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Penurias y plagas de Santiago de Guatemala

El monje irlandés Thomas Gage relata las plagas que asolaron a Guatemala en el siglo XVI.

Facsimil de la primera edición de Los Viajes de Thomas Gage, 1648. (Foto: Hemeroteca PL)

Facsimil de la primera edición de Los Viajes de Thomas Gage, 1648. (Foto: Hemeroteca PL)

Algunas de sus descripciones parecen exageradas y hasta fantasiosas. Sin embargo, Los viajes de Tomas Gage por La Nueva España constituyen una valiosa referencia de la geografía, cultura y realidad social en el Reino de Guatemala a principios del siglo XVI.

En el primer año que yo viví allí, Dios envió una de las siete plagas de Egipto, que jamás se había visto: una plaga de langostas… Por todas partes donde se pegaban no se veía otra cosa más que señales de ruinas y desolación, porque no solamente comían los trigos sino también las hojas y frutas de los árboles, a donde acudían en tan gran número que con su peso rompían las ramas donde se paraban”.

Gage refiere que se combatió a dichos insectos de una manera muy extraña: se hizo salir al campo a todos los habitantes de los pueblos, con trompetas y otros instrumentos semejantes, a fin de espantarlos con el ruido… lo que afortunadamente surtió buen efecto, porque era una cosa asombrosa el ver cómo se marchaban al oír el ruido.

La epidemia de tifus

“Al año siguiente todo el país fue generalmente infectado de una cierta enfermedad casi tan contagiosa como la peste que ellos llamaban tabardillo; ésta era una cierta fiebre en las entrañas que con gran cuidado duraba hasta el séptimo día, porque de ordinario hacía morir a las personas al tercero o quinto días. El mal olor que salía del cuerpo de los enfermos bastaba para infectar no solamente a los de la casa, sino también a los que venían a verlos. Esta fiebre les hacía podrir la boca y la lengua y los volvía, antes de morir, tan negros como el carbón…

Más desastre

Esta desgracia no fue la sola del país: después de esta enfermedad contagiosa, las lluvias fueron tan grandes… se arruinaron muchos trigos y vinieron por tierra cantidad de pequeños cafetales de indios, pero lo más pasmoso era al mismo tiempo que en la lluvia había tantos rayos que parecían amenazas de ruina para todo el país.

Gage refiere varios casos de personas que murieron electrocutadas (no usa tal palabra, por supuesto) e incluso la ocasión en que él mismo, mientras “todo temblando” rezaba sus oraciones, cayó un rayo junto a su habitación.

“El relámpago fue tan cerca y terrible que mi cuarto pareció todo de fuego, tirándome al suelo con tal violencia que me quedé por algún tiempo como muerto”.Y las penurias no terminan allí: el verano siguiente hubo temblores de tierra extraordinarios… Uno hubo en Mixco que fue tan fuerte que hizo sonar las campanas e inclinarse el campanario de un lado, pero ya me acostumbré tanto que no me tomé ya más el trabajo de dejar mi cama por esto.

Un viajero

Thomas Gage, fraile dominico, llega a Veracruz, México, hacia 1625. Vive 12 años en la Nueva España, la mayor parte del tiempo en Guatemala, entre los indígenas.

  • En 1648 se publica la primera edición de sus Viajes, en lengua inglesa. La primera edición en español no apareció sino hasta 1838, traducida de la quinta edición francesa de 1699.
  • Llegó a conocer como pocos las costumbres, idioma y psicología de los indígenas coloniales. Sin embargo, describe en una forma que a menudo desconcierta e intriga.

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