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1982: fuerte sismo causa pánico en Jalpatagua

Fue noticia el 20 de junio de 1982 una fuerte temblor que provocó el desplome de un gran número de casas en la zona fronteriza con El Salvador.

Titular de Prensa Libre del 20 de junio de 1982. (Foto: Hemeroteca PL)

Titular de Prensa Libre del 20 de junio de 1982. (Foto: Hemeroteca PL)

Prensa Libre reseñó en su edición de ese día la destrucción provocada por el sismo que dejó inhabitable el 75 por ciento de las viviendas de Jalpatagua, Jutiapa. El temblor, de 6 grados en la escala Richter y Mercalli sacudió al país a las 0.22 horas. 


Las casas construidas de adobe y tejas no resistieron el fuerte movimiento sísmico. Los inmuebles en su mayoría quedaron agrietados, y las autoridades han recomendado a los propietarios que sean demolidos para evitar desgracias personales. 

Por lo menos 50 de las casas se vinieron al suelo y afortunadamente pocas personas resultaron lesionadas. Ancianos, mujeres y niños que quedaron entre los escombros, fueron rescatados por los vecinos.

Ese mismo día, las autoridades no tenían el reporte completo de los daños que causó el terremoto en ese departamento. Las primeras informaciones indicaban que Jalpatagua y sus aldeas fueron las más afectadas por el sismo.

Esta población, ubicada a 15 kilómetros de la frontera con El Salvador, contaba con 238 casas, las que no fueron dañadas por el terremoto de 1976. Sin embargo esa noche la furia titánica se desató contra los vecinos del lugar, obligándolos a dormir en edificios públicos que soportaron el terremoto, ya que temían que en los siguientes días pudieran suscitarse otrso movimientos terráqueos.

En Jalpatagua también resultó afectado el alumbrado eléctrico, ya que los cables de distribución, contadores y varios postes, se cayeron como consecuencia del fenómeno. La iglesia local, que tenía varios años de haberse construido, sufrió grietas. La casa parroquial y el convento de monjas de la localidad también fueron dañados por lo que se evaluó su demolición.

Sensible en el país

El sismo, aunque no causó mayores daños en otros departaemntos, se sintió con fuerza en Jutiapa, Jalapa, Santa Rosa, Chiquimula, Zacapa, Alta Verapaz y en esta capital. 

Reporteros de este diario constataron que en varios sectores, sobre todo en San Rafael, Los pinos, Alameda, Colombia y otras más de la zona 18, numerosas familias durmieron en las banquetas de sus casas, ante el temor de que se produjeran más temblores durante la noche.

Damnificados

Más de mil quinientas personas quedaron en la calle al destruirse sus viviendas, por el fuerte movimiento sísmico que afectó la región de Jalpatagua. Tanto en la cabecera como en las aldeas San Jerónimo, El Zapote, Jicaral, Monzón, Las Joyas, El Llano y otras, fueron alcanzadas por el terremoto. El comité de emergencia integrado para atender los problemas ingentes, hizo un llamado al gobierno para que se les proporcionara carpas y catres.

Miembros del comité informaron que de acuerdo a las estadísticas preliminares, sólo en Jalpatagua, 142 casas habían quedado prácticamente inhabitables; 37 rajadas por completo, y de todos los inmuebles, sólo 57 podían ser ocupados. 

Agregaron que en las aldeas mencionadas, también de adobe y tejas fueron destruidas por el sismo. Se reportaron también daños en escuelas, centros de salud y otros edificios públicos. 

El problema más serio lo constituía la falta de carpas, por lo que hicieron un llamado al jefe de Estado, Efraín Ríos Montt para que les ayudara a solventar esta necesidad. 

Testimonio de valentía

La señora Julia Garay, de 95 años, relató la forma en que rescató a dos de sus nietos para evitar que murieran soterrados, cuando las paredes de su casa se vinieron al suelo por el sismo.

Dijo que ella dormía, pero poco antes de la medianoche despertó por el triste cantar de los gallos y el continuo ladrido de los perros. Soy mujer vieja, es segunda vez que sufro una experiencia de tal naturaleza, y por eso presentí que “algo malo iba a ocurrir”.

“Me quité la bata de dormir, me puse mis sandalias y empecé a rezar un padrenuestro. Dije a mis nietos y a mis hijos, quienes dormían en habitaciones continuas, que despertaran porque la noche estaba intranquila. Sólo los dos patojos despertaron, uno de ellos de cuatro años y el segundo de dos. Corrieron a mi cuarto y empezaron a molestar. Poco después. mi presentimiento, como ave de mal agüero, se hacía realidad”.

La anciana prosiguió su relato: “Sentí que la tierra comenzaba a moverse y corrí gritando hacia afuera, tomando de las manos a los nenes. Mis hijos y familia despertaron y también corrieron. Minutos después vi como las paredes de mi casa y de otras vecinas se vinieron al suelo. Toda la gente corría presa del pánico. ¡Corran, coran, porque se acaba el mundo! gritaban los vecinos.

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