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De<em> </em><em>tacita de plata</em><em> </em>a una metrópoli

En el inicio del siglo veinte, la Nueva Guatemala de la Asunción comenzaba a forjarse con el encanto de una ciudad europea, a pesar del terremoto de 1917-18 se convirtió en la recordada <em>Tacita de Plata</em> por su pulcritud y aires señoriales.

Sexta avenida y 13 calle zona 1, con estatuas retiradas de la Avenida de la Reforma. Década de 1930-1940. (Foto: Hemeroteca PL)

Sexta avenida y 13 calle zona 1, con estatuas retiradas de la Avenida de la Reforma. Década de 1930-1940. (Foto: Hemeroteca PL)

Durante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera, a principios del siglo 20, se construyeron en el sector cercano al pueblo de Jocotenango, el Templo a Minerva y el Mapa en Relieve.

En 1917 y 1918 los terremotos destruyeron la ciudad. “Ya cayó la torre de la Catedral (…) La puerta de la cárcel se abrió por los sacudimientos de la tierra y muchos de los mausoleos en el Cementerio General se derrumbaron”, refiere Teresa Arévalo, hija del escritor Rafael Arévalo Martínez.

Llevó años la reconstrucción, pero entonces se empezó a usar más el concreto armado como materia prima.

En la década de 1930 empezó a operar el Aeropuerto La Aurora. Durante el gobierno de Jorge Ubico se hicieron construcciones importantes que aún identifican a la ciudad, como el Palacio Nacional, los edificios del Congreso, de Correos, la Policía Nacional y la Tipografía Nacional. Además, se ejecutó un amplio programa de alcantarillado y pavimentación.

A partir de la década de 1940, la ciudad entró en una fase de expansión que continúa hasta la actualidad. Se empezaron a dar las migraciones de la provincia a la capital. La población creció de 284 mil 276 habitantes, en 1950; a 572 mil 671 en 1964. Para 1973, había crecido a 700 mil 500 personas.

En la década de 1950 construyeron la Ciudad Olímpica, el Centro Cívico y se aprobó el proyecto, para la numeración de casas y calles propuesto por el ingeniero Raúl Aguilar Batres.

La clase alta trasladó sus viviendas de la zona 1 a las zonas 9 y 10. Más adelante fue hacia las zonas 13, 14 y 15, y más recientemente, a sectores como la carretera a El Salvador.

En 1959 se dio la invasión en los barrancos en el área conocida como La Barranquilla y se creó el asentamiento La Limonada. A finales de la década de 1960 se ampliaron las salidas de la ciudad.

En los años 1970 se construyeron puentes para atravesar los barrancos que rodean a la zona 1 y se trazó el Anillo Periférico, que comunica las rutas del Atlántico y el Pacífico.

Un nuevo terremoto, el de 1976, vendría a cambiar el rumbo. El escritor Manuel José Arce lo describió así En el diario de un escribiente: “Eran las tres de la madrugada. La hora cuando los enfermos se mueren”. Y continúa: “Ha dejado visibles, terriblemente desnudas y visibles, estructuras del edificio social. Toda su cruenta rigidez. Toda su absurda dureza”. Y no fue para menos, como consecuencia de este sismo surgieron 126 asentamientos provisionales en la ciudad, con un total de 19 mil 399 familias.

Tomó mucho tiempo para que el país se recuperara. En las décadas siguientes se empezó a dar otro fenómeno: por un lado seguían construyéndose proyectos habitacionales, esta vez en los municipios vecinos, cuyos habitantes trabajaban en la ciudad; por el otro, la construcción de centros comerciales y edificios privados.

Sin embargo, el ahora llamado Centro Histórico (desde 1998) sigue siendo sede de la Presidencia, escenario de viejas tradiciones y actividades cívicas. Quizá porque aquí vive el espíritu de aquella ciudad que ya igualó los 240 años que la Antigua Guatemala fungió como capital.

 

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