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El Cristo que empuja las nubes

Durante más de cuatro siglos la fe por el Cristo Negro de Esquipulas se manifiesta con diferentes matices, hay puntos en los que se fusiona la mística de la devoción católica con las raíces prehispánicas.

Camarín donde se venera al Cristo Negro de Esquipulas, interior de la Basílica de Chiquimula. (Foto: Hemeroteca PL)

Camarín donde se venera al Cristo Negro de Esquipulas, interior de la Basílica de Chiquimula. (Foto: Hemeroteca PL)

Una leyenda chortí que fue relatada al antropólogo Carlos Navarrete (uno de los más acuciosos investigadores sobre el Cristo Negro de Esquipulas) por un anciano de la zona limítrofe entre Guatemala y Honduras confirma lo anterior.

“En la ciudad sagrada de Copán se celebraban grandes fiestas en honor al dios maya Ek-Kampulá, vocablo que significa “el que empuja las nubes”, pues se le atribuía el poder de alejar las lluvias y permitir los días de sol necesarios para preparar la siembra. Ek Kampulá, que era de color negro, estaba arrodillado, con una antorcha en la mano izquierda. Su figura se puede apreciar en las gradas de uno de los templos de Copán”.

Según Navarrete, en 1570, cuando llegaron los españoles a Copán, en la costa atlántica de Honduras aún se efectuaban peregrinaciones a este sitio sagrado. Los indígenas llegaban, incluso, desde de la región de Lempira y de los pueblos montañosos de Guatemala.

Durante la fiesta, limpiaban las plazas y templos y realizaban sus ceremonias y ofrendas durante varios días. Al observar la fidelidad de los nativos a su culto, los misioneros acordaron construir un templo católico dentro del área chortí.

“El propósito era reorientar la fe ancestral de los indígenas y sutituirla por la fe cristiana, lo cual se materializó en una imagen de Cristo crucificado, de color negro, el mismo color de Ek-Kampulá”, explica Gavarrete.

Leyenda continental

Más de cuatro siglos después, la fe en el Cristo de Esquipulas alcanza niveles continentales. De México, Centro y Sudamérica llegan a la Basílica miles de peregrinos cada año. Quizá muchos de ellos heredaron la fe de sus padres y abuelos. Lo cierto es que los orígenes del Señor de Esquipulas se pierden en la noche de los tiempos, envueltos en leyendas e investigaciones científicas.

El primero en postular el origen prehispánico del Cristo fue el investigador S.K. Lothrop, en 1924, en su libro “A note on indians ceremonies on Guatemala”, basándose en antiguas noticias sobre deidades veneradas en Copán, cuyo color distintivo era el negro, entre las cuales destaca a “Ek-chuah”, patrón de los mercaderes, y “Ek-Balam Chat”, el puma negro de la lluvia.

Lothrop posiblemente basa su hipótesis en las esculturas que adornan el puente que comunica la calle principal de Esquipulas con El Calvario. El 15 de enero, día consagrado al Señor de Esquipulas, este camino es escenario de impresionantes actos de mortificación dedicados a la milagrosa imagen.

En sus investigaciones, Gavarrete encontró un escrito de 1759, de don Alonso de Arcos y Moreno, capitán general del Reino de Guatemala, quien en ocasión de las celebraciones de la dedicación del templo del Calvario de Esquipulas, primer recinto formal que ocupó el Milagroso Crucificado, refiere: “En el valle de Copán existía un antiguo adoratorio de los indios, con trabajo en piedra tallada. Quiso la Majestad Divina usar su misericordia y destruir ese lugar, poniendo a la imagen de Cristo Crucificado en el pueblo de Esquipulas”.

La fecha del 15 de enero no es casual. Se basó en ancestrales festividades mayas y tradiciones hispano-cristianas, según el antropólogo Celso Lara Figueroa, director del Centro de Estudios Folclóricos de la Universidad de San Carlos (CEFOL). En estos días se celebraba un gran festival en honor a Chak Mool, dios maya que protege al hombre que camina comerciando. También a Ek Chuaj, patrono de los mercaderes”, indica.

De hecho, Esquipulas fue un lugar de gran importancia comercial del mundo prehispánico. Allí se encontraba el centro del mundo para los mayas. La arqueóloga Tania Lorena Cabrera explica que la ruta a Esquipulas fue durante mucho tiempo, y lo es aún, camino transitado hacia Copán, uno de los centros ceremoniales más importantes de la cultura maya.

¿Y por qué es negro?

El color negro específicamente está relacionado con el punto cardinal del Oeste, lugar donde cae el sol todos los días; con la noche, con la oscuridad, con la muerte, el sol. El color negro también está asociado con la muerte de Quetzalcóatl, que fue a morir a Tlillan Tlapallan, la tierra del color negro y rojo, según citan los Anales de Cuauhtitlan, señala el arqueólogo Oscar Gutiérrez.

“El Cristo Negro de Esquipulas es la representación de un hombre muerto, cubierto de sangre. La encarnación no es igual en todo el cuerpo, sino manchada y salpicada de sangre coagulada y con rasgaduras en la piel, para hacer patente el estado lastimoso como quedó el cuerpo de Jesucristo”, citó en 1723 el presbítero Nicolás de Paz.

Después de la visita al Santo Cristo, los devotos caminan por el mercado para comprar artículos religiosos y dulces. Antes de postrarse ante la imagen del Señor de Esquipulas, los peregrinos compran velas en los alrededores de la Basílica.

Llamas de fe cubren el piso. Los romeristas acostumbran encender una vela por cada miembro de la familia, para pedir bendiciones y agradecer favores concedidos.

La cueva de las Minas es un sitio de oración. Según la tradición oral, el Cristo Negro apareció en este lugar, pero tal creencia se desvaneció al ser localizado en 1685 el contrato de elaboración de la imagen.

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