hasta el mismísimo Papa en Roma”, dice el historiador Miguel Álvarez Arévalo, cronista de la ciudad.

Algunos templos del Centro Histórico de Guatemala tienen varias campanas pero cada una posee su identidad propia. Por ejemplo, está “La Virgen de Loreto”, la principal de la Iglesia de San Francisco, 6a. avenida y 13 calle, zona 1. “En la inscripción existe un error, aclara el historiador Álvarez, porque se lee ‘Lorito’”. No obstante es la campana más antigua de la ciudad, pues data de 1600.

Dan, dan, dan su nombre

La tradición de bautizar las campanas, con un nombre grabado en su parte frontal se deriva del carácter y sonido único de cada pieza. El apelativo proviene siempre de advocaciones del santoral cristiano.

“Cuando un campanero recibía el encargo de hacer una campana con éste iba también las especificaciones de tamaño y a quién estaba dedicada. Cada instrumento de bronce de los templos está destinado a un santo diferente”, cuenta Francis Polo Sifontes, antropólogo e historiador.

En la parte exterior están los datos del nombre, fecha de fundición y a veces, incluso, puede leerse el nombre del diseñador, “ya que eran consideradas no sólo un instrumento sonoro sino una obra de arte que permanecería por muchos años”, dice el antropólogo.

En el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, 8a. avenida y 10 calle, está la campana conocida como “La Encarnación”, creada en 1728.  

Un registro histórico importante sobre la elaboración de una campana es el del templo de La Recolección. Alrededor de 1855, el presidente de la República Rafael Carrera se trasladó a este convento para estar presente en la fundición de la campana principal. “Acampó fuera del edificio unos tres días hasta que concluyó el trabajo”, explica Sifontes.

La más conocida

La mayoría de guatemaltecos identifica una campana: “La Chepona”, de la Catedral Metropolitana, cuyo verdadero nombre es “San José”, pero por ser masculino, el ingenio popular le otorgó un alias femenino a la que aún es la campana más grande del país. La campana principal de la Catedral Metropolitana fue construida en 1861, pesa cinco mil libras de bronce y fue fundida por Julio Vassaux a pedido del cabildo metropolitano para conmemorar el concilio Vaticano de 1870.
Sifontes cuenta que, coincidentemente, la Chepona sonó cuando se puso en vigencia la Constitución de 1812, a la que llamaban “La Pepa”: Pepe y Chepe son contracciones del nombre José.

Instrumentos musicales

Cada vez resulta más difícil escuchar el anuncio de la hora en punto o el llamado a la oración de las campanas, debido a la contaminación auditiva. En 1997, para celebrar el primer aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, se realizó en el Centro Histórico un concierto de campanas, en el que participaron todos los templos del área. Ello demostró que también se trata de instrumentos musicales, en cuya personalidad intervienen los materiales empleados no sólo en su fundición sino en su colocación.

Por ejemplo, si está colgando de un travesaño de hierro, es necesario forrarlo con cuero, para que no se pierda la brillantez del sonido; de no ser así, éste será sordo, de corta duración.En todo caso, la próxima vez que escuche el talán, talán de una campana recuerde que puede ser “La Encarnación”, “La Chepona” o la del “Lorito”, proclamando que sólo un alma tenemos…

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