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Terror en el Parque Central en 1980

El 5 de septiembre de 1980 se produce un ataque terrorista en contra del gobierno del general Romeo Lucas García, el cual dejó como resultado 7 personas y decenas de heridos por medio de la explosión de una bomba en pleno Parque Central.

La bomba provocó daños considerables en el área. (Foto: Hemeroteca PL)

La bomba provocó daños considerables en el área. (Foto: Hemeroteca PL)

De acuerdo a un comunicado emitido por el Gobierno militar, el artefacto estalló a las 9.35 horas entre varios de los automóviles estacionados en las inmediaciones del parque central, ocasionando la muerte de seis personas adultas y un niño, y un número no determinado de heridos, además de la destrucción de 14 vehículos y 27 semidestruidos o con daños de consideración.

La onda expansiva causó conmoción en varias cuadras a la redonda y la destrucción de los ventanales del Palacio Nacional y otros edificios cercanos. El hecho fue atribuido a grupos de insurgencia y se suponía era para disuadir a la población de una manifestación masiva convocada por el gobierno de Lucas García en contra del comunismo al día siguiente.

Daños

El despacho del presidente, así como los ministros de Relaciones Exteriores, Agricultura, Gobernación, Educación y otras dependencias que funcionaban en el Palacio Nacional, resultaron con bastantes daños al producirse la explosión en la esquina de la 6a. avenida y 6a. calle zona 1, frente a la torre donde se encuentra la oficina del mandatario.

Unas 90 personas, entre ellas empleadas de las distintas secciones ministeriales del palacio, así como ciudadanos que realizaban trámites burocráticos, resultaron heridas al momento en que la explosión produjo la destrucción de las vidrieras y los vitrales, y fueron alcanzadas por los fragmentos. De acuerdo con la secretaría de relaciones públicas de la presidencia, los vitrales del palacio fueron destruidos por la explosión.

Llamas de hasta cuarenta metros de alto se elevaron de los numerosos automoviles que se incendiaron al estallido del artefacto. Según algunas autoridades que hicieron un reconocimiento del lugar, la bomba estaba formada por 20 candelas de dinamita y según un experto, cuyo nombre no fue revelado, la bomba era de quinientas libras.

Otra versión indicó que la explosión había sido originada por una carga de dinamita colocada dentro de un tragante y un automóvil estacionado entre los demás vehículos, causando grandes estragos y gran alarma. Siete automóviles resultaron con daños parciales.

En el lugar resultaron muertos el piloto del viceministro de Agricultura, identificado como Domingo Sánchez, el limpiador de carros Joaquín Díaz y Díaz, y el agente de seguridad Amílcar de Paz, quienes estaban en el interior de uno de los automóviles que fue destrozado totalmente.

De acuerdo con vecinos, la explosión estremeció la capital en veinte kilómetros a la redonda de la explosión. Otros cinco edificios también fueron alcanzados por el estruendo habiendo ocasionado daños considerables a cuarenticinco locales comerciales del sector. Los edificios dañados fueron: Edificio el Centro, edificio Elma, Portal del Comercio, edificio Lucky, edificio del Banco Metropolitano, la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional.

Explosiones

El mismo día por la mañana se informó de explosiones en los edificios de la Torre de Tribunales y de Finanzas Públicas. En el edificio judicial se indicó que dos bombas de fabricación casera fueron colocadas por desconocidos dentro del ducto de basura, que al explotar expidieron gas lacrimógeno y humo con olor a pólvora, sin registrarse daños personales o materiales. En Finanzas tampoco se registraron daños.

Por la tarde se registró una explosión en un supermercado ubicado en la 9a. calle entre 10a. y 9a. avenida, sin que se produjeran daños de consideración, con excepción del pánico que se suscitó entre clientes y empleados. La bomba se encontraba dentro de una bolsa de nylon, que había sido dejada por dos sujetos que se hicieron pasar por clientes. Al mismo tiempo en la terminal aérea del Aeropuerto Internacional La Aurora estallaron cuatro bombas panfleteras. La propaganda se atribuyó a un grupo subversivo desconocido.

Cerca del edificio de Prensa Libre también estalló una bomba panfletera, en los volantes se denunciaba que el gobierno era el organizador de la concentración anticomunista que se efectuaría al día siguiente y que miles de empleados públicos fueron obligados a asistir en contra de su voluntad, en este hecho no se reportaron daños personales ni materiales.

Por la noche se registraron explosiones en contra de tres empresas de transportes extraurbanos. Las empresas fueron: “Galgos”, “Fortaleza” y “Transportes Melva”. En la terminal de la empresa “Galgos”, situada en la 7a. avenida y 19 calle zona 1, una bomba destruyó las instalaciones, hiriendo a tres personas y dañando varios buses que se encontraban en el parqueo. La segunda bomba estalló en los talleres de “Fortaleza”, situados en la 8a. avenida y 14 calle zona 12, con saldo de una persona muerta, una herida y una camioneta destruida. Mientras que en Transportes “Melva” situados en 10a. avenida y 5a. calle zona 15, una camioneta ardió al estallar un artefacto explosivo.

Advertencia

Trascendió que los cuerpos de Bomberos Voluntarios y Municipales habían recibido una hora antes de la explosión en el Parque Central, una llamada anónima en la que se les indicaba que en la torre de estacionamiento de la 5a. avenida y 11 calle había una bomba. Tras la llamada, unidades bomberiles fueron movilizadas hacia el  lugar y tras minucioso registro policiaco se estableción que todo era una falsa alarma.

En el lugar estaban bomberos, policías y socorristas de la Cruz Roja, cuando ocurrió la explosión en el Parque Central. Inmediatamente fueron movilizadas varias unidades hacia distintos puntos de la capital, estableciéndose que el artefacto había explotado en el parque central.

En realidad, indicaron los socorristas, fueron más de cien los heridos, pero un sesenta por ciento no fueron atendidos sino por su cuenta se fueron rápidamente hacia su casa. Algunos de ellos tenían astillas de vidrios incrustados en los dedos y otros en un intento de escapar del lugar se tropezaron causándoles lesiones, pero sólo treinta y siete fueron atendidos en centros hospitalarios. Los muertos fueron trasladados al anfiteatro del hospital general donde se les practicó la autopsia.

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