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Las Minervalias: ¿homenaje a la juventud o a la tiranía?

El 27 de octubre de 1901 se escribía otro capítulo en la historia del país: la inauguración del templo a la diosa Minerva y la institución de las Fiestas Minervalias por el presidente Manuel Estrada Cabrera, quien gobernó Guatemala durante 22 años consecutivos.

Uno de los desfiles que se realizaban en las Fiestas Minervalias a principios del siglo XX. (Foto: Hemeroteca PL)

Uno de los desfiles que se realizaban en las Fiestas Minervalias a principios del siglo XX. (Foto: Hemeroteca PL)

“En nombre de la Repu?blica de Guatemala declaro solemnemente inaugurado el Palacio de Minerva para que sirva de norma a mis sucesores, que siempre deben velar por la instruccio?n ¡Viva Guatemala!”.

Con estas palabras, de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920), inauguró el Templo o Palacio a Minerva en el Hipo?dromo del Norte, de la capital de la Repu?blica, dos an?os despue?s de que comenzara a celebrarse uno de los festejos ma?s pintorescos de nuestra historia del siglo XX.

En la Guatemala de antan?o, y durante 22 años consecutivos a partir de 1899, el u?ltimo domingo de octubre se realizaba un desfile ci?vico – militar denominado Minervalias, cuyo objetivo era festejar el final del ciclo escolar y premiar a los alumnos destacados.

Para algunas personas, esta actividad fue una acertada decisio?n presidencial que beneficio? a la instruccio?n pu?blica de la e?poca. Sin embargo, otros sectores opinan que u?nicamente era una fiesta para adular al presidente. Sea cual fuere el objetivo de las Minarvalias, es necesario profundizar para conocerlo, por cuanto forma parte del pensamiento y circunstancias econo?micas, poli?ticas y culturales de las sociedades pasadas y, por lo tanto, sus manifestaciones, buenas o malas, quedan ligadas a la historia general de la nacio?n.

El panorama politico de la Guatemala de 1897 era tenso. Recie?n habi?an asesinado al presidente Reina Barrios cuando Estrada Cabrera asumio? la primera magistratura. Un articulista del Diario de Centro Ame?rica escribio?: “Las sombras invadieron la moribunda Repu?blica de Guatemala. La juventud desfilo?, triste y decepcionada, cerra?ndose tras ella las puertas del porvenir y de gloria. La patria quedo? de luto y la sociedad fijo? sus ojos en la clase predilecta y amada, porvenir y esperanza para Guatemala”.

Antonio Batres Ja?uregui dice que a un año de ejercer el poder Estrada Cabrera, el escritor Rafael Spi?nola -ministro de Fomento, fallecido en 1901- sugirio? al mandatario la creacio?n de unas fiestas ci?vicas dedicadas a los estudiantes al finalizar el ciclo escolar. Don Joaqui?n Me?ndez las llamo? Minervalias.

La idea gusto? al presidente, y mediante decreto nu?mero 604 de 28 de octubre de 1899 las instituyo?. Dijo: “Es deber de todo gobierno que se inspira en el progreso y bien de la patria, poner cuantos medios este?n a su alcance para mejorar las condiciones y porvenir moral de un pueblo, cosas ambas que, indudablemente, radican en la educacio?n que se de? a la juventud. El, por tanto, muy justo coronar, de manera digna, los trabajos del magisterio para estimular, con manifestaciones de pu?blico regocijo, los esfuerzos y tareas de la juventud estudiosa. Por tanto, se destina el u?ltimo domingo de octubre de cada ario, comenzando con el presente, para la celebracio?n de una solemne fiesta popular, consagrada exclusivamente a ensalzar la educacio?n de la juventud.”

Un templo para la diosa Minerva

Para el cumplimiento de esta disposicio?n gubernamental, los directores, profesores y alumnos de todos los establecimientos de ensen?anza de la Repu?blica estaban obligados a concurrir. Inicialmente no hubo un sitio adecuado para la celebracio?n, razo?n por la cual el mandatario ordeno? construir, en todos los departamentos y en la capital de Guatemala, un edificio cuyas características arquitectónicas fueran similares al Partenón de Atenas.

Mientras tanto, y para empezar la celebración de las Minervalias en la Capital, se utilizó inicialmente un caserón hecho de tablas y manta que se cayó con los vientos de noviembre. Casi simultáneamente se comenzaban a alzar, en el Hipódromo del Norte, 20 columnas estilo jónico, que sobre sus capiteles sostendrían un imponente tímpano en donde el escultor venezolano Santiago González esculpió en relieve, los atributos de la ciencia y escribió, en letras doradas, la leyenda: “Manuel Estrada Cabrera, Presidente de Guatemala, a la juventud estudiosa”. 

Como es natural, esta construcción, de clásico estilo griego, engalanó la parte norte de la ciudad. 

El desfile de 1901

La Direccio?n General de Instruccio?n Primaria nombro? una comisio?n organizadora para atender las actividades programadas en esa oportunidad. El 27 de octubre de ese ario, a las 5 de la man?ana, los vecinos de la vieja metro?poli se despertaron con las alegres marchas que, en calles y avenidas, interpreto? la Banda Marcial, anunciando, con la alborada, el comienzo del gran di?a.

A todo esto, alumnos y maestros se apresuraron a sacar, de las altas co?modas, los uniformes de gala que luciri?an. Se vistieron presurosos y, a las 8 horas, ya se concentraban en la Plaza de Armas, punto de reunio?n del desfile. Este era encabezado por dos cornetas montados en briosos corceles y vestidos con casaca y kepi rojos que les daba elegante contraste con el color blanco del pantalo?n. Los segui?a un grupo de cadetes, una seccio?n del Batallo?n Marcial, montada a caballo y despue?s los diferentes establecimientos educativos nacionales y privados.

Llegado el momento de partir, uno de los cornetas anuncio? la salida. El desfile se encamino? por la sexta avenida norte, en medio de un pintoresco aspecto decorativo. Desde el frente de la Casa Presidencial hasta el Templo se alfombro la avenida con pino y flores; tambie?n los altos balcones, de hierro forjado de las antan?onas casas, luci?an delicados cortinajes y gallardetes con los colores nacionales. A todo lo largo se colocaron postes pintados de azul y blanco que sosteni?an un escudo con la leyenda “Fiestas de Minerva”.

En el Templo, las delegaciones, comisiones y nin?os se acomodaron en sus respectivos lugares, esparando la apertura de los actos protocolarios. Un cuadro de honor, formado por cadetes, se encamino? gallardamente al compa?s de La Granadera para colocar, con los honores de ordenanza, la bandera de la patria cerca del altar donde estaban los atributos de la ciencia. Al uni?sono sonaron 21 salvas, cohetes y vivas de la multitud, mientras el presidente pronunciaba su discurso. La concurrencia, apretujada en el kiosko presidencial, se dedicaba a ver las pra?cticas de calistenia y dema?s actos culturales que efectuaban los alumnos.

Al finalizar las actividades, se ofrecio? a los educandos una refaccio?n, se les regalo? juguetes y despue?s se divirtieron con juegos de pelota, aros y cuerda, mientras la comitiva presidencial e invitados especiales brindaban con “El Beneme?rito de la patria” -como llamaron sus aduladores a Estrada Cabrera- con deliciosas viandas y espumosos champanes importados, amenizando la reunio?n con marimbas y orquesta. 

Un decreto controversial

Unas personas exaltaron y otras repudiaron estas celebraciones de octubre. Revisando las publicaciones y documentos de la e?poca, se pueden conocer las diversas corrientes de pensamientos al respecto. Por ejemplo, alguien escribio: “Lo que verdaderamente define al gobernante y le hace superior a todos conceptos es, sin duda, la digna tarea que, con tanto
afan y buen e?xito, se ha impuesto: levantar a su mayor grado de cultura y adelanto al pai?s, en su condicio?n moral e intelectual, educando a la juventud y haciendo sacrificios por mejorar la instruccion en Guatemala”.

Por otro lado, Guillermo Rodri?guez, en su libro “Guatemala 1919”, acota: “Un pueblo educado, que sabe sus derechos y deberes, presenta resistencia al despotismo y a la tirani?a, por lo cual conviene mantenerlo en la ignorancia y fomentarle los vicios.

Por eso se instituyeron las fiestas a Minerva, para hacer perder tiempo a los maestros y alumnos. Desde tiempos antes de la fecha para la celebracio?n, no hay en las escuelas mas ocupacio?n que los ensayos del himno, marchas y calistenia”

Por su parte, el laureado Ma?ximo Soto Hall, dedico? la introduccio?n de su libro “Instruccio?n Moral y Ci?vica (Reliquias Patrias y Comparacio?n de la Familia con el Estado)” al mandatario en ocasio?n de las Minervalias de 1913, de la siguiente manera:
“Al excelenti?simo sen?or licenciado Don Manuel Estrada Cabrera, que ha sabido embellecer, ennoblecer y engrandecer a su patria. Su respetuoso admirador”. 

Otros autores mencionan que tales festividades no eran ma?s que diversiones sociales, bailes y francachelas.

Sen?alaban tambie?n que no era ma?s que el fruto del prurito de darle bombo el mandatario con elogios aduladores y solicitados, todo con el dinero que se obligaba a gastar a los bancos, agricultores, comerciantes y publico en general el di?a que maestros y alumnos cantaban el himno y haci?an otras cosas a cambio de un escazo almuerzo.

“Se cansan, sufren mortificaciones y se ven en apuros para conseguir los trajes que se les exije -los estudiantes-“. Alguien ma?s dijo: “No hay fiesta ma?s hermosa e imponente en todo el an?o, y ninguna ha de tener el papel que le esta? reservado para estimular en la juventud el amor a la instruccio?n, y premiar a la inteligencia”.

Con Estrada Cabrera, murieron las Minervalias, ya que estas duraron 22 años hasta que el dictador cayera en abril de 1920. El templo le sobrevivió varios años después, hasta que en 1953 una orden gubernamental ordenara la demolición del polémico templo. Algunos templos han llegado a nuestros días como los de Barberena, Santa Rosa; y en las cabeceras departamentales de Chiquimula, Huehuetenango, Jalapa, Baja Verapaz y Quetzaltenango.

Sin embargo, aunque en aras de exaltar el culto a Minerva, diosa ita?lica de la ciencia, inteligencia, sabiduri?a y las artes, se haya hecho perder el tiempo a los alumnos, las fiestas Minervalias formaron una parte de la vida de la juventud guatemalteca de principios de siglo.

¿Fueron buenas o malas? Cada quien puede tener su propia opinio?n. Lo importante, por ahora, es que las actuales generaciones conozcan el proceso histo?rico de Guatemala para hacer sus juicios precisamente ahora que es la e?poca de recordar aquellos acontecimientos.

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