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1934: católicos acuden a la coronación de la Virgen del Rosario

La Virgen del Rosario, Patrona de Guatemala fue coronada el 28 de enero de 1934. Detrás de ese acontecimiento hay una historia muy especial relacionada con los preparativos y adornos que han engalanado su templo. 

Vista de la ceremonia de Coronación de la Virgen del Rosario el 28 de enero de 1934. (Foto: Hemeroteca PL)

Vista de la ceremonia de Coronación de la Virgen del Rosario el 28 de enero de 1934. (Foto: Hemeroteca PL)

¡Ten piedad de nosotros, Señora! Nuestro canto va unido al fervor… Guatemala, de hinojos te impolora: ¡No la apartes jamás de tu amor!…


Esta es la estrofa inicial del himno de la Coronación Pontificia de la Virgen del Rosario, compuesto por Pío M. Riépele, con música del maestro Miguel Zaltrón e interpretado por un coro integrado por más de mil voces al momento en que la argentífera escultura de la Virgen era coronada el 28 de enero de 1934. 

La ceremonia fue presidida por el arzobispo metropolitano, monseñor Luis Durou y Suré y celebrada a las 11 de la mañana en el atrio de la Catedral Metropolitana, en medio de un gran entusiasmo religioso.

La mayoría de crónicas de los periódicos de la época coinciden en señalar que en el instante en que el arzobispo coronó a la imagen de la Virgen del Rosario, se echaron al vuelo las campanas de la ciudad, sonaron las sirenas de las fábricas y una lluvia de pétalos de rosas cayó desde lo alto de la catedral y la muchedumbre entusiasmada, sin poderse contener prorrumpió en vivas y aplausos, en un momento de conmovedora emoción.

El decreto papal para la coronación en grado pontificio fue emitido el 16 de octubre de 1931, firmado por Su Santidad Pío XI, estableciendo que se concede corona de oro para la imagen de la Virgen del Rosario que se venera en el templo de Santo Domingo (hoy Basílica Menor de Nuestra Señora el Rosario), “por la antigüedad del culto como por la abundancia de las gracias que la piadosa Madre prodiga perennemente en favor de sus fieles devotos; es honrada y venerada, no sólo por los habitantes de la ciudad, sino también por los pueblos circunvecinos”. 

Los preparativos

Los actos previos a la coronación de la imagen se organizaron con más de un año de anticipación por un comité específico integrado por “miembros relevantes de la sociedad de la época, asociaciones religiosas del templo dominico, presidido por las agrupaciones del Rosario Viviente, Perpetuo y la Cofradía del Rosario, cuya labor está consagrada a velar por el culto a la imagen de la Virgen del Rosario y propagar la devoción del rezo del Santo Rosario”. 

El Rosario Viviente prepara a los niños y el Perpetuo fundamenta el valor del rezo del rosario entre los adultos.

La clebración de la coronación no fue únicamente una fiesta llena de alegría y emotividad. También se organizó una cruzada general del Rosario en Guatemala. Tanto los frailes dominicos como los miembros de las agrupaciones religiosas trataron de acercar a la mayor cantidad de fieles y prepararlos espiritualmente para comprender la importancia de la Coronación Pontificia concedida a la imagen de la Virgen, patrona de la República.

El principal impulsor de la coronación fue el padre Raymundo Martín, promovido por su auténtica religiosidad y profunda devoción a la Virgen en su advocación del Rosario. 

El día anterior a la coronación se organizó la procesión con la imagen de la Virgen, presidida por los miembros de las asociaciones religiosas del templo de Santo Domingo que portaron sus pabellones y otras agrupaciones seglares de distintos templos de la ciudad y del interior del país. Ocuparon un lugar preferente los miembros de la Orden Tercera Dominica y las asociaciones del Rosario, en reconocimiento a su tesonero trabajo en pro del culto permanente a la venerada imagen.

Esta procesión partió del templo de Santo Domingo a la Catedral Metropolitana, donde la imagen permaneció en la velación la noche del sábado y parte de la mañana del domingo. 

El día 28 a las nueve horas empezaron a llegar los invitados especiales a la misa pontifical, donde se dio lectura a la bula pontificia, coronándose al final la venerada imagen de la Virgen.

Por la tarde del domingo salió de la catedral la procesión con la imagen de la Virgen del Rosario, ya coronada, y adornada con su magnífica chispa de plata sobredorada, recorriendo varias calles y avenidas de la ciudad, retornando casi a la medianoche a la iglesia de Santo Domingo.

En el recorrido la imagen de la Virgen fue acompañada por la de Santo Domingo que portó sobre un hermoso cojíin de pana roja, la bula papal.

El adorno

La iglesia de Santo Domingo lució para esta fiesta un adorno singular. El templo se decoró con delicadas guías de velo de novia y rosas de papel, obra del altarero Alfredo Monge, bajo la dirección del señor Francisco Cordón Horjales. 

Según narraciones de personas que participaron en la celebración de la Coronación, varios meses antes se pidió a París unos damascos para adornar el interior de la iglesia, pero lamentablemente éstos no llegaron en el tiempo previsto, por lo que se pidió a todos los devotos de la Virgen, unos meses antes de la festividad, elaborar rosas de papel para formarle cortinas de flores a la Virgen.

La respuesta del pueblo fue maravillosa; cada uno llevó flores en color rosa, y según testigos oculares, la gente llevó tal cantidad que llenaron capillas enteras de rosas, agotándose en Guatemala la existencia en el comercio de papel crepé, china y demás materiales que se utilizan en la confección de flores. Luego se armaron las guías de rosas y velo de novia, que en conjunto dieron al templo una armonía y belleza sinigual. 

La Catedral se adornó en forma muy sobria; se colocó un inmenso manto real de color rojo, y un armiño con comas negras, pendiendo todo de una hermosa corona de gran tamaño, tachonada de piedras de colores, simbolizando la realeza de la Virgen. 

El adorno para el altar mayor se formó con candelas gigantes y un hermoso frontal bordado a mano en oro y plata con los corazones de Jesús y María entrelazados. El trono pontifical para el arzobispo se colocó en el lado izquierdo del atrio catedralicio.

En la decoración de las calles se hizo latente la espontaneidad con que se manifestó el pueblo, su profundo amor a la imagen, haciéndose notar la participación de todos los gremios del país. Agrupaciones de profesionales, artesanos y demás asociaciones privadas elaboraron numerosos arcos triunfales, representando los quince misterios del rosario. 

Cada uno quiso aportar lo mejor que pudo; así narran las crónicas: “la Virgen pasó por una valla de flores, cantos y luces, en medio de las plegarias y confesiones de corazón a corazón”. 

Todas las calles se adornaron con alfombras de pino, flores y aserrín. Los balcones y portones de las casas lucieron flores, cortinas y banderas con los colores de las asociaciones del Rosario.

Ocho días después se clausuraron las festividades con una solemnidad religiosa y se presentó el agradecimiento a las personas que colaboraron en esta celebración. 

Sobre la imagen

La escultura de la Virgen del Rosario del templo de Santo Domingo se venera desde el siglo XVI. Fue mandada a hacer por el padre Fray Lope de Montoya, antes de 1592 y tiene la particularidad de haber sido fundida en plata en su totalidad. Como obra de arte de la platería guatemalteca es única en su género y un digno ejemplo de la calidad que alcanzaron estos trabajos en el país.

De ella un autor señala “que es sumamente devota y bella, con rozagante y encendido color en gualda palidez en ocasión de conflicto y necesidad popular”. 

La imagen tiene 1 metro 54 centímetros de altura. Un niño, también confeccionado en plata, representa a Jesús de un mes de nacido con un movimiento natural y muy vivo, logrando dar una imagen de ternura que conmueve a todos los fieles. 

La Virgen se veneró durante varios siglos en la iglesia del Convento de Santo Domingo de la Ciudad de Santiago, hoy Antigua Guatemala, donde en muy escasas ocasiones salió en procesiones de rogativa o para alguna conmemoración relevante.

Con motivo de la destrucción de la ciudad de Santiago en 1773, sufrió severos daños. Fue restaurada aunque perdiendo elementos originales y colocada en el altar mayor del templo de Santo Domingo en la Nueva Guatemala. 

La venerada imagen ha salido muy pocas veces en procesión. Se ha retirado de su altar para la conmemoración del centenario de su templo en 1908, para su reapertura después de la restauración de la iglesia luego de los terremotos de 1917-18 y 1976; trasladada a Antigua Guatemala para la conmemoración de los 400 y 445 años de la fundación de su Cofradía en noviembre de 1959 y 2004, para su coronación pontifical y la cruzada del Rosario del padre Patricio Peyton.

Ha salido también conmemorando los 25 y 50 años de su coronación, así como para celebraciones especiales, como el cuarto centenario de su veneración en 1992 y en los años 2000, 2003, 2006,  2008 por el bicentenario de su templo y en 2016 por el octavo centenario de la Orden de Predicadores.

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