Revista D

Inestabilidad presidencial

Largas tiranías, golpes de Estado, revoluciones, triunviratos, renuncias y presidentes provisionales son algunos de los fenómenos políticos que caracterizaron la inestabilidad del poder Ejecutivo durante el siglo XX.

Barricada montada por los unionistas en la 6a. avenida y 11 calle zona 1, durante la semana trágica del 8 al 15 de abril de 1920. Los manifestantes exigían la renuncia de Manuel Estrada Cabrera.

Barricada montada por los unionistas en la 6a. avenida y 11 calle zona 1, durante la semana trágica del 8 al 15 de abril de 1920. Los manifestantes exigían la renuncia de Manuel Estrada Cabrera.

El péndulo político tuvo remezones prolongados desde la dictadura de 22 años de un civil, el abogado Manuel Estrada Cabrera, hasta presidentes transitorios como Baudilio Palma, quien apenas estuvo en el cargo cinco días. También hubo grandes gestas como las manifestaciones que desembocaron en la Revolución de Octubre de 1944.

En esta larga historia, por supuesto, según analistas políticos e historiadores, cada una de las crisis también fue una nueva oportunidad para que Guatemala saliera adelante, pero los intereses de sectores como el poder económico, el Ejército y la mano tutelar de Estados Unidos llevaron al país donde está.

Según el doctor Jorge Mario García Laguardia, la problemática nacional se debe a que “siempre hemos sido dependientes fundamentales, sujetos a mucha presión de EE.UU. y el Ejército, el cual abandonó la función para la que fue creado y se politizó, lo que ha provocado grandes problemas al establecer un régimen de exclusión política y de persecución de la oposición en favor de los sectores económicos”.

Se abre el telón

A Estrada Cabrera, de acuerdo con Rendón, no le interesaba la política para ganar dinero, sino el poder. Incluso modificó el sistema que había heredado, con el propósito de perpetuarse en el cargo. Algunos autores, cuenta la investigadora, “han opinado que mientras más tiempo permanecía en la presidencia y más lo adulaban, más difícil le era renunciar a dicha posición”.

Para perdurar en el poder, el dictador creo una red de policías secretos conocidos como “orejas” u “oidores” o simplemente espías que ubicó en todas partes —mercados, teatros, cafés y restaurantes—. No era fácil identificarlos ya que vestían de civil, no tenían una ocupación en particular y podían ser de clase rica o pobre, niños o mujeres. “Se vio forzado a renunciar por su autoritarismo, ya que encarcelaba y torturaba a sus opositores”, afirma el historiógrafo José Cal Montoya.

Período convulso

Esta etapa de conmoción política principió con la toma de posesión de Herrera como presidente provisional, el 8 de abril de 1920, luego de que la Asamblea Legislativa destituyó a Estrada Cabrera, debido a que era el Primer Designado; sin embargo, posteriormente participó como candidato a la primera magistratura y ganó las elecciones, por lo que el 15 de septiembre de ese mismo año asumió el cargo de Presidente Constitucional.

A criterio del sociólogo Edelberto Torres-Rivas, Guatemala ha vivido algunos momentos que pudieron haber cambiado el rumbo del país, pero que fueron mal aprovechados y cita como ejemplo el gobierno de Herrera. “Si él hubiera cumplido sus seis años, probablemente se hubiera iniciado la etapa de los presidentes civiles”, afirma.

Esta posibilidad, sin embargo, se vio truncada el 5 de diciembre de 1921, cuando la oposición liberal ejecutó un golpe de Estado y entregó el poder a un triunvirato integrado por los generales José María Lima, José María Orellana y Miguel Larrave, quienes dejaron a Orellana con el cargo de presidente interino, hasta que se eligiera nuevo mandatario. El gobernante convocó a elecciones e inició su período constitucional el 4 de marzo de 1922.

Con la llegada de Reina Barrios los liberales retomaron el poder, pero con sus acciones se avizoró una nueva dictadura por lo que algunos diputados solicitaron que se eligiera una Asamblea Constituyente con el objetivo de introducir reformas a la Carta Magna que impidieran la reelección de Orellana, quien al darse cuenta, a través de la Prensa, que la población estaba en contra de su régimen, suspendió las garantías constitucionales el 25 de mayo de 1925.

Orellana no concluyó su período, ya que el 26 de septiembre de 1926, cuando se encontraba de descanso con su familia en Antigua Guatemala, una angina de pecho le segó la vida. Enseguida asumió el Primer Designado, el general Lázaro Chacón, quien convocó a elecciones y la historia liberal, se repitió pues ganó los comicios el 5 de diciembre y asumió el cargo ese mismo mes.

Las protestas y acusaciones de fraude no se hicieron esperar, incluso, se creyó que los ubiquistas tomarían el poder por las armas, pero al parecer el general Ubico no aprobó las medidas de hecho, en una actitud que fue mal vista por algunos de sus partidarios, explica Guillermo Díaz Romeu en la Historia General de Guatemala.

La inestabilidad gubernamental prosiguió, ya que en diciembre de 1930, Chacón sufrió un accidente cerebrovascular, por lo que el 12 de ese mismo mes el Consejo de Ministros entregó el mando provisional al Segundo Designado, el licenciado Baudilio Palma, y se dejó de lado al Primer Designado, el general Mauro de León, ya que este era el Secretario de Guerra.

El Partido Progresista alegó que el cargo le correspondía a de León, por lo que grupos militares dirigidos por el general Manuel Orellana, jefe del Fuerte de Matamoros, se rebelaron contra el gobernante. El 16 de diciembre, tras un enfrentamiento con fuerzas leales a Palma, en el cual pereció de León, tomaron la Casa de Gobierno y obligaron a Palma a renunciar, luego de gobernar por cinco días.

Después del efímero gobierno de Palma, asumió el mando el general Orellana y uno de sus primeros pasos fue designar al licenciado José María Reina Andrade como Primer Designado y como segundo al general José Reyes. El gobernante tampoco duró en el cargo ya que, según cita la Historia General de Guatemala, el Ministro de EE.UU. Sheldom Withehouse, tuvo una conversación privada con Orellana “para convencerlo de que renunciara y dejara que la Asamblea nombrara designados para que entregaran el poder al electo, que se esperaba fuera Jorge Ubico”.

En una sesión celebrada el 31 de diciembre de 1930, la Asamblea Legislativa aceptó la renuncia del presidente Chacón, la que fue firmada por su esposa por el estado de salud de este, y también la de Orellana y se nombraron como designados del primero al tercero el licenciado José María Reina Andrade y los generales José Reyes y Rodrigo Solórzano. El primero asumió la presidencia interina para convocar a unas elecciones en las que Ubico no tuvo contrincante y al resultar ganador no esperó el 15 de marzo de 1931 para tomar posesión, sino que asumió el cargo el 14 de febrero.

De llamas a las brasas

Kenneth J. Grieb, en la Historia de Guatemala califica este período como uno de los más controversiales, ya que este personaje llegó a la primera magistratura luego de una década convulsa “fueron —años— críticos para una nación acosada por la inestabilidad política”.

“Hay que reconocer, en ese sentido, que su régimen desempeñó un papel importante en la historia guatemalteca, ya que superó la anarquía y la desorganización de la década anterior. Sin embargo, Ubico recurrió a métodos de concentración del poder en el Ejecutivo y de control riguroso de la población, propios de un régimen totalitario”, dice Grieb.

Ubico abrió su gobierno bajo el ofrecimiento de “no reelección”, el cual traicionó ya que prolongó su mandato hasta 1944 cuando las marchas y protestas que se llevaron a cabo entre el 26 y 30 de junio por parte de profesionales, estudiantes, obreros y comerciantes, suscribieron memoriales en los que le planteaban como única y urgente solución su renuncia. El 1 de julio por medio de la radio nacional el pueblo se enteró de su dimisión.

Pero Ubico no estuvo dispuesto a entregar el poder en forma definitiva, pues, según Stefan Karlen, en la Historia General de Guatemala, los designados para sustituir a Ubico eran el general Demetrio Maldonado, el señor Carlos Herrera Dorión y el general Pedro Reyes Reynelas; sin embargo, Ubico, nuevamente irrespetó la Constitución, ya que entregó el poder a tres generales allegados a él: Francisco Villagrán Ariza, Buenaventura Pineda y Federico Ponce Vaides, quien al final fue su sucesor.

Pero en los altos mandos del Ejército había profundas contradicciones, según Karlen, por razones de lealtad. “Los jóvenes oficiales graduados bajo el proceso de profesionalización de las fuerzas armadas emprendido por Ubico, llegaron a estallar durante el interinato de Ponce. Las cosas se precipitaron y en octubre de 1944 se produjo el abrupto fin del ubiquismo y con ello la era liberal, la cual según, García Laguardia, dominó de 1871 a 1945.

Un giro de 10 años

El proceso continuó con la elección de Jacobo Árbenz Guzmán, en 1950; sin embargo, su derrocamiento por parte del coronel Carlos Castillo Armas, el 27 de junio de 1954, puso fin a la Revolución. “La causa directa y principal del derrocamiento de Árbenz fue el golpe de Estado del Alto mando del Ejército, bajo la presión del embajador estadounidense John Peurifoy”, asegura Alfredo Guerra-Borges en la Historia General de Guatemala.

De acuerdo con Marco Antonio Barahona, analista del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, durante este período de 10 años se trató de cambiar la correlación de fuerzas de los poderes en el país, por lo cual se le llamó la primavera democrática, “donde estudiantes y militares progresistas que se habían formado a la luz de los valores que se difundieron con motivo de la Segunda Guerra Mundial de libertad, democracia y justicia, se trató de cambiar la historia del país, lo cual significó enfrentar a las grandes corporaciones estadounidenses como la United Fruit Company”.

Castillo Armas asumió la presidencia el 1 de septiembre de 1954, luego de una sucesión de juntas militares después de la caída de Árbenz. El nuevo mandatario llegó al poder por medio de un plebiscito. Su gobierno fue corto, tomando en cuenta que gobernó hasta el 26 de julio de 1957 cuando fue asesinado.

Nueva crisis

Se repiten las elecciones y el 2 de marzo de 1958 asumió el poder el general Miguel Ydígoras Fuentes, quien había perdido la votación anterior contra Ortiz Pasarelli. Su gobierno corrupto generó descontento lo que desembocó con varios intentos de golpe de Estado y, a la vez, surgió el movimiento guerrillero.

La agitación de la población concluyó cuando su ministro de Defensa, Enrique Peralta Azurdia, le dio golpe de Estado la madrugada del 1 de abril de 1963, y gobernó hasta el 30 de junio de 1966. Este militar convocó a elecciones y entregó el cargo al binomio civil ganador integrado por Julio César Méndez Montenegro y Clemente Marroquín Rojas, el 1 de julio de 1970.

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