Internacional

Reinas de belleza caen en las garras del narcotráfico

Las reinas de belleza y las modelos atraídas por el dinero y poder de los narcotraficantes, a menudo corren la misma suerte trágica de sus novios, como ocurrió hace una semana en México con María Susana Flores, Miss Sinaloa 2012, abatida en un enfrentamiento contra militares.

Flores, de 22 años, acompañaba a su novio, que al parecer trabajaba para el cartel de las drogas de Sinaloa del capo Joaquín el Chapo Guzmán, el narcotraficante más poderoso de México, según la Fiscalía. En el enfrentamiento murieron cuatro civiles —entre ellos la joven— y un militar.

El informe de los militares a la Fiscalía asegura que Flores salió del auto con un fusil en mano, pero que pudo ser usada como un escudo humano por sus acompañantes. El reporte “no dice si disparó, nada más que la usaron como escudo humano”, dijo un funcionario.

Culiacán, capital de Sinaloa, presume de mujeres hermosas y de carácter recio y algunas de ellas han terminado relacionadas con narcotraficantes, que las llenan de ropas de diseñador, zapatos y uñas adornadas con diamantes.

Los narcotraficantes “siempre se quieren hacer acompañar por mujeres hermosas” y las transforman a su gusto con onerosas cirugías plásticas, comenta Élmer Mendoza, oriundo de Sinaloa y autor de varias novelas que retratan el mundo de los narcotraficantes.

El Chapo Guzmán, prófugo de la justicia, se casó con una de ellas: Emma Coronel, reina de la Feria del Café y la Guayaba, que se celebra en el poblado de Canelas, en el vecino Estado de Durango.

Coronel tenía 18 años cuando contrajo matrimonio con el capo, en el 2007, y en septiembre último tuvo gemelos que nacieron en un hospital de Los Ángeles.

Otro caso es el de Laura Zúñiga, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, detenida por la Policía junto a siete hombres del cartel de Juárez y cuya historia inspiró la película Miss Bala (2011).

Las historias sobre relaciones entre las bellas sinaloenses y el crimen se remontan a la década de 1960, cuando Kenya Kemmermand Bastidas, Señorita Sinaloa 1958, se casó con Vittorio Giancana, el sobrino del capo de la mafia italo-estadounidense Sam Giancana.

En 1990, Rocío del Carmen Lizárraga, de 17 años y reina del Carnaval de Mazatlán, fue raptada por su enamorado, Francisco Arellano, para evitar que se casara con un rival. Tres años más tarde Arellano fue apresado y enviado un penal de máxima seguridad como uno de los miembros de un poderoso clan familiar vinculado con el narcotráfico.

Nada nuevo

“La relación entre mises y esos señores narcotraficantes no es nueva ni en México ni en el mundo”, señala Mendoza. Lo que no está claro es por qué a sabiendas del riesgo que pueden correr estas mujeres eligen a los capos.

“Muchas veces, pues son jovencitas que se dejan deslumbrar, que no tienen la tenacidad para acudir a una universidad, y que terminan con estos señores ante la falta de otra oportunidad”, añadió el escritor, premio Tusquets 2007 por su novela Balas de plata.

Para José Carlos Ceniceros, coautor del libro Las jefas del narco, publicado en el 2012, el mundo del narcotráfico ejerce un poderoso atractivo sobre jóvenes sin muchas oportunidades, a pesar de sus riesgos.

“No solo se trata de dinero, también de poder. Hay mujeres en el sicariato, por ejemplo, que quizá no son tan bellas como las mises”, señala Ceniceros. “Se acostumbran a una vida de lujos y se la juegan, asumen que van a morir muy pronto, pero quieren esa gloria momentánea”.

“Estos nexos entre narcos y bellezas y, en general, entre bellezas y poder económico, político o criminal es permanente. Aquí las jóvenes son acechadas por los criminales en las escuelas, en la calle”, dice el periodista y escritor Javier Valdez, quien es autor del libro Miss Narco y reside en Sinaloa.

“La realidad es que este fenómeno, este vínculo entre crimen organizado y belleza, esta seducción y atracción a veces mutua es permanente”, asegura el escritor ante las reacciones que generó en el país la muerte de María Susana Flores.

“En estas regiones del país —Sinaloa— el narcotráfico dejó de ser un fenómeno policial de buenos y malos, y es una forma de vida que nos contamina, nos salpica, nos condiciona el trabajo y la vida diaria”, opina Valdez.

En su opinión, los narcotraficantes y las reinas de la belleza se necesitan mutuamente, los unos porque “las ven como trofeos, como objetos, como muebles a los que hay que presumir” y las otras porque “quieren poder, riquezas, privilegios y las mieles de la criminalidad”.

Vínculos

La vinculación entre el narcotráfico y la belleza es tal, aseguró Valdez, que incluso hay certámenes patrocinados por el narcotráfico y hay organizadores de estos concursos que tienen vínculos con la delincuencia.

Juliana Sossa Toro, novia del narcotraficante José Jorge Balderas Garza, el JJ, reveló en Facebook que vivía en Bosques de Chapultepec, en la capital de México, lugar donde ambos fueron capturados en enero del 2011.

La modelo colombiana, de 25 años y que fue Miss Antioquia 2008, estuvo presa. Vivía con Balderas en una relación normal. Ella tenía plena libertad, incluso para cometer un error tan grande como publicar en internet la dirección de su casa. Quizá por ingenua o por venganza de algún episodio aún desconocido, según revelaron varios sitios de la red.

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