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La capital, una ciudad andariega

Al adentrarnos por las calles llenas de ane?cdotas, tradiciones y leyendas del Centro Histo?rico, su trazado evoca el pasado colonial oculto tras la agitada actividad de sus habitantes.

La Catedral Metropolitana es uno de los íconos de la capital de Guatemala. (Foto: Hemeroteca PL)

La Catedral Metropolitana es uno de los íconos de la capital de Guatemala. (Foto: Hemeroteca PL)

Si alguna capital hispanoamericana ha sido viajera, es la de Guatemala. Desde su fundacio?n en 1524, ha sido asentada en cuatro lugares diferentes: Iximche?, Almolonga, Panchoy y el valle de la Asuncio?n, lugar en el que actualmente se encuentra.

Hacia mediados del siglo XVIII, la capital del Reino de Guatemala era la ciudad colonial de Santiago de los Caballeros, ubicada en el Valle de Panchoy. Pero en 1773, una serie de terremotos destruyeron gran parte de sus edificaciones de estilo barroco.

Ante los destrozos, las autoridades coloniales decidieron trasladarla. Se realizaron estudios de distintos valles, entre ellos el de Jalapa y el de la Ermita. En este u?ltimo la calidad de los suelos, los vientos y la cercani?a ofreci?an mayores ventajas.

Fue asi? como la actual ciudad de Guatemala se fundo? en 1776, en el valle de la Ermita, junto a una pequen?a poblacio?n fundada en 1620, cuya parroquia estaba dedicada a la Virgen de la Asuncio?n. En la actualidad, este lugar se conoce como el barrio de la Parroquia Vieja o Santa Cruz del Milagro.

El nombre del valle proviene de una ermita ubicada sobre un cerro, donde se venera a la imagen de la Virgen del Carmen en una ermita. Con el traslado la ciudad cambió de nombre y quedó bajo la protección de la Virgen de la Asunción. 

Ajedrez citadino

El traslado de las autoridades civiles, militares y eclesia?sticas, y la fe?rrea voluntad del rey marco? el inicio de la vida citadina en el nuevo asentamiento. Tres meses ma?s tarde, la ciudad recibio? el nombre de La Nueva Guatemala de la Asuncio?n, declarada asi? por Real Orden emitida el 23 de mayo de 1776.

Cuando se efectuo? el traslado de la ciudad, la tendencia arti?stica naciente en Europa era el estilo neocla?sico, que resaltaba el disen?o de las ciudades romanas. Este era muy diferente del estilo barroco de la antigua ciudad de Santiago.

El entonces rey de Espan?a, Carlos III, adopto? ese nuevo estilo en todas las colonias espan?olas. El trazado de la ciudad fue encargado al arquitecto Luis Diez de Navarro, pero conto? con algunas modificaciones propuestas por el arquitecto espan?ol Marcos Iba?n?ez.

Siguiendo las ordenanzas reales, la ciudad se disen?o? con plano ajedrezado, con una plaza mayor en el centro y cuatro plazas secundarias, equidistantes de ella, afirma el Arquitecto Mayor de la ciudad, Roberto Aycinena.

Las calles fueron trazadas en li?neas de oriente a poniente y de norte a sur, alrededor de un espacio abierto, llamado Plaza de Armas. Esta plaza imitaba los disen?os romanos de los campamentos militares nue se levantaban siguiendo dos li?neas rectas perpendiculares.

Los principales edificios de autoridades civiles y eclesia?sticas se ubicaron frente a esta plaza: al poniente el Palacio Real, al norte el Ayuntamiento (en donde ahora esta? el Palacio Nacional), al este la Catedral y el Palacio Arzobispal, y al sur el Portal del Comercio, que se adjudicaron a las familias Aycinena e Irigoyen, afirma Rosa Mari?a Alvarez de Arago?n.

Un poco ma?s lejos se ubico? a la poblacio?n que segui?a en rango y prestigio en la sociedad, en los que ma?s tarde se convertiri?an en barrios ubicados en torno a las iglesias. Ma?s lejos au?n, quedo? la poblacio?n indi?gena y mestiza. Estos construyeron sus casas de paja y materiales menos perdurables.

El pulso de la cludad

La ciudad se fue construyendo lentamente, pues era una e?poca de crisis econo?mica dejada por el desastre y las condiciones imperantes en todo el territorio. El trazado original permanecio? con sus mismas caracteri?sticas hasta un siglo despue?s, afirma el Cronista de la ciudad, Miguel Alvarez.

Pero de 1871 en adelante, la situacio?n econo?mica mejoro? y aumento? la carga demogra?fica. Durante el Siglo XX , los terremotos y los gustos de los gobernantes de turno, con patrones europeos, hicieron que la capital adoptara un nuevo rostro, afirma la historiadora Oralia de Leo?n.

Otros cambios eran influidos por el uso del material de que disponi?a, como la la?mina de zinc, y otros productos usados en construccio?n. Ya entrado el siglo  XX, el Centro Histo?rico obtiene un nuevo rostro por los diferentes estilos arquitecto?nicos
que se aprecian en las construcciones que lo conforman. 

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