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Una ciudad afrancesada

Bellos edificios, palacios, monumentos, jardines, fuentes y calles amplias era la tendencia que seguía la capital en su desarrollo urbanístico hace más de cien años.

A finales del siglo XIX la capital tuvo momentos en la historia en que parecía abandonar el diseño urbanístico español e iniciar un modelo más funcional, con características de elegancia y grandes espacios abiertos.

Todo se inició con la Revolución de 1871, que llevó al poder a Justo Rufino Barrios, quien efectuó cambios en el régimen sobre tenencia de la tierra y suprimió la propiedad ejidal, lo cual permitió el trazo del bulevar “Treinta de Junio”, hoy avenida La Reforma.

El presidente José María Reyna Barrios, también liberal, fue quien ordenó la construcción de esa arteria, inspirado en modelos franceses.

Según Miguel Alvarez Arévalo, Cronista de la Ciudad, la obra fue planificada para que sirviera como paseo, el cual comunicaría la Estación Central, en la 18 calle, con la finca La Aurora, en la zona 13.

“El bulevar se planificó para lucir edificios públicos, palacios y elegantes residencias”, agrega Alvarez.

El primer edificio que surgió fue el Cuartel de Artillería, construcción que se inició el 24 de diciembre de 1894, y después se convirtió en la antigua Escuela Politécnica.

En 1896, al final del paseo, el Palacio de la Reforma quedó como el edificio más importante del paseo, justo donde hoy se encuentra El Obelisco, y al frente se erigió el monumento ecuestre a Justo Rufino Barrios, situado ahora en la avenida Las Américas.

Guatemala se vistió de gala en 1897, cuando se organizó la Exposición Centroamericana, para lo cual se construyó un palacio grande en los terrenos que hoy ocupa el Ministerio de Educación, y una vez terminado el evento se convirtió en el Museo Nacional.

Estatuas y jardines

Este conjunto arquitectónico en crecimiento se complementó con 30 estatuas de mármol traídas de Italia, de las cuales quedan unas cuantas, todo embellecido con jardines, estanques y fuentes.

Este paseo podía recorrerse desde un tren interno llamado Decauville, que salía de la 18 calle y terminaba en la Villa de Guadalupe.

Edificios impresionantes

Ya durante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera, en 1907, donde estaba el Palacio de Exposiciones se inició la construcción del Asilo de Ancianos, de estilo neoclásico, con cuatro templetes al frente. Esta obra fue destruida por los terremotos de 1917.

Sobre esos cimientos se levantó la Escuela de Artes y Oficios, en 1924. A pesar de que el neoclasicismo había perdido vigencia se le agregaron elementos clásicos como columnas con capiteles, cornisas y una cúpula doble de evocación renacentista. Este edificio sigue en pie y hoy alberga las oficinas del Ministerio de Educación.

Acerca de este edificio, Alvarez dice: “Su restauración es un ejemplo de conservación de edificaciones de épocas anteriores, a través de su utilización cotidiana”.

Una visión futurista

“La visión de aquel entonces era muy lógica, tanto que el crecimiento poblacional actual está hacia Villa Nueva y Villa Canales, mientras el desarrollo económico del lado de la Roosevelt se conecta con El Obelisco”, señala el urbanista Jorge Erdmenger.

Agrega que la visión de esa época de que el centro de la ciudad fuera en torno a El Obelisco aún tiene vigencia.

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