Hemeroteca

Resurrección de Jesús: Cómo Cristo venció a la muerte

El día que Jesús echó del templo a cambistas de monedas, vendedores de aves y comerciantes, hizo una revelación fatal y a la vez gloriosa y aleccionadora.

Jesús Resucitado, Parroquia La Merced. (Foto: Néstor Galicia)

Jesús Resucitado, Parroquia La Merced. (Foto: Néstor Galicia)

San Juan, el discípulos y evangelista nos recuerda lo que dijo Jesús en aquella ocasión: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” Los judíos replicaron: “Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”

Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

La afirmación profética de Cristo se refería al fenómeno sobrenatural de la resurrección, es decir, volver a la vida después de muerto.

San Pablo, el primer perseguidor de los cristianos y luego el gran apóstol de los gentiles, se refiere a la resurrección de la siguiente manera:  “Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado;  y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe”.

El templo nuevo

La piedra desechada tres días antes, el cuerpo marchito y desangrado del Viernes Santo, se transforman el Domingo de Resurrección en alegría, vino nuevo, piedra angular, cuerpo inmortal.

Esa ha sido la creencia de la Iglesia durante dos mil años. El cuerpo del Señor, que ha experimentado la muerte, vuelve ahora glorioso y lleno de luz.

El evangelista Mateo agrega al respecto:  “Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve”.

Es decir, hay evidencia de la resurrección del Señor, a pesar de que han surgido conjeturas sobre la veracidad de dicho fenómeno. ¿Cómo puede alguien, después de tres días de muerto, volver a la vida sin que se cuerpo se haya corrompido?

Incredulidad y certeza

Ni los mismos seguidores del Señor dieron crédito al principio de lo que había sucedido. María Magdalena incluso piensa que alguien robó el cuerpo del Maestro.

Pedro duda al principio y comprende el milagro hasta cuando ve las vendas que habían sido usadas para amortajar el cuerpo de Cristo.

Los discípulos de Emaús, que caminaban el domingo agobiados por la jornada de muerte del Viernes Santo, tampoco reconocieron al nuevo Maestro sino hasta que parte el pan en su presencia.

Magdalena llora la muerte de su querido Señor, y lo confunde con el jardinero cuando Jesús se le presenta. Es hasta cuando le dice su nombre que “se le abren los ojos” y lo reconoce.

Cultura de luto

Han pasado dos milenios desde aquel domingo memorable, pero todavía cobra mucho auge el culto a la pasión y muerte de Cristo.

Cuesta creer que pareciera que todo termina el Viernes o Sábado santos. Y esta cultura de luto, que perdura y hasta gusta, forma parte del modo de pensar de América Latina.

Al respecto, Eduardo Galeano, en su obra “Las venas abiertas de América Latina,  hace una referencia dolorosa y hasta satírica: “La Semana Santa de los indios termina sin resurrección”.

Pero mientras en las urbes la noticia de la resurrección es una más entre las leídas en las redes sociales, en poblados distantes la gente se levanta temprano, barre la calle, coloca moños de papel de colores alegres y sale al encuentro de la procesión del resucitado.

Es domingo, es día de cohetillos y celebración, como el Domingo de Ramos, cuando Cristo entra a lomo de mula en la Ciudad Santa. La diferencia es que el Domingo de Ramos es la antesala de la Pasión, y el de Resurrección es la confirmación de la vida.

Tradiciones locales

Como parte de la religiosidad popular, y en consonancia con el ritual de la Iglesia Católica, muchas comunidades permanecen en vigilia desde la noche del sábado hasta la madrugada del domingo.

Entre las tradiciones figuran la bendición del agua, los granos que serán utilizados para la siembra en mayo, y recuerdos, estampas y artículos religiosos.

Procesiones del resucitado recorren el domingo desde primeras horas del día calles y avenidas de Guatemala.

Estas reviven estampas como el encuentro de Jesús con María, en la procesión del Calvario capitalino, o el anuncio del “ángel chismoso”, en El Tejar, Chimaltenango.

En ellas se mezclan la alegría propia del país con las tradiciones propias de cada región. Se cierra así la celebración de una Semana Santa más con auténtico sabor y color guatemalteco.

ESCRITO POR: