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Personajes que el habla convirtió en leyenda

Las historias de <em>Tío Chema</em>, <em>Don Chebo</em>, <em>Tatalapo</em> y otros, han pasado de generación en generación.

Ilustración que representa a Don Chebo. (Foto: Hemeroteca PL)

Ilustración que representa a Don Chebo. (Foto: Hemeroteca PL)

Sus nombres son sino?nimo de historias, cuentos o ane?cdotas populares, por lo que al escucharlos parecen tan familiares como que fueran nuestros ti?os o vecinos.

Mas estos personajes, que son parte de la tradicio?n guatemalteca y que muchos consideran imaginarios, fueron hombres de carne y hueso que caminaron un di?a por alguna calle del pai?s, tuvieron familia, casa y trabajo. Pero su forma de ser, o un rasgo muy particular, los hizo quedarse en la memoria de aquellos que los conocieron, y fueron e?stos por medio de la tradicio?n oral, los que se encargaron de inmortalizarlos.

“Son parte del anecdotario tradicional”, dice el historiador Celso Lara. Existieron y tuvieron una vida. “Ellos se han perpetuado al igual que las leyendas, porque se fundamentan en los consejos y las moralejas que dejan”, comenta.

Contar relatos extraordinarios que sucedieron en un tiempo y lugar especi?fico, pero agregando detalles a veces imaginarios, ha sido comu?n, en especial antes de la entrada de la radiodifusio?n en Guatemala (1929). En ese entonces era frecuente que se hicieran reuniones o tertulias familiares o de amigos, a manera de entretenimiento, y de ahi? surgieron muchas de estas celebridades. “Quiza? ahora, por la globalizacio?n y la tecnologi?a, han perdido fuerza, pero eso no significa que desaparezcan de la tradicio?n”, indica Lara. Ellos seguira?n ahi?, siempre se les recordara?, aunque hayan vivido hace de?cadas.

Ocurrencias de Don Chebo

Es comu?n escuchar ane?cdotas protagonizadas por Don Chebo, sobre todo aquellas que tienen por objetivo demostrar el comportamiento tonto del personaje. E?ste ya es parte del vocabulario guatemalteco, como sino?nimo de ingenuo, bobo o ignorante.

Don Chebo existio?. Era don Eusebio Ibarra, un hombre acaudalado y muy reconocido que vivio? en Quetzaltenango. Entre sus propiedades que au?n se conocen esta? una edificacio?n que hizo para un teatro llamado Ibarra; debido a que no funciono? la convirtio? en su casa, ahora es la prisio?n de mujeres. La Polici?a Nacional Civil ocupa otra de sus viviendas.

¿Por que? Don Chebo? El historiador Horacio Cabezas dice que fue una figurada creada, a principios del siglo XX, para ridiculizar a Eusebio Ibarra, quien a pesar de ser adinerado era ingenuo; de ahi? surgen los chascarrillos. En la ciudad altense se dice que su apelativo se origino? porque e?ste heredo? en vida todas sus propiedades a sus tres hijos. Al preguntarle la razo?n, simplemente respondi?a: “Por Chebo”.

Tal es su fama que han publicado algunos documentos como Aventuras de don Chebo, (Marcela Valdeavellano, Editorial Piedra Santa), en la cual relata que una vez Don Chebo salio? a vender su caballo, pero, en el camino, creyendo que haci?a un gran negocio, lo cambio? por una vaca; ma?s adelante cambio? a la vaca por una cabra vieja; despue?s, a la cabra por un coche flaco; luego a e?ste por un chompipe con piojillo; de ahi?, al chompipe por una gallina, y a la gallina por un cesto de manzanas podridas que le llevo? a su mujer, quien se puso feliz, porque no teni?a dientes y podri?a comer manzanas muy suaves.

El historiador e investigador quetzalteco Francisco Cajas Ovando lo describe como un hombre de 1.70 metros, aproximadamente, complexio?n delgada y con mucha clase. Siempre vesti?a traje de casimir y sombrero. Usaba un bigote propio de su e?poca.

La inscripcio?n en su tumba, en el cementerio de Quetzaltenango, es difi?cil de leer, pero todos saben que ahi? descansan los restos de Don Chebo.

Las historias de Ti?o Chema

“Yo si? puedo llamarlo Ti?o Chema, porque en verdad lo era”, cuenta don Salvador Orellana, hijo del primo hermano de Jose? Mari?a Orellana, ma?s conocido como Ti?o Chema, nacido en Estanzuela.

Jose? Mari?a Orellana vivi?a a la orilla del ri?o Motagua, cerca del kilo?metro 145. Era una de esas casas ti?picas del a?rea rural, con paredes anchas y de barro. Al llegar al lugar y preguntar por el terreno de Ti?o Chema, cualquiera sabe do?nde esta?, pero la vivienda es so?lo un recuerdo, pues el Mitch y el Stan la derribaron.

En su casa de Zacapa, el sobrino de esta figura guatemalteca recuerda a su familiar, y explica el porque? de su reconocimiento nacional y perpetuidad a trave?s del tiempo.

Un hombre alto, blanco y fuerte. Siempre fumaba puro y descansaba en su hamaca, algo comu?n en oriente. Una persona muy franca, a quien no le gustaba la hipocresi?a. Un di?a (Carlos) Arana —presidente de 1970 a 1974— vino a su casa con el gabinete de gobierno, y le dijo: “Vengo a tomarme un trago con usted”. Entonces puso en la mesa las botellas que habi?a llevado. Pero Ti?o Chema saco? otro licor y comento?: “Vamos a tomar, pero del pagado, no del hueviado”. “Esa era la forma de ser de mi ti?o, por eso se distinguio? y fue muy querido en todo el departamento”, dice Salvador.

Velorio (Rafael Herna?ndez) ha incluido a Ti?o Chema en su especta?culo desde 1973. En una entrevista que le hicieron en radio Fabulosa descubrio? la riqueza del personaje cuando uno de los trabajadores de la emisora le conto? unas ane?cdotas que despue?s grabo?. Tuvo tal aceptacio?n que le dijeron que hiciera otras sobre esta figura. “En algunas presentaciones se acercan personas que me dicen ser familiares de aquella celebridad”, indica.

Para muchos Ti?o Chema caracteriza al hombre mayor de oriente que habla con comicidad, pero a la vez con sabiduri?a.

En los tiempos de Tatalapo

Este hombre que los libros de historia registran como un caudillo, y del que se cree nacio? en Sanguayaba?, Palencia, pero sin determinarse la fecha, ha perdurado a trave?s de los an?os por la frase tan ce?lebre: “En los tiempos de Tatalapo”.

El di?a y an?o de su muerte si? se conocen, la noche del 23 de enero de 1870, por considerarse un hecho importante, ya que participo? en una de las batallas libradas despue?s de la Independencia. Serapio Cruz fue asesinado al ser sorprendido, en Palencia, por fuerzas gubernamentales despue?s de haberse levantado en contra del presidente Vicente Cerna (1865-1871).

Los vencedores mutilaron su cuerpo y colgaron su cabeza en la ceiba de la plaza, despue?s la trasladaron a la ciudad de Guatemala donde la pasearon como trofeo de guerra. En el Museo Nacional de Historia existen fotografi?as de e?l.

Cruz fue mariscal de la e?poca, que se le conocio? como Tatalapo. El historiador Miguel A?lvarez explica que se le miraba como superior, y en ese entonces quienes teni?an alta jerarqui?a eran llamados “Tata” por los subalternos. Pero la frase: “En los tiempos de Tatalapo” corresponde a que su vida y muerte marcaron algo importante en la sociedad de esos an?os. Ella resumi?a todo lo ocurrido, pero despue?s ya no so?lo se referi?a a esa e?poca, sino llego? a tener el significado de tiempos lejanos. Asi?, se emplea cuando, por ejemplo se dice: “Tu? eres del tiempo de Tatalapo”, lo cual denota que es una persona mayor.

Pero Tatalapo no siempre estuvo en contra del re?gimen, ya que durante la Guerra Nacional, para desalojar a los filibusteros de Nicaragua, fue nombrado jefe de columna. En 1848 se levanto? en apoyo de la Independencia del Estado de Los Altos, y fue vencido por Rafael Carrera. Despue?s volvio? a levantar las armas, esta vez en Sanarate y de ahi? su derrota, refiere el Diccionario Histo?rico Biogra?fico de Guatemala, de la Asociacio?n Amigos del Pai?s.

Otras figuras

Tiburcio Estrada fue un comediante y empresario teatral conocido como Tata Bucho. Se le considera uno de los precursores del teatro guatemalteco, dice el historiador Horacio Cabezas. Al representar a sus personajes lo haci?a de manera simpa?tica y especial, alteraba el texto por nerviosismo, dificultad de memoria o por tartamudo.

Roberto Isaac Barillas (1907-1968) fue un delincuente convicto, recluido en la Penitenciari?a Central, alli? se le conocio? como Tata Dios, por el poder que adquirio? durante su larga condena, al desempen?arse como encargado de vigilancia de otros presos, y era quien castigaba a los prisioneros, en especial a los de orden poli?tico, explica el historiador.

Otro fue Antonino Solares, su sobrenombre fue Tata Tonino. Un general, poli?tico conservador y comandante de Santa Rosa. Fue contempora?neo de Serapio Cruz, quien lo derroto? y lo hizo prisionero. Los cuerpos de los dos fueron mutilados despue?s de su muerte.

Celso Lara tambie?n menciona a Juan Chapi?n y Pie de Lana, quienes aparecieron en el siglo XIX, en la ciudad y sus alrededores. El primero exaltaba al guatemalteco, creado por Jose? Milla y Vidaurre (Salome? Jil). El segundo fue una versio?n de Robin Hood, aquel que le robaba a los ricos para darle a los pobres. Dicen que vivio? frente al Cerrito del Carmen y que enterraba el boti?n en una de las cuevas ubicadas bajo el puente Belice. “E?stos fueron creados por la tradicio?n oral para darle sentido y unidad a la nueva ciudad”, comenta el historiador.

El llamado Tucuru? fue un bandido que atemorizaba a los habitantes de la capital. Cuentan que un di?a, por huir de la Guardia Jocoteca, se escondio? en la Iglesia de Candelaria, le quito? la ropa al Nazareno y se puso en su lugar, pero fue descubierto por los pies, capturado y llevado a prisio?n.

Aunque la mayori?a han sido caracteri?sticos del pai?s, otros fueron tomados de historias extranjeras. Pedro Urdemales viene de Europa, “pero de tanto repetirse ya es casi propio de Guatemala”, indica Lara. Se le conoce como Pedro Tecomate, su particularidad era el engan?o.

Tambie?n se escucha de Ti?o Coyote y Ti?o Conejo, narraciones ficticias que han sido tomadas de otros lugares, a las que les han sido incluidas propiedades guatemaltecas. En Argentina es Ti?o Zorro y Ti?o Quirquincho (el armadillo). En Venezuela es Ti?a Zorra y Ti?o Conejo. “Es de los cuentos ma?s antiguos del mundo”, dice el antropo?logo.

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